SOLIDARIDAD
DÍA ESCOLAR POR LA PAZ Y LA NO VIOLENCIA
ABISMOS QUE NO DEJAN DE ENSANCHARSE
Las dificultades económicas se generalizan y la pobreza aumenta, pudiera parecer que para todos. Sin embargo, la lista anual de Bloomberg que recoge las mayores fortunas, nos saca del letargo pandémico en el que nos han sumido la realidad, los medios de comunicación y la mediocridad de la arena política.
Mientras gran parte del mundo empezó a sufrir las consecuencias de una crisis económica que se vislumbra larga y dura, las 500 mayores fortunas del mundo incrementaron su patrimonio en un 31%. Mientras hablamos de recesión, de deudas y de reducción del PIB en muchos (demasiados) países, el 0,001% de la población se ha hecho desproporcionadamente más rico, de forma morbosa e injusta.
Porque habrá quien defienda lo lícito de este enriquecimiento, quien no vea mal en las ganancias estratosféricas que se presumen fruto de un duro trabajo. Pero en un planeta con recursos limitados, como es el que habitamos, la avaricia de unos es la miseria de otros.
En un momento en el que la solidaridad es una urgencia y casi un deber moral, el miedo está haciendo que los extremos se distancien a un ritmo vertiginoso en lo económico e, inseparablemente, en lo social. Y frente a eso, tenemos dos opciones. O, en palabras del Papa Francisco en su última encíclica, dos tipos de personas: «las que se hacen cargo del dolor y las que pasan de largo; las que se inclinan reconociendo al caído y las que distraen su mirada y aceleran el paso».
Decía recientemente la titular de una importante fortuna que sus hijos crecieron sin saber si eran ricos o pobres. Claro ejemplo de que, como primera opción, podemos mirar hacia otro lado, ignorando las brechas y el sufrimiento, esperando evitar así que la gota que colme el vaso nos salpique.
Pero frente a esto, en Fratelli Tutti Francisco nos exhorta. «Es la hora de la verdad: ¿Nos inclinaremos para tocar y curar las heridas de los otros? ¿Nos inclinaremos para cargarnos al hombro unos a otros?» [...] «Parece una utopía ingenua, pero no podemos renunciar a este altísimo objetivo».
ABRIR LOS OJOS
Precisamente esta misma semana leíamos en un informe de Cáritas junto con el Instituto de Migraciones de la Universidad P. Comillas que uno de cada tres españoles ha nacido en una familia de origen inmigrante. Prácticamente todos sabemos que no tiene sentido a estas alturas seguir hablando de nacionalidades, origen o características raciales cuando nos referimos a determinados temas. Pero se saca mucho partido a este tipo de declaraciones, se desvía la atención de temas más relevantes y la consecuencia es un aumento de la xenofobia y hostilidad entre los miembros de una misma sociedad.
Jesús nos invita a tener otro tipo de mirada. Desde los valores cristianos, que además son el origen de los europeos, no existe la distinción por raza u origen. Y si efectivamente queremos hacer esta distinción, como cristianos, deberíamos mirar a las personas que nos cruzamos cada día y así veremos que las personas que pueden tener aspecto de extranjeras son las que sustentan gran parte de nuestra economía y que gracias a ellos, muchos de nosotros tenemos un nivel considerable de bienestar social. Abramos bien los ojos, pero abrámoslos con el corazón también abierto.
LA MASCARILLA DE JOB
QUIERO VIVIR COMO TÚ
Cipecar
Y CUANDO AL FIN VOLVAMOS A ABRAZARNOS
Y cuando al fin volvamos a abrazarnos
propongo, hermanos, no volver los unos
a los otros ni con los mismos ojos
ni con los mismos brazos.
Tras la riada vuelve el río al cauce,
a ser el mismo río, sin memoria
de los ahogados y su cuerpo roto.
Y después del incendio vuelve el bosque
a ser el mismo bosque, sin recuerdo
del llanto de los árboles quemados
ni reconocimiento del mantillo
que desde el dolor nutre las raíces.
Pero tú y yo tenemos almas, mentes.
El hombre que regresa del desierto
jamás vuelve a mirar un vaso de agua
del mismo modo; quien vivió la hambruna
nunca más sostendrá de igual manera
un puñado de trigo entre sus dedos.
Cuando por fin podamos abrazarnos
no volvamos los unos a los otros
con la misma mirada, el mismo verbo,
el mismo corazón, los mismos brazos.
Al volver a abrazarnos, la mañana
plena de besos, lágrimas, caricias,
que sean nuestros brazos brazos nuevos,
más sabios, más clementes, más humanos.
Gonzalo Sánchez-Terán
EL SEÑOR SIENTE TERNURA POR NOSOTROS
POQUITO A POCO...
"QUE TODOS SEAMOS UNO, COMO TÚ PADRE"
Señor Jesús,
cuando estabas a punto de dar tu vida por nosotros,
rezaste al Padre: “No ruego sólo por éstos,
sino también por todos aquellos que creerán en mí por su palabra.
Que todos sean uno, como tú, Padre,
estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros…”
Hoy, cuando nos enfrentamos una vez más con la división
y el conflicto causados por el pecado del racismo,
unimos nuestras voces a tu voz y rezamos:
Que todos seamos uno—
todas las naciones y razas,
jóvenes y mayores, cercanos y lejanos.
Que todos podamos sentirnos como uno— amados,
no temidos. A salvo, no inseguros.
Valorados, no despreciados. Elevados, no derrotados.
Que todos trabajemos como uno—no para derribar, sino para construir.
No solo para detener la violencia, sino también para promover la paz.
No solo para restablecer el orden, sino también para garantizar la justicia.
No para favorecer a unos pocos, sino para defender la dignidad y los derechos de todos.
Que todos seamos uno.
Que todos nos reconozcamos como una familia, como hijos e hijas de Dios.
Que estemos unidos aquí en esta tierra, y que nuestros lazos de caridad y amor nos lleven a la vida eterna.
Amén
CRS
PERMANECER EN CRISTO EXIGE LA COMUNIÓN CON LOS DEMÁS
REZAMOS JUNTOS EN LA SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD
SERVICIOS OCULTOS