La Madre Gloria ha dejado una huella imborrable
en muchas vidas.
Todos los
valores franciscanos que se enseñan en nuestros escuelas, están personificados en
ella: sencillez, cercanía, ayuda desinteresada.
Fue, es y será
un ejemplo para todos de entrega, de
discreción, de trabajo, de disponibilidad total.
Sus peques de
tres años fueron cuidados con mimo y dulzura por ella. Les enseñó a estar
tranquilos, a no gritar, y lo hacían porque lo veían en ella.
Estar a su lado
nos daba paz, serenidad. Qué fácil era
hacerla reír! Qué fácil era emocionarla! En verdad, qué fácil era todo con
ella!
Un día le
pregunté: Madre Gloria, no te vas a jubilar nunca? Y me contestó: Yo soy inmensamente
feliz con dos cosas: ayudar y estar con los niños. Lo haré cuando El Señor me
llame a su lado. Y desde allí, estamos
seguros, seguirá trabajando para sembrar de paz y amor nuestros corazones.
Ourense 4 – 03 – 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario