ORACIÓN AGRADECIDA


Te damos gracias, Señor,

por todo lo que hemos recibido a lo largo de este año que termina:
las alegrías y las penas, los triunfos y los fracasos, el bien que hemos hecho y el mal que no hemos sabido evitar.

Te damos gracias por todo, porque pase, lo que pase, nuestra vida está en tus manos y todo sucede para bien de los que tú amas, aunque nuestra mente no lo comprenda.

Tú siempre estás con nosotros alumbrando el camino y regalándonos la paz del corazón.

Te damos gracias por las miles de personas que aseguraron la supervivencia colectiva.  Por tantas y tantas personas que arriesgan su vida para mantener los servicios básicos de toda la humanidad.

Te damos gracias porque has dotado al ser humano de inteligencia y sabiduría para investigar y afrontar situaciones límites de la humanidad y gracias a esos profesionales, justo cuando se cumple un año de la presencia del virus ya estamos vacunados

Queremos mirar el mundo con esperanza, porque la última palabra de todo no la tiene la enfermedad, ni la muerte, ni el odio, ni la violencia sino el amor, la paz, la fraternidad y la vida.

Tu amor hace nuevas todas las cosas.
Tu luz alumbra nuestras oscuridades.
Tu presencia entre nosotros cambia el destino
y el sentido de nuestra existencia.
La primera y última palabra es el amor, es la vida,
eres Tú, Dios mío.

EVANGELIO DE SAN LUCAS 2, 16-21

Y CUANDO POR FIN VOLVAMOS A ABRAZARNOS

Y cuando al fin volvamos a abrazarnos
propongo, hermanos, no volver los unos
a los otros ni con los mismos ojos
ni con los mismos brazos.

Tras la riada vuelve el río al cauce,
a ser el mismo río, sin memoria
de los ahogados y su cuerpo roto.
Y después del incendio vuelve el bosque
a ser el mismo bosque, sin recuerdo
del llanto de los árboles quemados
ni reconocimiento del mantillo
que desde el dolor nutre las raíces.

Pero tú y yo tenemos almas, mentes.

El hombre que regresa del desierto
jamás vuelve a mirar un vaso de agua
del mismo modo; quien vivió la hambruna
nunca más sostendrá de igual manera
un puñado de trigo entre sus dedos.

Cuando por fin podamos abrazarnos
no volvamos los unos a los otros
con la misma mirada, el mismo verbo,
el mismo corazón, los mismos brazos.

Al volver a abrazarnos, la mañana
plena de besos, lágrimas, caricias,
que sean nuestros brazos brazos nuevos,
más sabios, más clementes, más humanos.

Gonzalo Sánchez-Terán

 

VIERNES 31 de diciembre 2021, "YO CANTARÉ AL SEÑOR UN CANTO NUEVO"



 

EVANGELIO DE SAN JUAN 1, 1-18

DIOS ES PLURAL

¿Quién puede imaginar un club de fans o una asociación deportiva compuesta por el cantante en cuestión, o los jugadores del equipo, y yo? ¿Duraría? ¿Con quién compartir la vibración del momento en que, por privilegio especial nos (me) permiten el acceso a camerinos a por un autógrafo en persona? ¿A quién abrazar en el momento del esperado o sorprendido GOL? ¿A quién mirar transmitiendo el brillo en los ojos que expresa todo lo que bulle sin necesidad de palabras? ¡Qué tontería! No es ni imaginable porque no tiene sentido, es incompatible hablar de club de fan sin ellos, el plural lo dice por sí mismo.

