SOLIDARIDAD


Hay dos tipos de personas "las que se hacen cargo del dolor y las que pasan de largo; las que se inclinan reconociendo al caído y las que distraen su mirada y aceleran el paso". Papa Francisco

DÍA ESCOLAR POR LA PAZ Y LA NO VIOLENCIA


Celebraremos el Día Escolar de la Paz y la No violencia, declarado por la ONU. 

En este día recordamos, que a finales de enero de 1948, fue asesinado Gandhi, quién había logrado la independencia de la India mediante la no violencia y la resistencia pacífica.
Desde el cristianismo se nos recuerda en que consiste la paz auténtica y verdadera:

1- Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios. Dichosos los no violentos, los que sois mansos y humildes de corazón; los que no usáis la fuerza para hacer triunfar el derecho. Dichosos los que habéis renunciado a la agresividad y a la venganza: al “ojo por ojo y diente por diente”. Feliz el que no responde a la injuria, ni responde a la violencia con violencia. 

2- Felices los que cuando os piden, dais: los que cuando veis al que os necesita, no le volvéis la cara. Dichosos los que tenéis la paz en el corazón, porque amáis. Felices vosotros. Pero más felices aún seréis si sois capaces de amar a vuestros enemigos. ¡Así os diferenciáis de los paganos! Bienaventurado el que devuelve bien por mal, amor por odio; el que rechaza el pecado, pero sigue estimando al que lo ha hecho. 

3-¡Dichosos vosotros, los que renunciáis a hacer disparos! ¡Dichoso el que está en contra de toda guerra, de la carrera de armamentos, de la espiral del terror que está sembrando la historia de muertos! ¡Felices vosotros, los amigos de todos los hombres y de todos los pueblos! ¡Dichosos los que empeñan su vida en cambiar las bombas, los barcos, los aviones y cohetes, por pan, salud, cultura y dignidad para los hombres! 

4- ¡Dichosos los que trabajan por la paz porque ellos se llamarán hijos de Dios! 
Pidamos al Señor por las personas que en estos momentos son víctimas inocentes de las guerras, del terrorismo, de los fanatismos, del odio entre hermanos... y pedimos para ellos la paz. A nosotros haznos para los demás Instrumentos de tu paz.

R de Luz 


 

ABISMOS QUE NO DEJAN DE ENSANCHARSE


 La cuesta de enero, la crisis, el desempleo, los impagos, las quiebras, la pobreza energética, los desahucios; son conceptos con los que empezamos el año y con los que estamos aprendiendo a convivir porque cada día nos resultan, desgraciadamente, más familiares y más cercanos.

Las dificultades económicas se generalizan y la pobreza aumenta, pudiera parecer que para todos. Sin embargo, la lista anual de Bloomberg que recoge las mayores fortunas, nos saca del letargo pandémico en el que nos han sumido la realidad, los medios de comunicación y la mediocridad de la arena política.

Mientras gran parte del mundo empezó a sufrir las consecuencias de una crisis económica que se vislumbra larga y dura, las 500 mayores fortunas del mundo incrementaron su patrimonio en un 31%. Mientras hablamos de recesión, de deudas y de reducción del PIB en muchos (demasiados) países, el 0,001% de la población se ha hecho desproporcionadamente más rico, de forma morbosa e injusta.

Porque habrá quien defienda lo lícito de este enriquecimiento, quien no vea mal en las ganancias estratosféricas que se presumen fruto de un duro trabajo. Pero en un planeta con recursos limitados, como es el que habitamos, la avaricia de unos es la miseria de otros.

En un momento en el que la solidaridad es una urgencia y casi un deber moral, el miedo está haciendo que los extremos se distancien a un ritmo vertiginoso en lo económico e, inseparablemente, en lo social. Y frente a eso, tenemos dos opciones. O, en palabras del Papa Francisco en su última encíclica, dos tipos de personas: «las que se hacen cargo del dolor y las que pasan de largo; las que se inclinan reconociendo al caído y las que distraen su mirada y aceleran el paso».

Decía recientemente la titular de una importante fortuna que sus hijos crecieron sin saber si eran ricos o pobres. Claro ejemplo de que, como primera opción, podemos mirar hacia otro lado, ignorando las brechas y el sufrimiento, esperando evitar así que la gota que colme el vaso nos salpique.

