Cada vez que lo hicisteis con uno de los humildes lo hicisteis conmigo


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Todo está en amar.
Así de sencillo.
Todo está en solidarizarse
con los necesitados de nuestro mundo.
¡Qué bonito que lo has hecho,
Señor Jesús!
Este mundo es un gran carnaval,
en el que Tú estás disfrazado
permanentemente en los que sufren,
en los que se lo pasan mal.
Y es curioso que para Ti no cuenta
en este caso la bondad
o la malicia de las personas.
Esto no es fácil de entender.
Si te hubieses quedado,
en los que decimos que son buenos…,
pero no, Tú te quedas
en los que lo pasan mal
independientemente de si son tenidos
por buenos o por malos.
Tú, Señor Jesús, estás en el preso,
en el inmigrante, en el transeúnte,
en los que sufren la soledad,
en las personas del Tercer Mundo,
en el parado,
en los que vienen o intentan
llegar a Europa en cayucos,
en los que mueren en la travesía, etc.
¡Qué lección más bonita para la humanidad!
Gracias, Señor Jesús,
 por esa presencia tuya tan próxima.
Señor Jesús, haz que no seamos insensibles
a los sufrimientos humanos.
Pero al mismo tiempo, Señor,
que no nos contentemos con mirar,
con tomar conciencia
de las deshumanizaciones;
que como Tú hiciste y nos dices hoy
que nos atrevamos a visitar,
a vestir, a dar de comer, a escuchar,
a enseñar, a caminar con….
Así un día nos dirás:
Venid vosotros, benditos de mi Padre;
heredad el Reino
preparado para vosotros
desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber,
fui forastero y me hospedasteis,
estuve desnudo y me vestisteis,
enfermo y me visitasteis,
en la cárcel y vinisteis a verme.

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