No soy fan de Alejandro Sanz, aunque me gusten algunas de sus canciones, ni socia del Cádiz club de fútbol pero... ¿cuánto tiempo duraría apasionada por el Señor acudiendo sola a estar con Él, celebrando sola una Navidad o Pascua de Resurrección sin nadie que entienda las lágrimas que brotan por la emoción, o los bostezos por el sueño en alguna que otra oración...? ¡Qué tontería! No es imaginable siquiera, porque no tiene sentido, es incompatible hablar de Dios sin hablar de más de uno, de humanidad, de relaciones, de afectividad de... pues ¿qué estamos celebrando sino el regalo y la sorpresa de encontrarle, unidos, en la encarnación? Es incompatible hablar de Dios y no hablar al mismo tiempo de Iglesia.

¿Quién soy? Desde la encarnación «el nosotros de Dios»... y el plural vuelve a hablar por sí mismo. ¿A quién pertenezco, cuales son mis raíces? No hay que inventarlas, sólo recordar que bajo tierra están, y desde ahí dándonos vida, manteniendo y sosteniendo nuestro ser, nuestra identidad. Ese es su sitio, y como la cabeza la solemos llevar bastante alta, vemos que hay horizonte sí, pero porque hay tierra, hay esperanza sí, pero porque hay raíz, hay sueños sí, pero porque hay savia. Sólo hay que parar, escuchar y reconocerlo: Iglesia. Sé que soy Iglesia, siempre lo he sabido ¿experiencias de Iglesia? las que me hacen sentir en casa, las que hacen vibrar, templar y sonreír a mi raíz ¿A quién pertenezco? A la Iglesia. Lo sé.

Y es que tiene su lógica. «Cuando dos o más se reúnen...» (deporte, asociación, peña de carnaval o de caza) da gusto pasar cerca y respirar la vibración que desprenden, el olor, el sabor, el ruido, la música... porque comen y beben juntos, ríen y cantan juntos, celebran y sufren juntos, luchan juntos, buscan y encuentran juntos (la lotería la han jugado juntos, la repartirán juntos si les toca y seguramente la gastarán juntos). Y es que tiene su lógica. Ese juntos es el Señor, el que moviliza y hace VIDA desde la raíz. Siempre nos han exhortado a levantar la cabeza, llevarla alta y no como un avestruz (pobre animal... qué nos ha hecho él). Hoy te invito a imitarle de vez en cuando, agacha la cabeza hasta que se hunda en la tierra y ahí encuéntrate con tu raíz, nuestra raíz ¡es el Señor! Y déjate sorprender porque ahí, abajo, hay un núcleo, un centro, sólo uno, y para todos. Descúbrelo, o haz memoria y RECREALO.

 

JUEVES 30 de diciembre 2021, ALABABA A DIOS Y HABLABA DEL NIÑO A TODOS"




 

EVANGELIO DE SAN LUCAS 2, 36-40

OTRAS FORMAS DE SER FELIZ

«Felices más que los que dan, los que se dan ellos mismos, con la sencillez de saber que era lo que tenían que hacer.

Feliz si abres el bolsillo sin miedo, asomándote, sin gafas oscuras, al corazón de la miseria, no para tranquilizar tu conciencia, sino para meterte en la piel arrugada por el hambre y la enfermedad, y das.

Feliz si tu profesión te sirve para sorprenderte con el cambio de notas musicales en el corazón y el espíritu de los que acuden a ella.

Feliz si te tiras de bruces en el mar de los olvidados, de los marginados, de los pobres…

Felices los que al dar lo más rico de sí mismos, se reconocen pobres, limitados, impotentes, necesitados del otro y de los otros en la ayuda. 

Felices los que al dar se ven necesitados como el que más del Dios de la vida. Felices los que confían, esperan en Dios y en los que caminan con uno»

Francisco Girón, Lo que mis ojos han visto















SÁBADO 25 de diciembre 2021, " LA LUZ BRILLA EN LA TIEBLA"



 


 

 

EVANGELIO DE SAN JUAN 1, 1-18

TRISTES FIESTAS

Comenzamos este periodo de Adviento de la manera más especial: con una circular de la Comisión Europea que invita a no desear «Feliz Navidad», sino «Felices Fiestas». El motivo: no herir sensibilidades, ser inclusivo.

Sorprende cómo hay una parte de la política institucional que insiste de manera tan frontal en desvincularse de su tradición cultural y religiosa. Pasamos de una cultura eminentemente cristiana a otra en la que la religiosidad convive con todas las sensibilidades. Y a las instituciones se le pide, como única obligación al respecto, ser neutrales.

Lo que ocurre es que neutralidad no es renuncia. Casi todas las sensibilidades caben y pueden caber en el proyecto de Europa. Los fundadores de la Unión (democristianos, socialdemócratas y liberales clásicos), trabajaron por un proyecto en el que cupieran los más posibles. Y lo hicieron desde la perspectiva humanista cristiana, propia de la Historia de Europa.

Poder felicitar con naturalidad una fiesta que es cristiana no es solo un derecho de los creyentes, es un reconocimiento social a una Historia, con mayúsculas, que nos ha traído hasta donde estamos hoy (el mayor espacio geográfico de libertad del mundo y el periodo de paz más largo de la historia, posiblemente). Negarse a celebrar la Navidad como lo que es, es renunciar a todo esto.

Pero es que, además, los creyentes tenemos derecho a que la neutralidad de las instituciones sea positiva, acogedora, inclusiva también con quienes creemos. Nadie se ofende por felicitar la Navidad en Navidad. Igual que nadie se ofende por felicitar el Ramadán en Ramadán; Hanuka en Hanuka, etc. Por no hablar de las distintas reivindicaciones sociopolíticas que desde las instituciones se nos bombardea de manera permanente. Libertad es poder hablar de todo en público (con el límite de la dignidad humana, huelga decir).

Que la Unión Europea es un espacio laico no significa que sea un espacio laicista. Nadie reivindica la vuelta a la Cristiandad: ese espacio en el que el Cristianismo es religión oficial y lo demás queda relegado. Ni ya se puede volver a ello ni siquiera es deseable. Lo que no se puede aceptar como si tal cosa es que se arrebate el significado religioso a una fecha eminentemente religiosa.

No creo que haya que recordar que en Navidad se celebra el nacimiento de Jesús de Nazaret, de Cristo. Y si no es eso, la Navidad no es nada. Una reunión familiar más, una comida con los amigos, una fiesta excesivamente cara.

 

VIERNES 24 de diciembre 2021, "VEN SEÑOR A MI VIDA"


 

EVANGELIO DE SAN LUCAS 2, 1-14

¿ QUIÉN ESPERA A QUIÉN?


Estamos en el tiempo de la espera y la esperanza, de las búsquedas y los silencios. El tiempo de mirar alrededor y descubrir que Dios sigue viniendo. Siempre. Por caminos insospechados. A nuestras vidas. Ahora.

Sí, Señor, te esperamos. Con esperanza, con impaciencia, con inquietud e ilusión. Porque seguimos necesitando adivinar en qué rincones te escondes, cuándo te cruzas con nosotros, en qué palabras nos hablas con ternura o con urgencia. 

Te esperamos porque a veces la vida se nos viene encima, y vivimos acelerados, agobiados, inseguros o sordos. 

Anhelamos que te hagas más presente, que tu evangelio sea, al fin, buena noticia para tantos… Soñamos que te hagas, una vez más, amigo, maestro, señor en nuestras vidas. Te esperamos porque tantas veces te intuimos y otras tantas te nos escapas. 

Enséñanos a no desesperar, a preguntar dónde estás, a seguirte buscando, siempre.


 

JUEVES 23 de diciembre 2021, "LA MANO DEL SEÑOR ESTABA CON ÉL"


 

EVANGELIO DE SAN LUCAS

EL SECRETO DE LA FELICIDAD

Hay frases con las que te encuentras sin buscarlo y que te dejan más huella de la que pensabas.