Pero frente a esto, en Fratelli Tutti Francisco nos exhorta. «Es la hora de la verdad: ¿Nos inclinaremos para tocar y curar las heridas de los otros? ¿Nos inclinaremos para cargarnos al hombro unos a otros?» [...] «Parece una utopía ingenua, pero no podemos renunciar a este altísimo objetivo».

EVANGELIO SW SAN MARCOS 4, 35-41

NO ME RENDIRÉ

SIGUE CAMINANDO


 

ABRIR LOS OJOS


No es la primera vez que una figura pública señala a un determinado colectivo para culparle de todos los males que afectan a la sociedad entera. En este caso, de nuevo, las personas inmigrantes han sido acusadas de propagar el virus sin ningún tipo de argumento coherente y con ninguna base científica.

Precisamente esta misma semana leíamos en un informe de Cáritas junto con el Instituto de Migraciones de la Universidad P. Comillas que uno de cada tres españoles ha nacido en una familia de origen inmigrante. Prácticamente todos sabemos que no tiene sentido a estas alturas seguir hablando de nacionalidades, origen o características raciales cuando nos referimos a determinados temas. Pero se saca mucho partido a este tipo de declaraciones, se desvía la atención de temas más relevantes y la consecuencia es un aumento de la xenofobia y hostilidad entre los miembros de una misma sociedad.

Jesús nos invita a tener otro tipo de mirada. Desde los valores cristianos, que además son el origen de los europeos, no existe la distinción por raza u origen. Y si efectivamente queremos hacer esta distinción, como cristianos, deberíamos mirar a las personas que nos cruzamos cada día y así veremos que las personas que pueden tener aspecto de extranjeras son las que sustentan gran parte de nuestra economía y que gracias a ellos, muchos de nosotros tenemos un nivel considerable de bienestar social. Abramos bien los ojos, pero abrámoslos con el corazón también abierto.

REZANDO VOY, SJ. Día 29 de enero 2021


 

LA MASCARILLA DE JOB


“Me taparé la boca con la mano. Me siento pequeño ¿qué replicaré?…” dijo Job (40,3) 

A lo largo de 37 capítulos había sido él quien le hacía preguntas a Dios hasta que, de pronto, cambia el tercio y es Dios quien se las hace: “El Señor replicó a Job desde la tormenta: (…) ¿Dónde estabas cuando cimenté la tierra? ¿Quién cerró el mar con una puerta? ¿Has examinado la anchura de la tierra? ¿Sabes tú cuándo paren las gamuzas o has asistido al parto de las ciervas? ¿Enseñas tú a volar al halcón? ¿Puedes sacar las constelaciones a su hora?, ¿Puedes pescar con anzuelo al cocodrilo?” (38-39). Ni a Job ni a nosotros nos gusta toparnos con nuestros límites. Alardeamos de nuestros poderes, exhibimos las conquistas de la tecnología, la proclamamos reina y señora de la economía y de la política. “Somos los propietarios y dominadores del planeta, estamos autorizados a expoliarlo”. “Pronto trascenderemos nuestros límites biológicos”. “El 5G va a permitirnos una velocidad de conexión inaudita”. “En 2045 el hombre será inmortal”. “Podremos parar el envejecimiento con una sola inyección." Ni a Job ni a nosotros nos gusta toparnos con nuestros límites,

Y, de pronto, llega el coronavirus propagándose, él sí, a la velocidad de 5G, y derriba violentamente cualquier suficiencia: pedimos con ansiedad información a los expertos pero ellos reconocen: “No sabemos cuál es su origen. No tenemos ni idea de cuál es la fuente de infección ni tampoco el tiempo que tarda en incubarse. No hay vacuna. No hay tratamiento específico”. – “Y entonces ¿qué podemos hacer?”, preguntamos despavoridos. Las respuestas son simples: “Lávense las manos; al toser o al estornudar, hay tápense la boca con un pañuelo de papel y tírenlo. Si no tienen pañuelo, protéjanse con la manga y luego laven la ropa. Y si tienen la suerte de encontrar una mascarilla, se la ponen”.

Justo lo mismo que hizo Job. Quizá nos sirva también a reconocer lo pequeños que somos.

Dolores Aleixandre

CORAZÓN CON ALAS ROTAS

CONTIGO SIEMPRE HAY VIDA Y ESPERANZA


 

QUIERO VIVIR COMO TÚ


Empápame de tu verdad, Jesús. Enséñame a vivir como Tú. Tú eres mi camino. Tú amor me hace feliz.

