COMENZAMOS ESTE AÑO, SEÑOR, CONTIGO


Queremos emprender la aventura
del Año Nuevo, contigo.
Te presentamos todas las situaciones
sean agradables o dolorosas,
que la vida nos regale.
Queremos acogerlas contigo, vivirlas contigo.
Te ofrecemos todo lo que somos y tenemos.
Ponemos ante ti a todas las personas
que llevamos en el corazón.
Que ningún rostro se quede sin la luz de tu mirada.
Líbranos del mal en el nuevo año
y regálanos la luz de la fe y de la esperanza
para vivir con alegría y gratitud lo que no suceda.
Confiamos en la protección de María, nuestra madre
y de san José, nuestro guía de camino.
Santa María y san José, acompañad nuestro caminar. 


REZANDO VOY, SJ. Día 1 de enero 2021


https://rezandovoy.org/reproductor/oracion/2021-01-01

FELIZ AÑO LLENO DE DIOS


Lo suelo hacer todos los años, el primero de enero, y es salir a dar un paseo pronto en la mañana, cuando las calles están totalmente vacías y la ciudad descansa de los excesos de fin de año. Me encanta esa sensación de comienzo, de novedad; hasta el aire parece por estrenar esa mañana. Es como si todo fuera nuevamente posible y la cuenta de mis decepciones volviera a ponerse a cero.

Hay quien prefiere cuando todo está controlado y la vida parece que fluye, pero yo soy de los que la goza en los comienzos, cuando todo está por definir: Lunes en la mañana, septiembre al comienzo de curso, o los primeros días del año. Es el momento por excelencia de la potencialidad, tiempo mágico donde las promesas comienzan su camino hacia la realidad y todo puede empezar a cumplirse.

Siempre he creído que el rasgo principal de los que seguimos a Jesús ha de ser el optimismo ante la realidad y la esperanza ante lo que viene. Creer en un Dios que se encarna en lo ordinario y que realiza sus promesas, permite empezar el año como quien estrena todas las posibilidades. En innovación lo llaman cambio disruptivo, es aquello que introduce una variabilidad que produce posibilidades antes inexistentes. Esto es lo que ocurre en nuestro tiempo con la navidad: y es que la irrupción de Dios en lo pequeño y desde abajo, modifica radicalmente el margen de lo posible.

Así, contra todo pronóstico sonrío al frío viento mañanero y pienso que no sé qué será en el 2021, pero seguro que si estoy atento a la realidad, con el evangelio en la mano, no faltarán ocasiones de reconocer a la creatividad de Dios en acción, a la innovación del Espíritu moviendo corazones apasionados, creando escenarios nuevos, más humanos, con más hondura, más del Reino...

Por eso somos gente llena de esperanza, pues somos en aquel que lo hace todo nuevo.

¡¡Feliz año lleno de Dios!!

Dani Villanueva, sj


SANTA MARÍA MADRE DE DIOS



«María, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.» 

En este primer día del año, La iglesia celebra con gozo a MARÍA, Madre de Dios. Concebida Inmaculada, porque iba a ser la Madre de Dios Glorificada en cuerpo y alma en su asunción, porque iba a ser la Madre de Dios Nos obtiene todas las gracias, porque es la Madre de Dios. 

Después de estos días de fiesta:
es bueno, celebrar a María,
orientar nuestras miradas hacia Ella,
hacer nuestros sus sentimientos,
entrar de su mano en el Tiempo ordinario, agradeciendo a Dios el gran Don: Su Hijo Jesús.

Queremos, como nos dice El Papa Juan Pablo II: «Ir a la escuela de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje».

Y CUANDO AL FIN PODAMOS ABRAZARNOS


 Y cuando al fin volvamos a abrazarnos

propongo, hermanos, no volver los unos
a los otros ni con los mismos ojos
ni con los mismos brazos.

Tras la riada vuelve el río al cauce,
a ser el mismo río, sin memoria
de los ahogados y su cuerpo roto.
Y después del incendio vuelve el bosque
a ser el mismo bosque, sin recuerdo
del llanto de los árboles quemados
ni reconocimiento del mantillo
que desde el dolor nutre las raíces.

Pero tú y yo tenemos almas, mentes.