En los inviernos de mi adolescencia, solía quedar con mis amigas en una cafetería que tenía un futbolín bien baratito y que nos permitía estar mucho tiempo jugando. Por supuesto muchas veces estaba ocupado y nos tocaba esperar mientras charlábamos y nos tomábamos algo. Como es habitual en estos lugares, en las paredes había carteles, publicidad variada y tenía una especie de tablón de anuncios donde la gente ponía lo que quería. Y allí me la encontré. Una frase que me hizo pensar entonces y de la que me he acordado en muchas ocasiones años después.

«El secreto de la felicidad está en
tener algo que hacer,
alguien a quien amar
y algo por lo que esperar»

Luego averigüé que la frase, levemente distinta pero con el mismo sentido, era de Thomas Chalmers, ministro presbiteriano, teólogo, escritor…
Yo, católica, ni siquiera sabía si estaba bien leer cosas de este señor, o si era bueno que aquella frase me estuviese dando tanto en que pensar… pero aquí sigue conmigo.
Reaparece cuando estoy inquieta porque sé que la pereza está ganando terreno disfrazada con mil excusas.
Reaparece cuando miro hacia dentro y veo que estoy más pendiente de mí que de querer bien a los otros.
Reaparece cuando me descubro feliz, con pequeñas cosas que dan sentido a lo que vivo.
Y es cuando menos curioso aunque no sorprendente, que haya vuelto a aparecer en pleno Adviento.
Porque este Adviento me quiere traer algo que yo, y muchos a mi alrededor necesitamos mucho, este año si cabe más que nunca.
La ESPERANZA.

 

ACÉRCATE

EVANGELIO DE SAN MATEO 1, 18-24

MANERAS DE ESPERAR A DIOS

Creo que para un cristiano la palabra «esperar» debería tener siempre un significado activo. La espera no puede separarse de «buscar y hallar», de «actuar», de «compromiso», de lo que un tal Ignacio de Loyola entendía por «en todo amar y servir». La espera está llamada a ser verdadera pasión, agradecida, misionera, auténtica sed de Dios.

En mi opinión, hay dos arquetipos de la espera que ponen gráficamente de manifiesto dos concepciones contrapuestas de entender la espiritualidad.

De un lado, estaría «esperar el autobús»: se trata tan solo de tener paciencia y ocupar el tiempo, de «dejar que el tiempo pase», y que lo haga lo más rápidamente posible. Sabemos que el autobús llegará más tarde o más temprano… El tiempo que tarde en llegar el autobús es, casi siempre, tiempo perdido. Conozco los horarios, con lo cual hay poco lugar para variaciones. Incluso si se retrasa, sabemos casi con total seguridad que se debe al atasco matutino. Nada de lo que hagamos hará que el autobús llegue antes. Es una espera que sabe, casi con total certeza, cómo será el término de la misma, qué aguarda al final. Hay poco lugar para lo imprevisto, para la novedad. Si salgo de casa siempre a la misma hora, casi seguro que tendré que esperar siempre lo mismo en la parada del autobús. Hay una manera de entender la espiritualidad que conoce perfectamente todo el camino a recorrer (incluso ya sabe de antemano la voluntad de Dios). Donde no hay lugar para los cambios, la novedad, lo impredecible... Dónde y cómo haya encontrado a Dios en el pasado, lo encontraré en el futuro… Y es que podemos esperar como quien tiene a Dios domesticado.

