Cambiar la “cultura del miedo” por la “cultura del encuentro” pide el Papa Francisco



Han tenido que pasar más de dos décadas y cuatro visitas papales (tres de Juan Pablo II y una de Benedicto XVI) para que México y la Santa Sede puedan realizar un coloquio conjunto, organizado por ambos países. 

Las relaciones diplomáticas se restablecieron a principios de la década de los noventa del siglo pasado, al promulgarse la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, y diez años más tarde, comenzando el siglo XXI, con la publicación del reglamento de dicha Ley, la Iglesia católica comenzó a tener “personalidad jurídica” en México: antes, prácticamente no existía para las leyes mexicanas.

Escuchar la llamada de Jesús

Es por eso que toma relevancia el coloquio México-Santa Sede sobre Migración y Desarrollo, inaugurado por el secretario de Relaciones Exteriores de México, José Antonio Meade, y el secretario de Estado de la Santa Sede, cardenal. Pietro Parolin, quien, por cierto, fue también, durante unos años, secretario de la nunciatura apostólica en México.

Al inicio del encuentro, que tiene lugar en medio de la crisis humanitaria de los niños migrantes a Estados Unidos, el nuncio apostólico en México, monseñor Christophe Pierre, dio lectura al mensaje del Papa Francisco, quien señaló que frente al fenómeno de la migración “hemos de escuchar la llamada de Jesús a discernir signos de los tiempos. Así comprenderemos uno de los hechos sociales que caracteriza a nuestras sociedades, con retos y promesas: la migración”.

En su mensaje, el Papa advirtió que el drama de la violación de los derechos humanos, la violencia, la separación de la familia, el racismo y la xenofobia, exigen cambiar la perspectiva defensiva de miedo, desinterés y marginación, por una cultura del encuentro, para construir un mundo mejor.

En lo que respecta a la emergencia humanitaria de los niños de México y Centroamérica que migran solos a Estados Unidos, empujados por la pobreza y la violencia, el Papa reclamó acciones para protegerlos y acogerlos. Así mismo, pidió que existan mejores políticas informativas sobre los peligros del viaje, promoción en los países de origen y formas de migración segura.

En el párrafo central de su mensaje, y hablando en primera persona del singular, el Papa Francisco advirtió a los presentes, en la voz del nuncio Pierre: “Me urge, además, llamar la atención sobre decenas de miles de niños que emigran solos, no acompañados, para escapar a la pobreza y a las violencias: esta es una categoría de migrantes que, desde Centro América y desde México, atraviesa la frontera con los Estados Unidos de América en condiciones extremas, en busca de una esperanza que la mayoría de las veces resulta vana. Ellos aumentan día a día”.

Y alertó: “Tal emergencia humanitaria reclama en primer lugar intervención urgente, que estos menores sean acogidos y protegidos. Tales medidas, sin embargo no serán suficientes, si no son acompañadas por políticas de información sobre los peligros de un tal viaje y sobre todo, de promoción del desarrollo en sus países de origen”, sentenció el Papa.

Establecer canales de diálogo

Durante su intervención inaugural, el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin, dijo que el reconocimiento de la libertad religiosa hace posible el diálogo y la colaboración en beneficio de todas las personas.

Para el número dos del Vaticano, uno de los aportes del cristianismo, recogido por la Ilustración, es la fraternidad universal, “como lo encontramos en el libro del Génesis, que habla de que todos somos iguales, libres y hermanos”. Reconocer y proteger los derechos humanos ha sido un proceso no exento de dificultades, pero es “evidente que la fuente del derecho es el reconocimiento de la dignidad de toda persona”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario