EL PAN DE LA VIDA Y EL AMOR


 

REZANDO VOY, SJ. Día 1 de abril 2021


 

RECORDAMOS QUE JESÚS SE DIO TOTALMENTE



Considero la liturgia del Jueves Santo la más significativa de todo el año. Para mí, es la que mejor expresa lo que fue Jesús y su mensaje. Mañana recordaremos la muerte de Jesús, pero hoy se plantea el significado de esa muerte, que es mucho más importante para nosotros que la misma muerte.

“Consciente Jesús de que había llegado su “hora”, la de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que estaban en medio del mundo, les demostró su amor en el más alto grado”. Pero no es menos sorprendente el final del relato: “¿Entendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el “Maestro” y el “Señor”; y decís bien, porque lo soy. Si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, sabed que también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros”.Aquí está la clave de la celebración de hoy. No importa que las haya pronunciado el mismo Jesús, es el sentir de la comunidad de Juan y eso es para nosotros lo importante.

Recordamos lo sucedido en la Última Cena, sobre todo la institución de la eucaristía y el lavatorio de los pies.

Juan, el más espiritual y místico de los evangelistas, el que más profundizó en el mensaje de Jesús, ni siquiera menciona la institución de la eucaristía. Esto debía hacernos pensar en la importancia del signo de lavar los pies. Sospecho que Juan quiso recuperar para la última cena el carácter de recuerdo de Jesús como don, como entrega. "Yo estoy entre vosotros como el que sirve." Jesús no renuncia a ninguna grandeza humana, pero denuncia la falsedad de la grandeza humana que se apoya en el poder. La verdadera grandeza humana está en parecerse a Dios que se da sin condiciones ni reservas. Todo ser humano, también Jesús, es un proyecto que tiene que ser llevado a la realización completa. Esa plenitud a la que puede llegar, está marcada por su capacidad de darse a los demás.

Poco después del texto que hemos leído, dice Jesús: “Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros como yo os he amado”. Para el que quiere seguir a Jesús, todo queda reducido a esto: ¡Amaros! No dijo que debíamos amar a Dios, ni siquiera que debíamos amarle a él. Tenemos que amarnos, eso sí, como Jesús amó. Una eucaristía celebrada como devoción, que comienza y termina en el templo, no es la eucaristía que celebró Jesús. Celebrar la eucaristía es aceptar el compromiso de darse totalmente. La eucaristía no es más que el signo de la entrega. Si no se da esa entrega, lo que hacemos se queda en un puro garabato.

En este relato del lavatorio de los pies, no se dice nada que no se diga en el relato de la eucaristía, pero evita el peligro de quedarnos en la espiritualización del misterio. Tenemos que hacer un esfuerzo por descubrir el verdadero signifi­cado de la eucaristía a la luz del lavatorio de los pies. Jesús toma un pan y mientras lo parte y lo reparte les dice: esto soy yo. Meteos bien en la cabeza, que yo estoy aquí para partirme y repartirme, para dejarme comer, para dejarme masticar, para dejarme asimilar, para desaparecer dándome a los demás. Yo soy sangre, (vida) que se derrama para todos, que llega a todos, que da vida a todos, que saca de la tristeza y de la muerte a todo el que se deja empapar por esa Vida. Las palabras finales son muy importantes. Jesús no dice que repitamos el gesto no para “conmemorar” el hecho, sino para que tomemos conciencia de su significado y vivamos lo que él vivió.

Lo que Jesús quiso decirnos en estos gestos es que él era un ser para los demás, que el objetivo de su existencia era darse; que había venido no para que le sirvieran, sino par servir a todos. Manifestando de esta manera que su meta, su fin, su plenitud humana solo la alcanzaría cuando se diera totalmente, cuando llegara al sacrificio total con la muerte asumida y aceptada. De ahí la profunda relación que tienen los acontecimientos del Jueves Santo con los del Viernes. Jesús des-trozado en la cruz, puede ser asimilado e integrado en nuestro propio ser. Solo cuando muramos a todos nuestros egos, llegaremos a la plenitud del amor.

Aunque Jn no menciona la eucaristía en la última cena, no se ha desentendido de un sacramento que tuvo tanta importancia para la primera comunidad. En el c. 6 del evangelio de Jn, encontramos la verdadera explicación de lo que es la eucaristía. “Yo soy el pan de vida”. Para explicar esto, dice a continuación: “Quien viene a mí, nunca pasará hambre; el que me presta su adhesión, nunca pasará sed”. Está muy claro que comer materialmente el pan y beber literalmente la sangre, no es más que un signo (sacramento) de la adhesión a Jesús, que es lo verdaderamente importante. Se trata de identificarse con su manera de ser hombre, resumida en el servicio a los demás hasta deshacerse por ellos.

En el mismo c. 6, dice un poco más adelante: “El Padre que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que me “come” Vivirá por mí”. Para mí, no hay en todo el NT una explicación más profunda de lo que significa este sacramento. Jesús tiene la misma Vida de Dios, y todo el que viva como él vivió tendrá también la misma Vida, la definitiva, la trascendente, la que no se verá alterada por la muerte biológica. Para hacer nuestra esa Vida, tenemos que aceptar la “muerte”, no la física (aunque también), sino la muerte a todo lo que hay en nosotros de caduco, de terreno, de transitorio, de individualismo, de egoísmo. Sin esa muerte, nunca podrá haber verdadera Vida. No se trata renunciar a nada, sino de conseguirlo todo, al elegir la más alta posibilidad de plenitud humana.

Dios está a favor de cada hombre no imponiendo su voluntad desde arriba sino trasformando al hombre desde abajo, desde lo hondo del ser humano y levantando al hombre a su mismo nivel. Todo poder, sobre todo el ejercido en nombre de Dios, es contrario al mensaje de Jesús. Ni siquiera el deseo de hacer bien al otro, puede justificar ponerse por encima de los demás para violentarles.

Fray Marcos

EVANGELIO DE SAN JUAN 13, 1-15

JESÚS LAVA LOS PIES A SUS DISCÍPULOS



Lavar los pies era un servicio que normalmente solo hacían los esclavos. Jesús quiere manifestar que él está entre ellos como el que sirve. Esto es lo que había hecho Jesús durante toda su vida, pero ahora quiere hacer un signo, que no deje lugar a la duda. Es importante el hecho en sí, pero mucho más, lo que quiere significar.


PREPARAD UN LUGAR

TU AMANECER Y TU OCASO


 

MIÉRCOLES, 31 de marzo de 2021 «¿SOY YO ACASO, MAESTRO?» ÉL RESPONDIÍO: «ASÍ ES».


 

EVANGELIO DE SAN MATEO 26,14-25

Sal 68,8-10.21-22.31.33-34

¿SERÉ YO?



¿Seré yo, Maestro,
quien afirme
o quien niegue?
¿Seré quien te venda
por treinta monedas
o seguiré a tu lado
con las manos vacías?
¿Pasaré alegremente
del «hossannah»
al «crucifícalo»,
o mi voz cantará
tu evangelio?
¿Seré de los que tiran la piedra
o de los que tocan la herida?
¿Seré levita, indiferente
al herido del camino,
o samaritano conmovido
por su dolor?
¿Seré espectador
o testigo?
¿Me lavaré las manos
para no implicarme,
o me las ensuciaré
en el contacto con el mundo?
¿Seré quien se rasga las vestiduras
y señala culpables,
o un buscador humilde de la verdad?

 

FRAGANCIA

EL NOS GUARDA Y NOS PROTEGE SIEMPRE


 

HOY DIOS TE CONVOCA


Hoy Dios te convoca.
Hoy Dios sale a tu paso.
Hoy Dios te sugiere, con susurro de invitación:
Vuélvete a mí. Te estoy esperando.
Rasga tu corazón y purifícalo de todo lo que le aparta de mí.
Pregúntate: ¿Quién es tu dios? ¿A quién o a qué adoras?

Hoy Dios te dice:
Este es el tiempo oportuno.
Esta es una nueva oportunidad.
Este es un día de salvación.
En nombre de Dios: “Déjate reconciliar con Dios”.

Hoy Dios te dice:
No vivas de apariencias.
Trabaja en secreto tu corazón hasta hacerlo semejante a Dios.
Entra en el secreto de tu vida. Atrévete.
Dios está en lo escondido, en tu adentro más íntimo.
Entra allí, en tu adentro.
Atraviesa la superficialidad que te rodea.
Entra en tu adentro y ora.
Dios escucha tu secreta oración.
Dios tiene ganas de intimar contigo.
Dios te está esperando.

Hoy Dios espera:
Hacerte nuevo.
Alegrar tu vida.

 

TIEMPOS DE AMENAZAS Y LLAMADAS

Tengo la sensación de que los últimos meses estamos viviendo en una amenaza constante. Toda la información que recibimos y las conversaciones que tenemos vienen cargadas de amenazas: la amenaza de otra ola de virus; sus estragos sanitarios y todas las vidas arrebatadas; la de las consecuencias socio-económicas y emocionales; la de la incertidumbre en todos los rincones de nuestra vida; e incluso el cuestionamiento de nuestra identidad y libertad como sociedad.