Cipecar

Y CUANDO AL FIN VOLVAMOS A ABRAZARNOS


 Y cuando al fin volvamos a abrazarnos
propongo, hermanos, no volver los unos
a los otros ni con los mismos ojos
ni con los mismos brazos.

Tras la riada vuelve el río al cauce,
a ser el mismo río, sin memoria
de los ahogados y su cuerpo roto.
Y después del incendio vuelve el bosque
a ser el mismo bosque, sin recuerdo
del llanto de los árboles quemados
ni reconocimiento del mantillo
que desde el dolor nutre las raíces.

Pero tú y yo tenemos almas, mentes.

El hombre que regresa del desierto
jamás vuelve a mirar un vaso de agua
del mismo modo; quien vivió la hambruna
nunca más sostendrá de igual manera
un puñado de trigo entre sus dedos.

Cuando por fin podamos abrazarnos
no volvamos los unos a los otros
con la misma mirada, el mismo verbo,
el mismo corazón, los mismos brazos.

Al volver a abrazarnos, la mañana
plena de besos, lágrimas, caricias,
que sean nuestros brazos brazos nuevos,
más sabios, más clementes, más humanos.

Gonzalo Sánchez-Terán

REZANDO VOY, SJ. Día 28 de enero 2021


 

EVANGELIO DE SAN MARCOS 4, 21-25

COMO LA SAL EN EL AGUA

EL SEÑOR SIENTE TERNURA POR NOSOTROS


La grandeza humana se observa en la capacidad de mejorar el momento presente del otro desde la entrega sencilla, humilde y amable, que sólo pretende regalar una pizca de alegría en el que tiene mirándole de frente.

B González Suárez

SIEMPRE EN CAMINO


 

TODOS ESTAMOS LLAMADOS


 

"QUE TODOS SEAMOS UNO, COMO TÚ PADRE"


Señor Jesús,
cuando estabas a punto de dar tu vida por nosotros,
rezaste al Padre: “No ruego sólo por éstos,
sino también por todos aquellos que creerán en mí por su palabra.
Que todos sean uno, como tú, Padre,
estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros…”
Hoy, cuando nos enfrentamos una vez más con la división
y el conflicto causados por el pecado del racismo,
unimos nuestras voces a tu voz y rezamos:
Que todos seamos uno—
todas las naciones y razas,
jóvenes y mayores, cercanos y lejanos.
Que todos podamos sentirnos como uno— amados,
no temidos. A salvo, no inseguros.
Valorados, no despreciados. Elevados, no derrotados.
Que todos trabajemos como uno—no para derribar, sino para construir.
No solo para detener la violencia, sino también para promover la paz.
No solo para restablecer el orden, sino también para garantizar la justicia.
No para favorecer a unos pocos, sino para defender la dignidad y los derechos de todos.
Que todos seamos uno.
Que todos nos reconozcamos como una familia, como hijos e hijas de Dios.
Que estemos unidos aquí en esta tierra, y que nuestros lazos de caridad y amor nos lleven a la vida eterna.
Amén

CRS

PERMANECER EN CRISTO EXIGE LA COMUNIÓN CON LOS DEMÁS


  “Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia” (cf. Jn 15, 5-9), son las palabras de Jesús a sus discípulos elegidas como el lema de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. 

Permanecer en Cristo es una actitud interna. Necesita espacio para crecer. A veces las necesidades inmediatas, las distracciones, el ruido, la actividad y los desafíos de la vida obstruyen su desarrollo.

Permanecer en el amor es reconciliarse con uno mismo. Volver al corazón, a escuchar al que me dice “Tú eres mi hijo amado”. Y a partir de allí, dejar que Él sane mi vida, ponga bálsamo en las heridas, devuelva unidad a mi corazón dividido, a mis vínculos con otras personas y con toda la creación.

A partir de allí, crear comunión. En mi entorno, en mi familia, en la comunidad, en los ámbitos donde se desenvuelve mi vida… Ser puente para el encuentro con Cristo, y también para encuentros entre hermanos. Porque permanecer en Cristo, estar en comunión con Él, exige la comunión con los demás.

¿Cuál es el camino para sanar la herida de división? El amor. Solo el amor. La verdad es una: Cristo. Origen y meta.

Es el camino del corazón: de asumir lo diferente, de apreciar la riqueza de lo diverso, la real posibilidad de convivir, de alabar a Dios desde la complementariedad de expresiones, de formas, ritos, intentos de poner en palabra humana y acercarnos al misterio.

