Padre del Cielo, Pan vivo entre nosotros,
¡danos la unidad y la fraternidad que el mundo necesita!
Únenos, desde la diversidad personal y de carismas,
en una misma fe, en un único Cuerpo místico!
¡Hazte presente, Señor, en nuestras familias, en las comunidades cristianas, en todos los ambientes sociales, como el maná que nos ayuda
a salir de estos desiertos de nuestro tiempo,
que nos llegan en forma de situaciones difíciles,
momentos de desánimo, pérdida de seres queridos
y otras muchas circunstancias negativas!
Dios de bondad, ¡abre nuestros ojos con la luz de tu amor misericordioso!
¡Ábrenos así al perdón sin límites
y a la comprensión de todas las personas que son diferentes a nosotros!
Sólo así podemos contribuir a la expansión
de tu Reino de unidad en el mismo Espíritu.
¡Gracias por el sacramento de la Eucaristía,
el alimento que sitúa tu divinidad aquí, en la Tierra,
a través del misterio celestial de tu presencia en el Pan y el Vino,
en la comunión de un mismo alimento que fortalece nuestras almas
y llena nuestro interior con el amor
que necesita la humanidad para mirar hacia el futuro!
¡Únenos, Señor, con el vínculo de tu paz!
¡Ayúdanos a abrir nuestros corazones a Ti, buen Jesús,
y a ver tu rostro en todos los que conviven con nosotros!
¡Gracias por el testimonio de las personas que ayudan generosamente
a quienes necesitan más la caridad!
¡Gracias por el trabajo de Cáritas, el gran instrumento de la Iglesia
al servicio de la deseable unidad entre tus hijos!
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