Así que, ante todo esto… ¿qué? Porque cada día estamos más cansados, menos dispuestos y más desanimados. Porque en este nuevo mundo se van borrando de los balcones los arcoíris optimistas. Porque… ¡qué difícil es darse cuenta de que puede que no todo vaya bien! Pero es justo ahí, en esa fragilidad que ahora experimentamos, donde se nos invita a participar de dos cuestiones que pasan al primer plano: la fraternidad de quienes nos reconocemos hijos y la universalidad del sufrimiento.

Si algo tiene este tiempo es que se ha hecho aún más universal, pues todo el planeta lo está sufriendo. Como siempre, con desigualdades que golpean fuerte a los que menos tienen. Pero, quizás por primera vez, a todos al mismo tiempo. Esta es la primera llamada: a reconectar con la fraternidad a la que el Padre nos invita tantas veces. A sentir que esta incertidumbre incómoda que ahora nos acecha es el pan de cada día de muchos hermanos nuestros.

Y de aquí la segunda llamada: a hacer comunión en este dolor. A compartirlo, reírlo, llorarlo, escucharnos… A aprovechar la época tecnológica en la que ha llegado, que nos permite acompañarnos y nos ayuda a continuar caminando juntos a pesar de las distancias de seguridad. Pero, hoy, sobre todo, no quiero olvidar una promesa: que hay Quien estará con nosotros hasta el fin del mundo. También entre desesperanzas y amenazas.

 

EVANGELIO DE SAN JUAN 11, 45-57

SÉ QUE ESTARÁS SIEMPRE

DAR GRATIS...

Jesús invita a dar GRATIS.

Al instinto egoísta de acaparar opone la generosidad; al pensar únicamente en las necesidades de uno mismo, el preocuparse del otro; a la cultura del poseer, la del dar.

Chiara Lubich

JESÚS SE SOLIDARIZA CON NOSOTROS





 

REZANDO VOY, SJ. Día 26 de marzo 2021


 

CAMINOS HACIA DIOS: LOS CREYENTES

Cada creyente se parece mucho al dios al cual le ‘reza’. De hecho, a dios-juez, creyente-juez. A dios-castigador, creyente-castigador. A dios-permisivo, creyente laxo. A dios-Ley, creyente legislador. A dios-mágico, creyente iluso. A dios-templo, creyente de sacristía. A dios-sacerdote, creyente clericalista. A dios-sacrificio, creyente negociante. A dios-obsesivo sexual, creyente reprimido. A dios-culposo, creyente culpógeno. A dios-triste, creyente de cara larga. ¡Qué panteón Dios mío!

Pero qué distinto es un creyente alegre, fecundo, audaz, servidor, orante, amigos de los pobres y humildes, libre de estructuras asfixiantes y cuestionador de la sociedad en favor del bien común. Qué lindo es conocer a un creyente amante de conocer más a su Dios, que no condena los errores ajenos porque reconoce su propia debilidad, que no juzga como dueño de la verdad sino que se declara buscador de ella como todos, capaz de sufrir con el que sufre y gozar desinteresadamente con quien goza, comprometido a amar a todos sin distinción, dispuesto a entregar vida por lo que cree y experimenta en el corazón propio y de su comunidad. ¿Te suena en qué Dios cree alguien así? Sí, el Dios de Jesús.

 

EVANGELIO DE SAN JUAN 10, 31-42

TIEMPO DE SALVACIÓN


 

TÚ EN MÍ, YO EN TODOS

BENDITA ENTRE TODAS LAS MUJERES


 

REZANDO VOY, SJ. Día 25 de marzo 2021

 

                                                                                                                                             Foto, Google

DESDE LA ESPERANZA, LA ESPERANZA


Cuando la injusticia desborda. Cuando el mal y la perversión parecen haber tomado el control y el poder, con toda impunidad. Cuando la crueldad hace añicos la esperanza. Cuando hasta las entrañas duelen. Cuando la paz nos es arrebatada y sentimos que no nos queda derecho a la alegría. Cuando el desgarro no deja sitio para el amor. En plena desolación, dejemos a Dios actuar. No levantemos muros de rabia que nos aíslen. No respondamos con un odio que nos seque el corazón. Que la maldad no nos vende los ojos ni plante en nosotros semilla negra. Que la reacción desde la desazón es instintiva y legítima, pero derriba más que construye. Aunque no haya respuesta. Aunque nada calme el dolor. Que no nos venzan, que aún tenemos camino por recorrer. Que no apaguen también nuestra luz.

Dejemos que la reconciliación germine. Seamos instrumentos de paz, cimientos de puente. Que de esta muerte venga nuestra resurrección. Desde nuestro ser ceniza, hagamos de la vida bienaventuranza.

EVANGELIO DE SAN LUCAS 1, 26-38

SOLO EN DIOS

LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR