CADA DÍA SU AFÁN 6 de mayo de 2017

                                                   
TRABAJO Y FAMILIA

Hace algo más de un año que el papa Francisco publicó su exhortación apostólica Amoris laetitia, es decir “La alegría del amor”. En ella se recogían algunas de las reflexiones de los padres sinodales sobre la familia en el mundo de hoy.
La opinión pública se apresuró a ver qué se decía en aquel documento sobre los divorciados que han iniciado una nueva relación de pareja. Es un tema ciertamente interesante. Pero el documento analizaba otras muchas cuestiones sobre el noviazgo, el amor, la educación de los hijos, las crisis matrimoniales y hasta el luto tras la muerte de un miembro de la pareja.
 En el marco de los problemas que afectan a la familia, recuerda el Papa las angustias de las familias cuando, frente a la enfermedad de un ser querido, no tienen acceso a servicios adecuados de salud, o cuando se prolonga el tiempo sin lograr acceder a un empleo digno.  
En una catequesis pronunciada  en una de sus audiencias generales de los miércoles, el Papa había dicho que “El trabajo es necesario para mantener a la familia, criar a los hijos y asegurar una vida digna a los seres queridos”.  Es más, había añadido que el estilo de vida laborioso se aprende precisamente en la familia”.
Pero, tras referirse al ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret, había añadido una crítica muy dura a los sistemas que con frecuencia  olvidan a la familia a la hora de planificar el trabajo:
“En algunas ocasiones, quien proyecta se interesa en la gestión  de la fuerza-trabajo individual, que se ha de acoplar o descartar según la conveniencia económica. La familia es un gran punto de verificación. Cuando la organización del trabajo la tiene como rehén, o incluso dificulta su camino, entonces estamos seguros de que la sociedad humana ha comenzado a trabajar en contra de sí misma” .
Como sabemos, el tema del trabajo y su repercusión en la creación de la familia y en el desarrollo de la vida familiar es muy preocupante en la mayoría de los países. En la exhortación Amoris laetitia dice el Papa que es evidente que en muchos países las posibilidades para los jóvenes son pocas y la oferta de trabajo es decididamente selectiva y muy precaria.
En muchos lugares de la tierra, las jornadas de trabajo son excesivamente largas. Es más en las grandes ciudades, esas jornadas se encuentran a menudo notablemente agravadas por largos tiempos de desplazamiento desde la casa al puesto de trabajo, con lo que se dificulta aún más la convivencia de la familia  (AL 44).
Pero en muchos de nuestros países el problema fundamental está determinado por la dificultad de acceder a un puesto de trabajo digno y estable. Es ese un desafío que parece inquietar solamente a quienes padecen esa carencia. Y, sin embargo, en su solución estriba no solo la satisfacción de las personas sino también la estabilidad social.
                                                                  José-Román Flecha Andrés

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