AVE MARÍA

EVANGELIO DE SAN MATEO 14, 1-12

DIOS NOS HABLA A TRAVÉS DE LA CREACIÓN

Te invitamos a ser contemplativo en medio de la naturaleza. Eres criatura de Dios, hecho a su imagen y semejanza. Estrena hoy una mirada nueva. No cruces de prisa el paisaje. Dios nos habla a través de la creación. Cada criatura expresa, a la vez, su grandeza y su cercanía. Recuerda estos versos de San Juan de la Cruz:

“¡Oh bosques y espesuras, plantadas por la mano del Amado! ¡Oh prado de verduras, de flores esmaltado! Decid si por vosotros ha pasado. Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura, y yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de hermosura.

Lee atentamente este texto:

“Contemplad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan, y os digo que ni Salomón en toda su gloria pudo vestirse como uno de ellos. Y si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al fuego, Dios así la viste, ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe! No andéis buscando qué comer y qué beber, y no estéis inquietos. Por todas esas cosas se afanan las gentes del mundo. Bien sabe vuestro Padre que estáis necesitados de ellas. Buscad más bien su reino y esas cosas se os darán por añadidura” (Lc 12, 27-31).

Para tu reflexión:

¡Tantas horas en contacto con la naturaleza! ¡Qué riqueza! Todo es importante, lo pequeño y lo grande. Todo se vuelve una llamada para el que busca. Cuando te detienes a oír la naturaleza y la sientes, pasas a oírte a ti mismo. Te llenas de alegría, admiración y gratitud por tantas maravillas, tanto dentro como fuera de ti.

Símbolo

Busca hoy un sitio tranquilo. Quítate los zapatos y, de pie, por algunos momentos, siente la tierra debajo de tus pies. Siéntate luego, con tranquilidad, en la tierra. Eres criatura de Dios, hecho a su imagen y semejanza. Siéntete uno con el paisaje que te rodea, con las otras criaturas, con la tierra entera, con el universo. Dios te habla a través de la creación. Todo habla de su presencia. Deja en este lugar todo lo que te preocupe y reemprende tu Camino con confianza.

Actitudes

Te invitamos a considerar el Camino como un gran templo donde el culto a Dios es posible. Alaba y bendice a Dios por el hermano sol, el hermano viento, la hermana lluvia… Haz un compromiso para el camino de la vida: estrena cada día una mirada de bondad hacia todo lo creado, deja que broten en tu corazón la alegría y el agradecimiento.

Oración

¡Gracias, Señor, por todas las maravillas y hermosuras que me regalas todos los días!

¡Qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Cipecar




DAD GRACIAS AL SEÑOR PORQUE ES BUENO

NADA TE TURBE

EVANGELIO DE SAN MATEO 13, 54.58

ESPERAR, CREER Y AMAR EN TODO TIEMPO


Estamos viviendo tiempos recios, los acontecimientos que nos rodean y penetran, cambian nuestra manera de vivir, de percibir la historia, alteran nuestra forma de relacionarnos y afectan a nuestra vida espiritual y hasta parece que Dios se nos esconde. No sabemos cómo acoger bien el dolor, la pérdida de seres queridos, la vulnerabilidad experimentada en toda la humanidad y el sinsentido de lo que nos está aconteciendo.

Durante esta pandemia mucha gente nos dice que parece que Dios nos ha abandonado y no oye nuestras oraciones. Y no es cierto. Dios es amor y no puede negarse a sí mismo; está más presente que nunca, camina a nuestro lado, nos abraza y nos rodea.

“En Él vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17,28).

Lo que en realidad nos sucede es que todo nos empuja a preguntarnos por lo esencial de la vida y sentimos la necesidad de redescubrir las motivaciones profundas, y para ello debemos alimentar la fe, recrear la esperanza, avivar el amor, que son los caminos por donde podemos encontrarnos con el Dios que nos ama sin medida, descubrir su presencia amorosa en lo que nos acontece, encontrar el sentido de la vida y sentirnos humanos, hermanos.

Ya llevamos tiempo viviendo esta situación desconcertante, necesitamos luz para comprender lo que nos está pasando, por ello hemos buscado en las fuentes, agua para la sed. Sentimos necesidad de orar y meditar la Palabra de Dios, conocer y reflexionar las enseñanzas de Iglesia. El testimonio de san José y de los Místicos orientan nuestra mirada y nos centran la vida en lo esencial.