El hombre que regresa del desierto
jamás vuelve a mirar un vaso de agua
del mismo modo; quien vivió la hambruna
nunca más sostendrá de igual manera
un puñado de trigo entre sus dedos.

Cuando por fin podamos abrazarnos
no volvamos los unos a los otros
con la misma mirada, el mismo verbo,
el mismo corazón, los mismos brazos.

Al volver a abrazarnos, la mañana
plena de besos, lágrimas, caricias,
que sean nuestros brazos brazos nuevos,
más sabios, más clementes, más humanos.

Gonzalo Sánchez-Terán

EVANGELIO DE SAN LUCAS 2, 16-21

un dia por las montañas

un dia por las montañas

CAEN LAS HOJAS DEL CALENDARIO


 Caen las hojas del calendario y ya pronto estrenaremos uno nuevo con bonitas ilustraciones que acompañen el año 2021.

Cada día tachado en mi calendario tuvo una historia, un proyecto, una alegría o una decepción. Cada cruz revela el tiempo pasado, los buenos momentos, las metas alcanzadas y las que aún me quedan por alcanzar.

Cada hoja arrancada pasa una página más del libro de la vida que progresivamente voy escribiendo.

Al final de este año, descubro lo que conseguí, las esperanzas puestas en proyectos sencillos pero a la vez cargados de esfuerzo y tesón.

Descubro las veces que amé y las que dejé de amar al hermano que más cercano tenía.

Descubro los grandes pasos dados por alcanzar utopías y las veces que la desilusión se apoderó de mí.

Descubro la importancia de ser yo misma y las ocasiones en las que el miedo me replegó e intimidó.

Descubro la grandeza de la amistad, la importancia de tener buenos amigos con los que poder compartir lo que soy y tengo.

Descubro lo bello de darme a mi misma en cada cosa que hago, con entereza, seriedad... pero también con cierta dosis de "locura", necesaria para marcarte nuevas metas.

Descubro la importancia de lo vivido, lo bueno y lo menos bueno, porque en todo ello Dios iba escribiendo y marcando una pauta.

Ha habido días que hubiera preferido que no existiesen, pero también ha habido días en los que la vida se ha mostrado como un bello camino a seguir, con sus piedras y tropiezos, pero con un Dios que SIEMPRE ha estado PRESENTE.

Ese Dios ha ido tachando cada día conmigo, ha arrancado las hojas a mi lado y ha sonreído con cada logro alcanzado.

Mi calendario nuevo de este año tiene unos preciosos paisajes que lo embellecen, unos paisajes que me recuerdan la grandeza del mundo en el que vivimos y de mi pequeño mundo en el que yo, mis circunstancias, los acontecimientos, las personas... caminan junto a mí y vivirán cada día del 2021 como un gran regalo que Dios me hará cada amanecer.

Encar_AM

HAZNOS DIGNOS, SEÑOR, DE SERVIR A NUESTROS HERMANOS


Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida;

Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.

Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.

Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos;
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien;
Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.

Cuando quiera que los otros me comprendan,
dame alguien que necesite de mi comprensión;
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí,
dame alguien a quien pueda atender;
Cuando piense en mí mismo,
vuelve mi atención hacia otra persona.

Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos;
Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día,
también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.

Madre Teresa de Calcuta
 

DE SEGUNDAS OPORTUNIDADES


 Queridos Reyes Magos: Supongo que este año habréis recibido muchas cartas pidiéndoos vacunas contra la Covid-19 o alguna solución mágica que nos permita borrar de nuestra historia los últimos diez meses. A mí, sin embargo, me gustaría pediros volver a aquellos días de abril, justo cuando estábamos en el momento álgido de la pandemia y todavía no sabíamos de qué iba el asunto.

No me malinterpretéis. No es que sea masoquista ni nada por el estilo. No tengo ningún interés en revivir las noches frente al televisor en las que veía películas de serie B porque era la única forma de anestesiarme y sobrellevar el constante bombardeo de noticias terribles. No quiero volver a acostumbrarme a las cantidades de muertos diarios de las que hablábamos entonces, ni quiero volver a ver imágenes de hospitales colapsados y personal sanitario a punto de desfallecer.

Pero sí me gustaría rescatar el halo de humanidad que envolvió nuestra vida durante aquellos meses grises en los que, pese a todo, brotó una generalizada sensación de esperanza que creo que todos fuimos capaces de percibir de una manera más nítida que nunca. ¿Os acordáis, Majestades? Por unos meses fuimos capaces de poner a la persona en el centro de todo y esto nos llevó a remar en la misma dirección por primera vez en mucho tiempo. Salíamos cada tarde al balcón y aplaudíamos agradecidos a quienes nos estaban sosteniendo en esos momentos tan duros; liberamos nuestras agendas y al fin encontramos huecos para hablar con quienes hacía tanto que no lo hacíamos y descubrimos que en esas llamadas había algo que nos llenaba más que nuestras rutinas aceleradas y aparentemente imprescindibles que en realidad no lo eran tanto; se despertó en nosotros un fuerte deseo de solidaridad que se materializó en acciones muy pequeñas que se tornaron muy grandes porque eran las únicas que podíamos desempeñar en ese momento (empezamos a hacerles la compra a nuestros vecinos mayores, nos ofrecimos para dar conversación telefónica a las personas que estaban solas, escribimos cartas que llegaron a pacientes de Covid a los que no conocíamos pero a los que queríamos hacer sentir que estábamos acompañándolos en su batalla…). Todo iba a salir bien porque ese virus lo parábamos todos. Estábamos convencidos de ello. Hasta lo ponía en nuestros arcoíris.

Después llegó el verano y la cosa parecía que, efectivamente, iba bien. Por lo menos, mejor. Así que poco a poco fuimos olvidando todo lo vivido. Salíamos al balcón pero ya no aplaudíamos. Ahora hacíamos caceroladas, por X o por Y. El motivo es lo de menos. Nuestros vecinos mayores del cuarto no parecieron importarnos demasiado cuando decidimos que nada ni nadie podría arrebatarnos el verano y nos fuimos alegremente de viaje. Volvimos a llenar nuestras agendas en cuanto pudimos pisar nuevamente la calle y en ellas ya no había huecos para escribir cartas, llamar a preguntar qué tal, o pasar tiempo con los nuestros.

Con la llegada del otoño se abrió paso la inevitable (y tan anunciada, aunque quisimos hacer oídos sordos) segunda ola de contagios. Pero esta vez fue distinto. Ya sabíamos a lo que nos enfrentábamos y sabíamos que no sería fácil ni agradable. Estábamos hartos. Entonces decidimos recurrir a lo de siempre, a lo fácil: culpabilizar, separar, radicalizar posturas, crispar el ambiente, criticar sin proponer…

Queridos Reyes Magos: me niego a pensar que lo que vivimos durante los primeros meses de la pandemia fuera un mero espejismo. Estoy convencida de que había mucha esperanza real y mucho deseo auténtico de volvernos más humanos. Nos topamos muy de cerca con nuestra fragilidad y eso nos hizo entender que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Y eso es lo que pido para estas Navidades, que seamos capaces de recuperar algo de todo eso.

Que Aquel que nació en un pesebre y sabe mucho de situaciones adversas nos aliente y nos impida perder la esperanza en que es posible vivir todo esto como oportunidad de cambio. De esta crisis podemos salir mejores como sociedad si cada uno de nosotros está dispuesto a salir mejor como persona.

¿Nos traéis esas ganas de intentarlo, Majestades? En realidad no nos hemos portado tan mal. Sólo se nos hace largo el camino, tenéis que entenderlo. Pero queremos recorrerlo. Con todos sus baches, curvas y desniveles. Porque si no estaríamos recorriendo sólo una parte del camino. Estaríamos viviendo una vida a medias. Y nosotros, los cristianos, la vida la vivimos en plenitud.

EVANGELIO DE SAN JUAN

EL VIENE A SANAR

VINO A TRANSFORMAR EL MUNDO


En el instante breve, 

en el andar desnudo, 

en la caricia insomne 

y en el mirar fecundo.

En la sonrisa tenue 

que desató los nudos, 

vino a nacer amor, 

a convertirse en trigo, 

a restaurar el gozo, 

a transformar el mundo. 

Ana Medina

Hoy, en la fiesta del diácono Esteban, primer mártir de la Iglesia, el Papa Francisco pidió cercanía por “los cristianos que padecen discriminaciones a causa del testimonio de Cristo y del Evangelio”.

“Estemos cercanos a estos hermanos y hermanas que, como san Esteban, son acusados injustamente y hechos objeto de violencia de diverso tipo. Estoy seguro que, lamentablemente, son más numerosos hoy que en los primeros tiempos de la Iglesia. ¡Son tantos! Esto sucede especialmente allí donde la libertad religiosa no es todavía garantizada o no es plenamente realizada. Pero también sucede en Países y ambientes en los que sobre los papeles tutelan la libertad y los derechos humanos, pero donde de hecho los creyentes, y especialmente los cristianos, encuentran limitaciones y discriminaciones. Quisiera pedirles, recemos hoy por estos hermanos y hermanas un momento, en silencio, todos”, dijo el Pontífice

VUELVE TU ROSTRO SOBRE EL PESEBRE


En la plenitud de los tiempos …, cuando el anhelo ardoroso de la humanidad por un Libertador asaltaba ya los mismos cielos… , en una silenciosa noche de diciembre…, en la gruta de Belén…, desconocido de todos…, rechazado de todos…, nació Nuestro Señor Jesucristo.

Lo pregonan todas las campanas: ¡Ha nacido Cristo! Lo repiten todos los corazones: ¡Ha nacido Cristo! Brilla en todas las miradas la luz de este pensamiento: ¡Ha nacido Cristo!

¿Por qué se hizo hombre el Hijo de Dios? 

Se hizo hijo del hombre para que podamos ser hijos de Dios. Se hizo débil para robustecernos. Se dejó envolver en pañales para librarnos de los lazos del pecado. Se hizo pequeño para que fuéramos más grandes. Se hizo pobre para enriquecernos. Nace llorando para secar nuestras lágrimas. Viene a la vida en país extraño para conducirnos a la patria verdadera de los cielos. No encuentra lugar en toda la ciudad para prepararnos lugar en el reino de los cielos.

No puedes negar ante este hecho el sumo amor de Dios. Dios te ama muchísimo. Aquí está la contestación a la pregunta: ¿Por qué se hizo hombre el Hijo de Dios? Antes que tú existieses te miraba ya con amorosos ojos, y te llamaba por tu nombre… En caridad perpetua te amé, dice el Señor, que es como si te dijera: “Desde que soy Dios te amo; desde que me amo a Mí, te amo a ti; tan eterno es el amor que te tengo, como eterno soy Yo y el amor con que me amo” … En esto reconoce su caridad, porque El te amó primero antes que tú le amases y le pudieses amar.
  
Y porque te amó se comunicó a ti, se derramó a ti, y te atrajo a Sí con infinita bondad y misericordia de la nada. Te hizo ser racional, en el cual se resumen las cualidades de todos los seres creados: libre, inteligente, con capacidad de amar y ser amado. No eres un ser inanimado, no eres planta, no eres animal irracional. Por amor te hizo hombre y por amor Él se hizo hombre para amarte como hombre, como hermano, como hijo.

Porque te amó, está aquí. Ven… mira, pasa a contemplar una de las escenas más sublimes que han admirado los siglos, los ángeles, los hombres.

Vamos, acércate, entra al desmantelado portal, y verás a un Niño, envuelto en pobres y limpios pañales… recostado sobre paja en un pesebre… ¿ Sabes quién es, cómo se llama?… Es Jesús…

 P. Antonio Rivero 

ESTA NAVIDAD SERÁ DIFERENTE


Es el eslogan publicitario de las Navidades de este extraño 2020. «Estas Navidades son diferentes, pero…» E insertamos aquí un recordatorio de lo que nos une y que precisamente esa marca nos puede proporcionar o nos quiere recordar.


Y yo me pregunto, ¿cuándo unas Navidades se han parecido a otras? Sí, es cierto que ciertos rituales van a cambiar este año. Campanadas sin eventos masivos, cabalgatas estáticas o sin cabalgatas, cenas reducidas, misas adelantadas, más horas de Zoom o videollamadas… Pero pensando en mis Navidades de otros años, lo cierto es que todos los años son diferentes. Este año lo vamos a notar más, lo vamos a notar todos a la vez. Pero lo cierto es que nos puede ayudar a reflexionar sobre cómo cada año las Navidades son diferentes.