Hay otro arquetipo de la espera. La espera de una mujer en estado de buena esperanza. La llegada de quien ha de venir es no solo deseada sino anticipada, soñada, ilusionada. Antes de su llegada ya está presente, forma parte de nuestra vida y la condiciona. Es una espera que también conlleva miedos, que nos cambia la vida y que nos la cambiará aún más. Esa espera cambia nuestro cuerpo, nuestra psicología, nuestra autodefinición, nuestro ser. Es una espera que a menudo presenta anticipos. Es una espera en la que deseamos dar la bienvenida. Es una espera habitada por quien ha de venir (hasta se pueden sentir sus pataditas). Es una espera en la que hay cabida para nuestra acción; una espera que nos enraíza en la vida. Hay una manera de entender la espiritualidad que está abierta a «un Dios siempre mayor», siempre nuevo. Un Dios que da y se da, que habita las cosas, que trabaja por mí, que desciende a mi vida y a mi tiempo, a nuestras vidas y a nuestros tiempos. Esta segunda manera de esperar presupone que toda realidad está habitada por Dios. Esta espera significa poner en Alguien nuestra esperanza, y ese alguien no soy yo ni mi actividad. Correlativamente, la esperanza conlleva una espera para que no se trate simplemente de una ilusión. Para que no nos precipitemos por nuestras «fuerzas», sino que estemos preparados para recibir a ese Alguien. «Vivir de esta manera la experiencia humana, el tiempo, equivale a vivir cada momento de cara a Dios, a lo definitivo. El aquí y ahora se densifica de tal manera que ya no hay que buscar más u otra cosa. La vida adquiere la plenitud e intensidad de lo último». (J.M. Mardones).

 

JUEVES 17 de diciembre 2021. "LA ESPERANZA TIENE UN NOMBRE: JESÚS DE NAZARET"


 

EVANGELIO DE SAN MATEO 1, 1-17

RECUPERAR EL ADVIENTO


Esto no es solo el tiempo previo. No es únicamente una temporadita que tiene que pasar para que llegue algo bueno. El Adviento tiene su propio ritmo, su propia historia, su propio encanto. Es el tiempo de prepararse. 

Es tiempo de anticipar, con ilusión, algo bueno… Es tiempo de abrir las ventanas de fuera y de dentro, para que se airee la vida y se renueve la esperanza. 

Es el tiempo del deseo, de las expectativas, de las promesas que te llenan de expectativas. Quizás estas últimas semanas puedo vivir este tiempo con toda la hondura que me ofrece.




JUEVES 16 de diciembre 2021, "¿QUÉ SALES A VER EN ESTE ADVIENTO?"


 

EVANGELIO DE SAN LUCAS 7, 24-30

MARANATHA: VEN EN EL MILAGRO DE LA VIDA

De manera entrañable, Señor, nos ofreces tu visita. Y es que nos llegas de humanas entrañas: las de María y las de cada mujer gestante; las de cada hombre y cada mujer que te acogerán en ese inmaduro piel con piel tras el parto en el que mutuamente reconocernos. Serán protagonistas de la escena tu pequeñez y la nuestra. Vulnerables, con la embriaguez del desconcierto de la criatura que sale del vientre y de quienes, tras meses de saberse a la espera, te acogen igualmente desconcertados.

Y es que nos propones que gestemos tu vida en la nuestra, desde lo profundo, lo íntimo, lo más verdadero de nuestro ser. Y que, llegado el momento, te demos a luz, te alumbremos.

Te esperamos activamente en cada paseo, en cada visita a la matrona (parteras de vida en medio de la vida), en cada desvelo, en cada analítica… en cada entrevista con las personas de los servicios sociales que decidirán si tú ¿o tú? tendréis al final el hogar que se os ha preparado… Que nada ponga en riesgo tu venida, que nada falle en el proceso, que se haga el milagro, la naturaleza, el instinto, el grito… la Vida.

Se ensanchan el cuerpo y el alma, no sin dolor y sin esfuerzo, y con la desmedida alegría 'encordonada' que da sentido a cada dolor insoportable del parto.

Ven sin prisa, que nos hace falta este tiempo para imaginarte en nuestra vida con esta nueva calidad de presencia. Sigue al calor de esta forma que tenemos ahora de cuidarte, de pensarte, de acogerte.

Ven a tu tiempo, que tendremos la lámpara encendida… la bolsa preparada, la casa templada, el pecho dispuesto, la vida plagada de dudas, de besos, de grietas, de abrazos, de lágrimas, de miradas… para contemplarte en nuestro pesebre de barrio y campo.

