MARIA, MANANTIAL DE VIDA Y DE FRESCURA

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Nadie nos puede comunicar quién es la Virgen María, si no estamos dispuestos a dejar que Ella misma nos dé su mano y nos adentre en la experiencia de su Hijo Jesús. En primer lugar, Ella es una presencia viva, un susurro milagroso de salud, que renueva y da sentido a lo que pensábamos perdido.

Por eso, te invito a que ahora mismo, antes de seguir leyendo, te pares, hagas un momento de silencio y la sientas viva, presente contigo, mirándote. Deja que su mirada pase por ti, por lo que ahora vives y te preocupa… deja que sea como un viento suave que refresca y alivia, que conforta y sostiene…

Ella está… di suavemente su nombre varias veces (…) María, María…

Decir María, supone acentuar algunos aspectos que señala el mismo evangelio. Te invito a que tomes la Biblia y releas el evangelio de Lucas: 1,26-56.

Lee despacio, sin prisa, saboreando el sentido de lo que lees, entrando dentro del texto... Hay varias palabras que son esenciales en la vida de un cristiano:

ALÉGRATE: nuestra vocación es a la alegría. Nos revestimos de esa alegría de María, que reviste de belleza toda la tierra. La alegría es nuestro primer mandamiento.

LLENA DE GRACIA: mujer amada de Dios. Nosotros somos para Dios seres llenos de gracia. Dios se goza en nosotros, nos quiere como no podemos imaginar, aunque pocos lo saben.

NO TENGAS MIEDO (El Espíritu Santo vendrá sobre ti): El Señor nos conoce. Se lo dijo a María, porque ella no se sentía fuerte. Nos lo dice a nosotros, siempre tentados por muchas clases de miedos.

PARA DIOS NADA HAY IMPOSIBLE: de hecho, en la vida de María lo imposible se va a hacer posible. Como puede suceder en la tuya, si te fías, si tienes fe como Ella. Esas cuatro palabras, bien conjugadas, son la mejor armadura de un hijo de María. Son las palabras que el ángel le dijo a Ella de parte de Dios y que Ella te regala a ti, para que recorras el camino cristiano con su estilo, con su elegancia. Pero el evangelio también nos regala algunas actitudes de María que son el espejo en el que nos queremos mirar nosotros cada día:

DISPONIBLE: ella dice la oración más simple y bella: “Aquí estoy. Aquí me tienes, pobre para ti”.

PEREGRINA DE LA FE: se pone en camino, para servir. Siempre en camino, sin saber lo que será, lo que sucederá. Se atreve, se lanza, se arriesga, confía… y verá lo que nadie vio jamás…

AGRADECIDA: proclama la grandeza de Dios, con sus propias palabras, sin miedo, sin pudor. Cuando es alabada por su prima, Ella sabe que todo lo ha recibido de Dios y le canta una canción que sabe a verdadera, porque le nace del corazón.

CONTEMPLATIVA: guarda todas estas cosas en el corazón, hasta que Dios las quiera esclarecer. Sus ojos saben mirar lo que está dentro de las apariencias, no se deja engañar por el brillo hueco. De todos modos no te quedes solo en las palabras, ponte bajo su mirada y di con Ella: Aquí estoy, aquí me tienes; Gracias, Señor; Enséñame a mirar con la mirada de María Y, sobre todo, PONTE EN CAMINO… Canta y camina con María, como María, porque Dios ha estado grande contigo y seguirá cuidándote en todos tus caminos. Pase lo que pase, te pasará, como a María, en la palma de la mano de tu Señor, tu Dios.

Miguel Márquez

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