Recursos
La Palabra de Dios
Textos de las Encíclicas: SPE SALVI, y DEUS CARITAS EST, del Papa emérito, Benedicto XVI; LUMEN FIDEI y FRATELLI TUTTI del Papa Francisco
La Carta apostólica PATRIS CORDE, que con motivo del 150.° aniversario de la declaración de san José como patrono de la Iglesia universal, nos ha regalado el Papa Francisco.
Textos de los místicos
Vídeos orantes

Cipecar

AQUÍ ESTÁ MI CORACIÓN

EVANGELIO DE SAN MATEO 13, 47-53

TRIVIALIZAR EL PERDÓN


Una de las cargas que a veces tiene que llevar alguien, tras haber sufrido algún tipo de agresión, es la exigencia del perdón. En contextos cristianos ocurre mucho. El agresor convierte el perdón, no en petición humilde, sino en exigencia soberbia. «Ya te he pedido perdón», se convierte en un arma con la que se vuelve a cargar sobre la víctima el peso de una situación. El agresor enarbola el arrepentimiento como arma, lo convierte en exigencia de la fe, y enamorado de su nuevo rol, se ve con otro prisma de virtud, el del penitente. Y poco a poco empieza a volcar sobre la víctima el peso de la culpa de la situación. «Si no me perdona es porque no tiene corazón». Es posible que además el agresor se convenza de que «no fue para tanto», «fue sin querer», «fue un error, no una agresión». De ahí al insulto (quien no me perdona es mezquino, rencoroso, etc) no hay más que un paso. Y en el proceso, en lugar de haber verdadera sanación, lo que hay es orgullo.

Pedir perdón de verdad es algo mucho más complejo. Primero, es ser consciente de lo que uno ha hecho mal. Y ser consciente de que el otro tiene derecho a estar molesto, al enfado, y a la distancia. Es más, tiene derecho a perdonar a su manera. El perdón no son palabras bonitas y fáciles. A veces es poner distancia. Otras veces es no tomar represalias –cuando a lo mejor podría–. Perdonar a veces es hacer ver el error en privado en lugar de proclamarlo a los cuatro vientos.

Quien de verdad se arrepiente no exige el perdón. Lo pide. Y después espera. Y acepta. Acepta el enfado, y el dolor, y el silencio. Acepta los ritmos. Y esa espera se convierte en escuela, en pozo de sabiduría, y en silencio en el que la escucha se vuelve a llenar de sentido.

Estamos en una sociedad que todo lo adelgaza. Todo es banal, superficial, e intrascendente. Todo es prescindible, trivial, y olvidable… ¡Pero no! La vida es seria. El amor es serio. Y la justicia. La verdad. La vocación. El talento. Y el perdón. No podemos estar jugando con las palabras ni con la virtud. No podemos estar jugando a ser lo que no somos. Y mientras no entendamos esto, nos convertiremos en charlatanes, vendedores de humo, y manipuladores del evangelio.

José María Rodríguez Olaizola, sj


LUNES 26 de julio 2021 «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo».

EVANGELIO DE MATEO 18, 1-5, 10. 12-14

VOCACION


A veces hay que ser árbol y dar sombra al caminante cansado. 
Hay que ser agua, que alivie la sed de respuestas, 
y fuego que arrase lo injusto, lo indigno, lo hueco.
Hay que ser roca que abrace los cimientos de lo duradero, 
tierra que acoja las posibilidades de la semilla, y océano, 
donde podamos zambullirnos, para renacer llenos de libertad y de esperanza. 
Hay que ser canción que alivie los vacíos, 
y silencio habitado, que venza a la cháchara. 
Unas veces hay que ser hogar al que regresar, 
y otras veces, puerta que se abre a la tormenta. 
Dios es el árbol y el agua, la roca, la tierra y el mar. 
Dios es canto y silencio, hogar que acoge 
y puerta que nos conduce a nuevas historias. 
Pero hacen falta guías que consagren sus días a buscar ese tesoro. 
Hay quien se dedica a sembrar, encender, 
forjar, regar, compartir y acompañar. 
Hay trovadores que cantan con palabras prestadas, 
cauces de agua ajena que trae vida verdadera. 
Hay maestros con muchas preguntas y pocas respuestas, 
que ayudan a otros a descubrir el Misterio. 
Soñadores de un bien posible, que convierten su amor en puente, 
para acercar a hermano con hermano, para unir al ser humano con Dios. 

Apóstoles, con pies de barro y corazón de fuego. 
Que nunca nos falten.

QUE ME HABLE TU SILENCIO

EVANGELIO DE SAN MATEO 13, 24-30

¿POR QUÉ NO NOS VOLVEMOS PROFETAS DE LA ALEGRÍA?


En tiempos de dolores y de un mundo fragmentado, urge cuidar y defender la alegría. A toda costa, y sin ahorrar ningún esfuerzo para que la alegría se propague por doquier.

Por momentos parece que la alegría se nos escapara entre las manos, como se escurre el agua. Qué duro es cuando nos abriga la tristeza, el desanimo y el sinsabor. Muchos son los profetas de las tristeza: noticias, estadísticas, gobiernos enemistados, suicidios, la III Guerra Mundial, nuevas pobrezas y exclusiones. ¡Cuánto ruido hacen el mal y la tristeza! Claro, a veces nos hundimos, como en agujeros negros, en tristezas silenciosas, camufladas de buenas razones y del peso del monótono día a día.

Entonces, tendremos que armarnos de verdad y del optimismo realista que aprendemos de Jesús. Sí, verdad, porque sabemos que la fuerza de gravedad de nuestra existencia no ha sido ni serán las tristezas. Así, contaremos las estrellas y respiraremos nuevo entusiasmo sin importar cuán agitada sea la vorágine de nuestros afanes cotidianos. Ser profetas de la alegría es ir contracorriente, combatir tanta pesadumbre y caras largas, apasionarnos cada día más y hacer lío. La profecía se funda en la capacidad de denunciar lo que no funciona de acuerdo a la música del reinado de Dios, ahora bien, necesitamos del discernimiento para enterarnos de dónde está surgiendo la alegría nueva querida por el Señor. Es preciso ver el mundo desde la mirada de Dios y así irradiar gozo como el sol inunda el día.

Te has preguntado, ¿dónde están tus fuentes de alegría? ¿cuándo vibra tu piel, se llena la mirada de brillo y las entrañas se encienden?

PRONUNCIARÉ TU NOMBRE

EVANGELIO DE SAN MATEO 13, 18.23

LO QUE PASA EN EL MUNDO


Presta un poco más de atención hoy al periódico que lees, a la radio que escuchas, a la televisión que ves, o al Internet por el que navegas. Por muy de vacaciones que estés, sigues viviendo en el mundo. Y en el mundo, también en verano, siguen pasando cosas; a veces cosas muy importantes, que afectan a millones de personas.


El mundo, para unos, es muy grande y está muy lejos. Para otros es algo tan pequeño, que llegan a llamarlo “aldea global”. El mundo está lejos o cerca, según lo vivas en tu corazón. Si te pones una venda en los ojos, apenas verás nada. Si sólo te interesas de lo tuyo, lo que pase en el mundo será para ti como un lejano rumor apenas perceptible.

No puedes y sí puedes…

Aunque estés de vacaciones, no puedes…

  • Estar a la vez con el Evangelio y con el fanatismo.
  • Pretender ser cristiano y defender la segregación racial.
  • Afirmar que Dios es único y alimentar divisiones y separaciones.
  • Situarse en el Evangelio y alinearse decididamente con los poderosos.

Aunque estés de vacaciones, sí puedes…

Poner al ser humano en el centro, para que puedas acoger el reino de Dios.

Defender la vida humana en toda situación, para que puedas alabar al Espíritu dador de vida.

Condenar el terrorismo y potenciar el desarme, para acercarte a la paz de Jesús.

Respetar los derechos humanos en toda circunstancia, para que santifiques el nombre del Padre.

Cuidar el entorno natural, para que tu vida sea un canto al Creador.

Repite en algún momento del día alguna de estas frases, pueden oxigenar la mente:


El mundo es mi casa. Lo que pasa en el mundo no me es ajeno. Los que viven en el mundo son hermanos y hermanas míos. La humanidad nueva del Espíritu no tiene fronteras. Las riquezas del mundo, y las mías, son para compartirlas entre todos en una mesa común. Otro mundo más solidario es posible.

Ora con un salmo de Isaías:

Concreta alguna actitud hacia las gentes que te rodean en la aldea global, que debes cambiar para parecerte a Jesús. Descubre, en todo caso, tu vocación a ser signo de esperanza. Da gracias por tantos gestos de vida como los hombres y mujeres, animados por el Espíritu, siembran cada día en la humanidad. Contempla el mundo con nuevos ojos, los de Jesús. Comparte con alguien lo que has descubierto. El diálogo dispone a la verdad. Alégrate en el Dios, que nos muestra senderos de paz y de ternura. 

Termina tu jornada orando, desde tu corazón habitado por nombres y situaciones:

“Al final de los tiempos caminaran pueblos numerosos a la fiesta que Dios ha preparado. Unos a otros se animarán: Venid, subamos al hogar de la Trinidad. El nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas. Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, ya no se adiestrarán para la guerra. Pueblos de la tierra, venid, caminemos a la luz del Señor.” 
(Is 2,2-5).

Cipecar

AVE MARÍA, AVE

EVANGELIO DE SAN MATEO 12, 14-21

EN ALGÚN LUGAR

Pese a las muchas dudas que tiene mi fe 
sé que en algún lugar el dolor encuentra consuelo. 
En algún lugar la paciencia deja de esperar. 
En algún lugar el pobre encuentra su dignidad. 
En algún lugar la soledad advierte compañía.
En algún lugar la incomprensión encuentra explicaciones.
En algún lugar el odio descubre el amor.
En algún lugar el tiempo perdido se recupera.
En algún lugar la verdad sale a la luz.
En algún lugar la muerte da paso a la vida.
En algún lugar el silenciado recupera su voz.
En algún lugar la justicia es restablecida.
En algún lugar Dios se encuentra con el hombre.
Y sé también que ese lugar puede ser aquí, ahora.

Javier Pereira

VIERNES, 16 de julio de 2021 "ES LA PASCUA DEL SEÑOR"


 

EVANGELIO DE SAN MATEO 12. 1-8

¿QUÉ LE DAS, QUÉ LE PIDES A LA VIDA?

Cuando veo las ofertas de las universidades por todo el mundo o los progresos en ciencia, la tecnología, lo mucho que ahora se viaja o la cultura tan admirable que mucha gente de mi generación tiene, me da por pensar cómo un mundo tan avanzado, unas personas tan formadas e interesantes pueden no estar acertando en su forma de vida, o cómo es posible que cada vez tengamos más la sensación de que todo esto no es más que “un sálvese quien pueda, no merece la pena tomarse las cosas a pecho, los ideales ya no existen y las utopías son un gran recuerdo de épocas románticas”.

Es fácil encontrarse con personas que antes de los treinta años dirigen una empresa, crean una o son responsables de proyecto emprendedores que afectan a mucha gente y en los que se coloca mucho dinero. Nadie duda de que son capaces de hacerlo, ni ellos mismos. Lo hacen y suelen hacerlo muy bien, hasta el punto de que la empresa no puede vivir sin ellos, les paga grandes sumas y no les permite casi ni tener vacaciones. Pero pasa muy a menudo, que esa misma gente no se ve capaz de… tener pareja, familia, hijos, responsabilidades personales... Eso es muy complicado, no se sienten aptos, no saben hacerlo. Y si lo hacen no suelen ser proyectos que les iluminen como grandes retos, tampoco nadie los envidia por ello ni se les felicita ni se les remunera. Si acaso se les compadece en silencio.

Pensando en cuál es el motivo de esta dicotomía tan grande y tan chocante se me ocurren dos o tres cuestiones. ¿Para qué somos educados? Desde pequeños se nos inculca, aunque no se dice así, que lo importante son las notas no los amigos, ni nuestros padres ni siquiera nosotros mismos, solo se nos pregunta qué tal en el cole y como fueron las notas. ¿Qué entendemos que es triunfar? La respuesta ahora es clara, triunfar es tener dinero, ser conocido y reconocido por ello.

En realidad lo que está en juego es la separación demasiado radical entre personas y profesiones, entre relaciones y proyectos laborales. Y la verdad más simple es que no hay tiempo para todo. El tiempo es un factor clave, y tenemos que elegir cuánto tiempo le dedicamos a las personas, incluido uno mismo y cuanto a la producción y a ocupaciones remuneradas en general. Evidentemente, de todo tendrá que haber en nuestras vidas. La clave es qué es lo prioritario. Podríamos educar para pensar en personas y no en profesionales, en el servicio y no en el trabajo, en la felicidad y no en la realización profesional… Podríamos luchar por ello. Podemos vivirlo. Y, quizás, si cambiamos las prioridades, dejaremos de pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor…

 Raquel Caso

 

CREO EN TI

SAN BUENAVENTURA

EVANGELIO DE SAN MATEO 11, 28-30

JOVEN, NO TE DEJES ROBAR LA VIDA

Una de las mayores dificultades de nuestra sociedad es que se trata a los jóvenes como niños grandes. En lugar de considerar la juventud como el inicio de una vida adulta, con todos sus retos, en demasiadas ocasiones es más bien una adolescencia prolongada. Con más posibilidades –dinero, sexo, o ciertas dosis de autonomía ficticia– mientras no queda más remedio que alargar estudios, encadenar contratos muy inestables y seguir viviendo con los padres. ¿A quién culpamos esto? ¿A vosotros, jóvenes, que os dejáis seducir por el espejismo de esa etapa donde las responsabilidades parecen menos y las posibilidades más? ¿A mi generación, que compró el discurso del «No limits» y se lo impuso a sus hijos, ya que nosotros habíamos tenido bastantes restricciones y elegimos entonces ver el vaso medio vacío e instalarnos en la queja, para descubrir ahora que no estuvo tan mal nuestra educación?

No ganaríamos nada jugando a las culpas y reproches generacionales. El caso es que estamos en una situación en la que se ha apresado a los jóvenes en un laberinto de espejos. Se conjuga mucho la diversión, la elección a la carta, o peor aún, la indefinición (por aquello de no renunciar), la precariedad disfrazada de buen rollo (cohousing y otras milongas), y la diversión como sucedáneo fácil del compromiso.

Yo ya tengo 50 años. Para bien o para mal, creo que mi vida ya está hecha. Las decisiones clave, tomadas. El camino, va avanzado. Pero si tuviera que dar un consejo a alguien más joven sería este: No te dejes robar la vida adulta. No dejes que los años para plantearte lo que quieres ser sean los que van de los 30 a los 40. Eso llega ya una década tarde. No pases años que son de sembrar revoloteando por la vida, porque cuando quieras ponerte descubrirás que se te ha hecho tarde sin darte cuenta. No dejes que te digan que eres muy joven para tener convicciones sólidas, y complicarte la vida por ellas. No te dejes entretener con el espejismo de la diversión (que está bien para un rato, pero no como meta en la vida). Ni te dejes tampoco cegar por la exigencia de seguridad para construir la vida. No aspires a empezar el camino en las condiciones soñadas. La mayor parte de la humanidad, a lo largo de la historia, y hoy también en tantísimas latitudes, se ha hecho adulta en la inseguridad, en la intemperie, y en la toma de decisiones que implicaban elecciones y renuncias. Hacerse adulto no es haberlo logrado ya todo. Es, más bien, ponerle nombre a las batallas que eliges luchar, y empezar a hacerlo. Es comprometerte. Es empezar a pelear por un lugar en el mundo. Es asumir renuncias por abrazar proyectos. Es, en definitiva, comprender que tienes que tomar las riendas, pelear y apostar por algo. Y sé que no está fácil hacer todo esto, pero es que la vida no es fácil. Tú lánzate, aunque te equivoques y tengas que afrontar algunas magulladuras por el camino. Que eso, también, es vivir.

MARÍA, MUJER FUERTE

EVANGELIO DE SAN MATEO 10, 24-33

LOS MEJORES AMIGOS

Hace bastantes años, siendo un poco más inexperto en esto de la complejidad de las relaciones humanas, vivía con culpabilidad la acusación que alguna vez alguien me hacía de ser más amigo de unas personas que de otras. Yo, según esa acusación, expresada con amable contundencia y despiadada inhumanidad, debía sentir lo mismo por todo el mundo, y llevar una escrupulosa contabilidad afectiva, para no hacer diferencias «que eran incompatibles con una verdadera comunidad cristiana». Entonces aquello me hacía dudar. Esa idealización de las relaciones humanas, ese balance emotivo, esa exigencia de frialdad (pues eso era, al fin y al cabo)… me generaba desazón y me hacía dudar sobre si estaba tratando bien a la gente.

A lo largo de los años he vuelto a encontrar periódicamente esa misma mitificación de las relaciones. Quien exige siempre trae un plan B por si pones objeciones. «No, por supuesto que puedes tener amigos, pero no aquí, no ahora, no en la parroquia, o en el colegio, o en el ámbito en que trabajas (para no mezclar)» y de nuevo la insidiosa sospecha, porque ¿cómo vas a cuidar de todos si hay diferencias? (De poco sirve que expliques entonces que los vínculos surgen donde uno gasta la vida).

Hoy tengo muy claro que la amistad para mí es algo innegociable, y no se construye a base de encajar piezas de un puzzle para que todo esté perfectamente colocado. La amistad es una necesidad profunda, humana, y real (y si es importante en toda vida, no te cuento en la vida de los célibes). No se programa, no se diseña, y no se fuerza. Surge (o no) precisamente allá donde hay encuentro, contacto, convivencia o proyectos comunes. Y como tanto en las relaciones humanas tiene algo de imprevisto, de incontrolable, de gratuito.

Evidentemente, has de intentar tratar a todo el mundo con justicia. Pero no puedes ser amigo de todo el mundo. ¿A quién no le ha ocurrido, que con algunas personas te brota mantener cierta distancia desde el minuto uno (y a veces ni siquiera sabes por qué, pues las afinidades son así de extrañas)? Del mismo modo, tampoco puedes pretender gustar o caer bien a toda la gente. Si el propio Jesús habla de amar a amigos y enemigos, es muy consciente de que no todos los vínculos son fáciles o amables.

Lo que sí puedes es respetar a todos. No hacer diferencias injustas basadas en el afecto. Puedes tratar de querer a todos (aunque evidentemente no llamarías a todo el mundo para compartir una herida, una alegría o un mal rato). Y compartir distintos ámbitos de la vida con distintas personas. Pero, por supuesto, haciendo de la amistad una categoría real, no una mistificación irreal.

 

VIERNES, 9 de julio de 2021, "SED SAGACES COMO SERPIENTES Y SENCILLOS COMO PALOMAS"


 

EVANGELIO DE SAN MATEO 10. 16-23

EN DEFENSA DE CÁRITAS


Probablemente Cáritas sea el sector de misión de la Iglesia mejor valorado por el conjunto de la sociedad actualmente, más allá incluso de las creencias religiosas. La labor asistencial, de acompañamiento y reinserción que desarrolla alcanza a millones de personas en nuestro país. Una laboriosa red que se extiende por miles de parroquias, decenas de miles de voluntarios, cientos de trabajadores, sacerdotes, consagrados y consagradas, personas comprometidas que con su entrega generosa hacen real la promoción de la justicia evangélica y contribuyen a la construcción del Reino de Dios.

Quizás por eso me sorprende enormemente la reacción de algunos que estos días en las redes han proclamado orgullosos que retiraban su apoyo económico a Cáritas, por una polémica creada por un medio y ante la que Cáritas ha salido al paso para poner luz allí donde otros han intentado confundir términos. «Hay que darles donde les duele, en el dinero», está siendo la consigna. Y tienen razón. En Cáritas duele la falta de recursos, que es constante y agobiante, porque constantes y apremiantes son las necesidades a las que se enfrenta.

Pero ¿es este el modo de mostrar el desacuerdo con algunas decisiones de Cáritas? Me sorprende la actitud de aquellos cristianos que ante un problema o una dificultad con la Iglesia responden retirándose en lugar de intentar conocer los porqués, comprender las motivaciones o incluso implicarse y cambiar aquello que no les gusta. No me parece que sea la opción adecuada, sinceramente. Un cristiano realmente comprometido, consciente de la realidad que lo rodea y que ha asumido la propuesta de Jesús para esa realidad, no debería limitarse a enfadarse y quedarse cruzado de brazos. Como el niño que se lleva la pelota si no se juega como él dice.

Si creemos que Cáritas –o cualquier otro sector de la Iglesia– ha cometido un error, primero hagamos el esfuerzo de comprender y perdonar, de no limitarnos a borrarles de nuestra vida y declararlos nuestros enemigos. Después, si consideramos que es grave hagámoselo saber a quién puede solucionarlo. Pero en todo caso no vayamos a dar «donde duele». Porque el daño no va a ser para la organización. Va a ser para todos aquellos que dependen de Cáritas, independientemente de los posicionamientos que esta haga. Quienes ni entienden de posicionamientos, ni de manifiestos, sino que ven una puerta siempre abierta, la de Cáritas, donde hasta entonces solo han encontrado rechazo e incomprensión.

JUEVES, 8 de julio de 2021, "ID Y PROCLAMAD QUE EL REINO DE LOS CIELOS ESTÁ ENTRE NOSOTROS"


 

¡QUÉ BIEN VIVÍS LOS MAESTROS!

Tres meses de vacaciones en verano, Navidades enteras, Semana Santa, puentes a tutiplén… un chollo esto de ser maestro. Y además si no te quieres calentar la cabeza les pones una película o a leer el libro y que hagan un par de ejercicios y otra hora hecha. Y seis horas al día, con dos recreos y tiempo para café, leer el periódico y cotillear un rato en la sala de profesores. Así va la educación con lo bien que vivimos.

Después de un año como profesor a tiempo completo podría rebatir todo eso, aunque no soy más que un recién llegado al aula. Podría explicar las muchas horas en casa corrigiendo, preparando, pensando, respondiendo wasaps de padres preocupados… Y otras muchas tareas que no se ven –porque no tienen que verse– ni se reconocen. Pero es que estoy de acuerdo con esa gente que dice lo de «¡qué bien vivís los maestros!» Así que en vez de rebatir voy a reforzar ese pensamiento. Sí, vivimos bien.

Vivimos bien porque sentimos el cariño de unas familias que dejan en sus manos a lo que más quieren, confiando en que les ayudaremos en la aventura de dar forma a una nueva persona para nuestra sociedad. Sentimos el agradecimiento silencioso de muchas familias –la mayoría– que reconocen los avances de su hijo y cómo les cuidamos en las horas que pasan con nosotros.

Vivimos bien porque creemos en lo que hacemos, en serio. Ser maestro es ser un profesional de la esperanza, capaz de tener paciencia hasta los propios límites y un poquito más allá. Capaz de perdonar hasta setenta veces siete, y alguna más. Capaz de confiar en que ese chaval que se nos atraviesa –porque somos humanos y también nos pasa– es realmente capaz de dar lo mejor de sí mismo, con las ayudas adecuadas. Y esperamos, contra toda esperanza a veces, dar con esas ayudas que le convienen.

Vivimos bien porque tenemos un lugar privilegiado en la vida de nuestros alumnos. No dirigiéndola –el peor error que podemos cometer– sino contemplándola. Siendo testigos de crecimientos y caídas, de equivocaciones y logros, de ánimos y desesperanzas. Somos testigos de cómo nuestros alumnos van adquiriendo forma y tenemos la frágil tarea de ser mano tendida en medio de esa vorágine de crecimiento y descubrimiento de la propia personalidad.

Vivimos bien porque estamos rodeados de compañeros con los que compartir ilusiones, esperanzas, tristezas, frustraciones, planes B y lo mucho que nos reímos en el aula. Porque, como dice una de mis compañeras de trabajo, es sorprendente que además nos paguen por lo que hacemos. Por profesar –somos profesores– aquello en lo que creemos: todos tienen una oportunidad, todos tienen algo bueno que sacar, nadie es descartable.

Quizás soy demasiado optimista, quizás pinto una realidad a veces compleja como es la educación, el trabajo en el aula, la relación con familias y compañeros de claustro con colores demasiados vivos, pero es que como ya te he explicado, soy maestro, así que vivo muy bien.

 

EVANGELIO DE SAN MATEO 10, 7-15