En la experiencia de Palau, la Iglesia se define a sí misma: “Yo soy los prójimos unidos entre sí por amor bajo Cristo, mi Cabeza; y cuando estás con ellos estás conmigo y yo en ti.” (MR 7,1) Resalta el amor como vínculo de la unidad y, cuando este amor se encarna en gestos concretos, la íntima unidad de la Iglesia con el sujeto y con todos los prójimos. La entrega al otro que tengo a mi lado es el modo de unirme a Cristo. Es como crece la comunión. Es estar enraizado en Cristo como puedo dar frutos de amor: solidaridad con el último, ternura, gestos pequeños, acercamiento…

El octavario no deja de ser recordatorio e invitación a que, con nuestra plegaria y nuestros gestos, vayamos haciendo visible y palpable este misterio de comunión. Sanando las rupturas debidas a las limitaciones humanas. Que el deseo del Corazón de Jesús se haga realidad. Daréis fruto: amor son obras.

h. Elzbieta Strach, cmt

EVANGELIO DE SAN MARCOS 3, 20-21

SANTA MARÍA, RUEGA POR NOSOTROS


 

REZAMOS JUNTOS EN LA SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD


Señor, concédenos acoger en nuestro corazón la presencia de Cristo, velar por ella como un secreto de amor. Alimenta nuestra oración, ilumina nuestra lectura de la Biblia, actúa a través de nosotros.

Hermanosol.org


 

REZANDO VOY, SJ- Día 22 de enero 2021


 

SERVICIOS OCULTOS

El Papa Francisco ha expresado en varias ocasiones su devoción por san José, comparable tan solo a la que siente por san Francisco de Asís, el santo de quien tomó el nombre.

Los dos santos de la tradición cristiana que atraen la atención y la devoción del Papa son presentados como modelos de la vocación cristiana. Vocación que se concreta en cuidar al prójimo y a la Creación.

José y Francisco son personajes sugerentes e inspiradores que encarnan dos ideas que han cobrado fuerza en nuestra época: la ética de los cuidados y los servicios ocultos.

Uno de los primeros ejemplos que viene a la cabeza al pensar ambos conceptos es el trabajo (no remunerado) que muchas mujeres han desempeñado y siguen desempeñando en el mundo. Una labor fundamental, aunque oculta en términos monetarios, para el sostenimiento de la vida familiar y del tejido social son los cuidados –discretos, humildes y silenciosos– de millones de mujeres.

De un modo similar al trabajo doméstico, se habla hoy también de los servicios ocultos que ofrecen los ecosistemas naturales. Se trata de funciones básicas o «servicios ecosistémicos» que a menudo no valoramos hasta que los perdemos.

Por ejemplo: la capa de ozono nos protege de la radiación ultravioleta previniendo el cáncer; los humedales actúan como esponjas minimizando las riadas; la vegetación retiene el suelo evitando los deslizamientos de tierras; las abejas polinizan las flores posibilitando la fructificación; los sistemas de dunas impiden que los temporales destrocen la costa. Si pensamos en un bosque bien conservado, podríamos añadir otros valores intangibles como la experiencia estética o la posibilidad de descanso, meditación y recreo. La lista es interminable.

Como José, Francisco y millones de mujeres, la Creación entera ejerce también una labor de cuidado –discreta, humilde y silenciosa– que posibilita la vida tal y como la conocemos, aunque esa labor pase desapercibida a ojos de la mayoría.

La mayoría de los cuidados y servicios, paradójicamente, quedan ocultos y olvidamos que nos acompañan siempre allá donde vayamos. Minusvalorar a las personas que nos sirven y herir la tierra que nos da de comer es una trágica ceguera.

Por eso, en gran medida, la crisis socioambiental de nuestro tiempo no es un acto deliberado, sino el resultado del desconocimiento, el descuido y la falta de agradecimiento por tantos servicios ocultos que nos sostienen. El milagro de la vida se manifiesta cada vez que descubrimos quiénes somos: el fruto de innumerables cuidados humildes y de incontables servicios ocultos.

 

EVANGELIO DE SAN MARCOS 3, 13-19

Evange

TODOS UNO

CONSTRUIMOS JUNTOS


En esta semana ecuménica de la unidad de los cristianos busquemos construir juntos un nuevo presente, un nosotros fraterno, donde todos seamos uno