DANOS ENTRAÑAS DE MISERICORDIA
VUELVE TU MIRADA AL PADRE
NO TENGAS MIEDO
SEGUIRTE ES DAR NUESTRA VIDA
La Regla de la comunidad de Taizé termina con una oración; que estas palabras del hermano Roger se hagan vida en aquellos que, al descubrir cómo era Dios, ya solo pudieron vivir para él.
PASA POR LA VIDA HACIENDO EL BIEN
¿EN QUÉ HAY QUE CONVERTIRSE?
Y ahora, los matices. Para poder girar es necesario un eje sobre el cual realizar el giro, de otro modo (lo más probable) es iniciar una serie de movimientos deslizantes que básicamente nos dejan peor de como estábamos. Es decir, no giramos, sino que nos vamos desparramando como plastilina, como una masa que no puede recuperar su forma y que abandona el movimiento para entrar en otro estadio cinético: la flotación; como una mancha de chapapote, que unas veces va a la deriva, y otras la lleva la marea. Y que cree que tiene vida propia porque se expande, pero donde no hay rumbo, ni horizonte. Aquí no hay conversión que valga, sino una desesperante disolución en el océano de la vida, el consumo, las neurosis y demás marejadas de nuestro tiempo global.
Afirmado que necesitamos un eje, esperar que este no seamos nosotros mismos. Sin duda que es necesario un 'yo' sano, bien armado, capaz de llorar ante lo sublime y de gozar de los placeres de la vida. Lo que siempre se ha entendido como una persona normal. Pero si el eje somos nosotros mismos entonces no hay giro, sólo contorsionismo (movimiento anómalo del cuerpo o de parte de él, que origina una actitud forzada y a veces grotesca, dice el diccionario de la Academia). Grotesco, ridículo, eso es lo que conseguimos cuando pretendemos cambiarnos a nosotros mismos. Actitudes forzadas, no interiorizadas, que terminan por desaparecer, o lo que es peor todavía, por enquistarse. Y entonces se convierten en un problema para nosotros, y para los demás. La santidad conseguida por nosotros mismos se convierte en un martirio para los que nos rodean.
La Cuaresma nos recuerda que el eje es el Dios de Jesús. Y así, sí es posible girar, porque está fuera de nosotros. Y no es nuestro empeño el que nos cambia, sino su llamada la que nos conmueve, y nos hace virar nuestro rumbo. No son nuestros méritos, sino la confianza que genera su presencia, lo que puede hacer que nos convirtamos. En esta cuaresma hay invitaciones imperiosas para girarnos. En primer lugar, de nuestro narcisismo agotador. Dios nos llama a escuchar los gemidos de un mundo sufriente para que nos volvamos y nos detengamos: a auxiliar, a compartir. Se nos invita, también, a girarnos hacia el silencio: sobran palabras, mensajes, correos electrónicos, voces... nos llama al desierto. Para encontrarse con nosotros cara a cara. Se nos invita, una vez más, a girar del consumo, no para ahorrar, sino para generar misericordia. No para gastar con prudencia, sino para compartir, para dar, para vaciarnos. Se nos invita, también, a girar de la sospecha a la confianza. No podemos ver fantasmas por todas partes, sólo lo negativo, siempre segundas intenciones. Jesús camina sobre las aguas, y no es un fantasma, para recordarnos que la creación está preñada de su presencia. El reino de Dios está entre nosotros, y no podemos reconocerlo si no lo miramos con los mismos ojos de confianza y misericordia de Dios.
¿QUIÉN DECÍS QUE SOY YO?
HAZ QUE VIVAMOS EL EVANGELIO DEL ENCUENTRO
Haz que vivamos el Evangelio del encuentro:
ayúdanos a humanizar la tierra y a crear fraternidad,
y no busca más,
la alegría de quien espera, de quien busca,
de quien custodia signos de esperanza.
ilumina nuestro camino en la Iglesia y en el mundo.
Danos el coraje del anuncio del Evangelio
y la alegría del servicio en la cotidianidad de los días.
Custodia en nosotros la gratitud y la admiración por la creación,
haz que reconozcamos las maravillas
que tú realizas en todo viviente.
vela sobre nuestra vida de mujeres consagradas,
para que la alegría que recibimos de la Palabra
llene nuestra existencia, y tu invitación
a hacer lo que el Maestro dice (cf. Jn 2, 5)
nos encuentre activos intérpretes en el anuncio del Reino.
Papa Francisco
MARÍA EN EL TIEMPO DE CUARESMA
RENOVAMOS NUESTRA APUESTA POR ÉL
CONTEMPLA TU PROPIA DEBILIDAD
DIOS NOS OFRECE CADA AÑO LA CUARESMA
Por donde pasareis,
tengo de pasar»
Santa Teresa, Camino 21,6