NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA


San Juan BautistaSeñor, Juan Bautista
nos recuerda la misión profética
que nos has encomendado.
Cuesta romper con lo establecido
y vivir de acuerdo con el evangelio.
Ayúdanos a dar un mensaje de esperanza.

Señor, no nos pides
que marchemos al desierto
ni que llevemos una vida fuera de lo normal.
De Juan Bautista aprendemos
que no podemos mostrarnos indiferentes
ante la injusticia y que, si es necesario,
debemos ser la voz de los que nada tienen.

NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA

"En medio de vosotros está quien no conocéis. El que viene después de mí, a quien no soy digno de desatar el calzado”. Y este colofón del Bautista sí da que pensar. Desconocer a Jesucristo cuando está en medio de nosotros. Ignoramos, o conocemos con enormes lagunas, las doctrinas evangélicas, el ciclo dogmático, el magisterio del Papa. Su misma Persona divina, viviente en la Eucaristía, en la miseria de los hambrientos, en la orfandad de los hogares, en las llagas de los desamparados, no nos impresionan con su mensaje, aunque nos hablen con palabras auténticas de fuego, con esa luz eterna que llevan en la frente sus enviados. Es el signo, que preside las vidas dramáticas de todos los precursores. Tienen el destino de sembrar con su sangre sin ver la granazón gozosa de las espigas ni recoger en los graneros la gloria de la sementera. Precisamente porque el Bautista es un hombre entero, veraz, fiel a su misión de adelantado, Herodes le encarcelará en aquel castillo de Maqueronte, a orillas del mar Muerto. Morirá, pero entonces, con la palma de su sangre, triunfa en la gloria de Dios este Juan Profeta, Precursor del Mesías, Amigo del Esposo, "el más grande entre los hombres nacidos de mujer".

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FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN






Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero 

SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡TÚ SABES QUE TE AMO!
Cuando remamos a oscuras
en medio de la noche,
y nuestras redes están vacías,
tú estás presente,
aunque nuestros ojos no sepan reconocerte.

SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡TÚ SABES QUE TE AMO!
De madrugada, cuando la luz vence a las tinieblas,
en el primer día de la semana,
tú estás en la orilla,
y tu palabra ilumina nuestras sombras.

SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡TÚ SABES QUE TE AMO!
Señor de la Vida en abundancia,
Señor de las redes llenas:
como Juan,
queremos ser capaces de reconocer tu presencia;
como Pedro,
queremos saltar de la barca para ir a tu encuentro.

SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡TÚ SABES QUE TE AMO!
Nos das a comer un pan y unos peces
que has preparado para nosotros,
y en esa comida compartida
aprendemos a entregar sin reservas
lo que gratuitamente hemos recibido de ti.

SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡TÚ SABES QUE TE AMO!

Tú reclamas de nosotros
la confesión de nuestro amor,
y nos envías después a sostener, a apoyar,
a defender la vida de nuestros hermanos.
No tenemos más que un poco de pan
y la pobreza de nuestro amor,
pero eso es lo que podemos ofrecerte,
y con eso estamos dispuestos a seguirte.

SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡TÚ SABES QUE TE AMO!
Con todos los que creen sin haber visto,
con todos cuantos buscan sin desfallecer,
con todos los pequeños y humildes de corazón,
creemos y proclamamos
que en ti la muerte ha sido vencida,
que estás vivo y nos precedes en el camino.

SEÑOR, TÚ LO SABES TODO. ¡TÚ SABES QUE TE AMO!

Dolores Aleixandre (Compañeros en el camino)

CORPUS CRISTI


«Éste es mi cuerpo. Ésta es mi sangre»

Hoy, celebramos solemnemente la presencia eucarística de Cristo entre nosotros, el “don por excelencia”: «Éste es mi cuerpo (...). Ésta es mi sangre» (Mc 14,22.24). Dispongámonos a suscitar en nuestra alma el “asombro eucarístico” (Juan Pablo II).

El pueblo judío en su cena pascual conmemoraba la historia de la salvación, las maravillas de Dios para con su pueblo, especialmente la liberación de la esclavitud de Egipto. En esta conmemoración, cada familia comía el cordero pascual. Jesucristo se convierte en el nuevo y definitivo cordero pascual sacrificado en la cruz y comido en Pan Eucarístico.

La Eucaristía es sacrificio: es el sacrificio del cuerpo inmolado de Cristo y de su sangre derramada por todos nosotros. En la Última Cena esto se anticipó. A lo largo de la historia se irá actualizando en cada Eucaristía. En Ella tenemos el alimento: es el nuevo alimento que da vida y fuerza al cristiano mientras camina hacia el Padre.

La Eucaristía es presencia de Cristo entre nosotros. Cristo resucitado y glorioso permanece entre nosotros de una manera misteriosa, pero real en la Eucaristía. Esta presencia implica una actitud de adoración por nuestra parte y una actitud de comunión personal con Él. La presencia eucarística nos garantiza que Él permanece entre nosotros y opera la obra de la salvación.

La Eucaristía es misterio de fe. Es el centro y la clave de la vida de la Iglesia. Es la fuente y raíz de la existencia cristiana. Sin vivencia eucarística la fe cristiana se reduciría a una filosofía.

Jesús nos da el mandamiento del amor de caridad en la institución de la Eucaristía. No se trata de la última recomendación del amigo que marcha lejos o del padre que ve cercana la muerte. Es la afirmación del dinamismo que Él pone en nosotros. Por el Bautismo comenzamos una vida nueva, que es alimentada por la Eucaristía. El dinamismo de esta vida lleva a amar a los otros, y es un dinamismo en crecimiento hasta dar la vida: en esto notarán que somos cristianos.

Cristo nos ama porque recibe la vida del Padre. Nosotros amaremos recibiendo del Padre la vida, especialmente a través del alimento eucarístico.