Porque el recorrido de todo un año nos cambia. Incluso cuando una pandemia no ha irrumpido en nuestra vida como ha sucedido este año. Todos los años hasta ahora han sido diferentes. Algunos incluso no los hemos podido pasar en casa, con familiares o –los famosos e incomprendidos– allegados. Otros nos han pillado en un momento personal bajo, en el que nos apetecía pijama y a la cama prontito, o todo lo contrario para sacudirnos las tristezas. O teníamos motivos para celebrar por todo lo alto.

Algunas Navidades nos sorprendieron y otras nos reconfortaron con la repetición de ritos y rutinas familiares que solo se dan estos días pero que nos empujan a lo cotidiano con la fortaleza de sabernos vinculados a muchos que nos quieren y que estos días nos recuerdan. Son esas llamadas, cafés, cenas que solo ocurren estos días, pero que son auténticos y nos hablan de relaciones que se sostienen más allá de cuántas veces se hable o nos veamos. Este año será diferente, pero estos encuentros seguirán dándose, aunque sean virtuales.

Sí, Navidades diferentes. Pero desde aquella noche en Belén, ninguna Navidad ha sido igual. Porque cada año no es igual, porque nosotros seguimos cambiando, claro. Pero porque también cada Navidad recordamos de un modo distinto todo aquello que nos une y nos convoca. Siguiendo rutinas, pero viviéndolas con mayor profundidad, con más ganas o menos, pero volviendo una y otra vez a un Misterio, el de Dios hecho hombre que nos cambia año tras año. Que no nos deja indiferentes.

Estas Navidades son diferentes, sí. Las siguientes también lo serán. Y las siguientes. Y ojalá cada año lo sea y descubramos con asombro como el Misterio sigue habitando nuestras vidas de un modo nuevo, esperanzador, abierto a acogernos con todas nuestras vicisitudes y cambios.

EVANGELIO DE SAN MATEO 10. 17-22

PALABRA ENCARNADA

EL NOS HACE HERMANOS


 

ES LA NOCHE DE LA PALABRA


 

NAVIDAD

Sé que te has enterado, sé que sabes que en estos primeros días de invierno nos nace un niño, un niño al que muchos iremos a adorar a templos, iglesias o en casa, mirando la cara de esa figura del belén que tanto nos enternece… y nos interroga.

 Si Jesús naciera hoy, ¿Dónde daría nuestra María a luz? ¿Qué rasgos o nacionalidad tendría? Algo incómoda la pregunta, así que paso a mirar a los pastores, personas que guiadas por la luz van adorar al niño. Y ahí, en estos tiempos de sutil y a la vez profunda buena noticia veo venir corriendo a más de mil personas, algunas con una silla roja a sus espaldas, parece que vienen desde Zaragoza ilusionadas por una educación de calidad para todos y todas, y detrás Marc Márquez, sí, en moto. Dicen que apelando al desapego y a su fe en un todos decidió pagar impuestos en España y no en Andorra, y así contribuir al estado de bienestar de su país. Justo detrás del él, miles de familias y organizaciones sociales cargando con ollas, mantas, abrazos, ropa y dotes de escucha para el niño. Se ven rostros cansados, pero con un enorme sentido de la generosidad, dignidad y justicia. José y María se miran, intuyen que esto marcará la vida de su hijo.

 Madre mía, detrás, justo detrás viene una niña pakistaní, musulmana, parece que se llama Malala, veo que le trae al niño un lápiz y un papel, le dice a María que es para ayudarle a cambiar el mundo cuando crezca, y el peque sonríe por primera vez. Y así poco a poco vamos pasando unos tras otros, cada uno con lo mejor de sí, portando la buena noticia.

 Y de repente, el niño llora por primera vez, María y José se sobrecogen por la profundidad de su llanto. Se escucha un grito lejano, es el de Toni “ocho bebés, ocho bebés, ocho niños muertos”… el pequeñajo se ahoga en llanto. Parece que a los papás y mamás les cerraron todas las puertas y caminos, así que se lanzaron en patera al mar buscando la buena noticia… y allí, en medio del olvido de las fronteras y titulares sus hijos, Godtime, Testimony, Gift, Osairome fueron alcanzados por la fuerza de un Herodes que desecha lo que no le sirve.

