El Internet y sus derivados constituye el nuevo areópago, el producto de una creatividad dispuesta y disponible. Los consagrados tienen el reto de ponerse al día en este campo, no tenerle miedo. Las redes sociales son espacios que nos pueden permitir evangelizar. La Iglesia puede aportar al Internet un camino, un mensaje de vida. Los religiosos podemos hacer mucho en este sentido. Manos a la obra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario