NO DEBEMOS CULTIVAR MALDAD EN NUESTRO CORAZÓN

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Es muy fácil levantarnos por la mañana sin propósito alguno. La rutina, mezclada con desesperanza, es la combinación perfecta para vivir el día a día odiando al que veo en el espejo y a todo el que se cruce en mi camino. Pero nosotros, constructores del Reino de Dios, no tenemos derecho a ser parte del problema. Tenemos prohibido andar por la vida transmitiendo desesperanza y sembrando rencor. ¿Quién nos ha dicho que podemos cultivar maldad en nuestro corazón?

Recordemos que cada nuevo amanecer es la oportunidad que Dios nos regala para invertir nuestra energía en reconciliar y sanar al mundo entero. nos toca a cada uno de nosotros recordar que todo gesto y palabra deben estar en sintonía con el proyecto del Reino. Para lograrlo, basta preguntarnos al despertar: ¿a dónde voy y a qué?

E Ignaciana

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