 María coge al niño, lo agarra y lo abraza con fuerza, lo lleva hasta la orilla del mar, y allí, es allí, donde Jesús ora por primera vez. ¡Sutil y profunda Navidad para todos y todas!

 

LA PALABRA SE HACE CARNE


Únete a los millones de personas que se acercan a contemplar el Misterio: Dios hecho palabra, acontecimiento, cercanía. ¡Dios, hecho uno de nosotros!

Tu Misterio me alcanza, Dios mío,
me alcanza y envuelve.
En la paz y el misterio de la noche
caminas hacia mí.

Mira detenidamente, con ojos de estupor y de sorpresa, la escena que tienes delante: José y María con el Niño. La Palabra, hecha carne, ha acampado entre nosotros. Interioriza lo que contemplas para que el Misterio te nazca por dentro.

Al mirarte, Jesús,
veo el amor y la ternura.
Al mirarte, Jesús,
noto que tu amor y tu ternura
se siembran en mi corazón.

Abre tus manos, ofrécele al Niño Dios tu barro, tu pequeñez, tu pobreza. Acoge con sencillez lo que Él te regala. Tu Palabra es creadora: me hace nacer de Dios, me hace hijo/a de Dios.

Tu Palabra es vida: me hace creativo/a, contigo, de una nueva humanidad.

Tu Palabra es luz: aleja de mí toda tiniebla, hace brotar en mi corazón un surtidor de claridad.

Tu Palabra se hace carne y me enseña a mirar a todo ser humano con una semilla de amor en los adentros.

Lleva siempre contigo la Palabra. ¡Que te resuene por dentro! Canta villancicos. «Abraza al Dios nacido, como la Virgen Madre. Tuyo es» (Beata Isabel de la Trinidad).

Sonríe. Sé un espacio de la ternura de Jesús para los que están cerca de ti.

Cipecar

EVANGELIO DE SAN LUCAS 2. 1-14

HOY ES NAVIDAD

NAVIDAD: ¡DIOS CON NOSOTROS!


No sabemos qué admirar más:

Si la acogida de José que fortalece,

la ternura de María que arropa,

o el dejarse abrazar de Jesús.

¡Misterio de Belén!

¡Milagro de vida para ti, para el mundo, para los pobres!

Todo está dentro de este abrazo de Dios.

¡Alégrate! ¡Feliz Navidad!

Cipecar
 

NOS LLENARÁS DE PAZ


Tú nos alegrarás el alma, nos harás fecundos, nos aliviarás las enfermedades, ensancharás nuestro corazón, nos quitarás los miedos con tus sonrisas. Impulsarás nuestros sueños, llenarás de amor el vivir diario, magnificarás las pequeñas ternuras, nos invitarás a amar cada día más, dispondrás nuestras manos al servicio ante tu fragilidad. Tú pondrás sosiego en nuestros ritmos, llenarás de PAZ nuestras luchas, pintarás de novedad nuestras rutinas, nos convertirás en niños ante tu mirada y tu pequeñez desnuda. Sólo esperarte, hacerte un hueco, ya nos exige, nos invita, nos complica, nos interroga, nos compromete y, desde hoy, nos trae una nueva VIDA, que no es tal si no se ENTREGA.
 

UN PESEBRE EN NUESTRA VIDA


Nadie está exento de que Jesús nazca en su vida, o al menos, por cuestión de espacio. ¿Quién no tiene un su vida un pesebre, una zona sencilla y pobre, un lugar frío y sin alumbrar, en la que, o bien todo se amontona desordenado, o bien nadie visita y se mantiene deshabitada y vacía durante tiempo, y tiempo,...? Si algún día eso dejara de existir en nuestra historia y en nuestro mundo, quizá Jesús nacería en nuestros hoteles y espacios de resplandor. Mientras tanto, mejor acomodar nuestro pesebre, porque es allí donde va a desear encarnarse....

Pastoralsj

 

LA NOCHE DE LA ESPERANZA

ESTAREMOS CERCA


 Mª Jesús Sáez

¿QUÉ ES LA NAVIDAD?

GRACIAS, MARÍA