Ven en ella, y en cada bebé de nuestro mundo, de aquí, de allá… Te esperamos donde hay techo y hogar, y donde no lo hay; en los lugares cálidos y los gélidos, con todo lo necesario, con nada de lo imprescindible…

Ven, que te espera el amor. En la familia en que naces o en la que te acoge nacido quizá ya hace años.

Ven, Señor Jesús… que este hogar se ha forjado a fuego lento y, en nuestra limitación, desbordados de sueños y esperanzas, ya queremos verte el rostro.

 

TE ESPERARÉ


Es por Tu AMOR Señor que no me rendiré

Y aunque quebrado estoy, me sostendrá la fe

Es por Tu Amor Señor, que llegaré hasta Ti
Y pediré perdón por todo lo que fui

Es por Tu Amor Señor , que no veré hacia atrás
Solo confiaré en Ti , Tu voz me guiará
Es por Tu Amor Jesús que cambiaré mi mal
Tu Bien obrará en mi otro milagro más.

Es por Tu Amor Señor , que aún canto para TI
No por lo bueno que soy porque te conocí

Es por Tu Amor Señor , que sabré amar mi cruz
Tu gracia bastará me alumbrará tu luz

Es por Tu Amor Señor que pequeño me haré
Para llegar allí, a lavarte los pies
Es por Tu Amor Señor , que llegaré al final
cantando a viva voz que nadie me amó igual...

Es por Tu Amor Señor , que no me rendiré…
Y aunque cansado estoy te esperaré

R de Luz
 



EVANGELIO DE SAN MATEO 17. 10-13

UN SOLO MUNDO, POR MÁS QUE NO LO VEAMOS

El mundo mira a África con cierta preocupación, y no por los problemas endémicos que llevan azotando durante décadas la vida de millones de sus habitantes a través de la pobreza, el hambre y la violencia, más bien por la aparición de una nueva variante que se convierte en la enésima vuelta de tuerca de una pesadilla que todavía está lejos de acabar. Nuestra triste experiencia nos dice que lo que parecen casos esporádicos, en unas semanas nos puede complicar la existencia, y no es exagerado afirmar que muchos de nosotros estamos ya bastante agotados.

A estas alturas sabemos que nuestro mundo globalizado tiene aspectos positivos y cientos de oportunidades, pero que también conlleva asociados otros tantos riesgos que conviene tener en cuenta porque ya no hay vuelta atrás. Hoy en día, lo que ocurre en una parte del planeta afecta al resto del globo, porque como insiste el papa Francisco en Laudato si': «todo está conectado». Y lo que sucede en China afecta a Europa y a cualquier otro país del mundo, y viceversa. Algo que se ve más claro en otras realidades como son la ecología, el comercio, las guerras o los recursos energéticos, y así en otras tantas dimensiones. La dificultad es que esto también se aplica a los remedios, pues no aplicar soluciones globales a problemas globales solo lleva a poner parches transitorios a un dolor de cabeza que no se resuelve solo. Es más, me atrevería a decir que las soluciones locales para problemas globales calma el dolor de forma transitoria en algunos lugares del mundo, aunque con el tiempo suelen sembrar frustración y demasiada desesperanza.

En mi humilde opinión, con las estadísticas que tenemos y con tantos muertos de por medio, dudar de la eficacia objetiva de las vacunas tiene bastante de insensatez, algo de ingenuidad e incluso una pizca de mala leche. Sin embargo, la apuesta de gran parte de los países de Occidente por centrar sus esfuerzos únicamente en ellos mismos y olvidarse de otros países que no disponen de tantos recursos puede provocar que surjan nuevas variantes –este puede ser un ejemplo claro– y que el enemigo siga a las puertas por más PCRs, restricciones y campañas de vacunación que podamos realizar. La solución para esta pandemia –y para otros tantos retos globales– solo llegará si se plantean respuestas coordinadas y globales donde todos estén incluidos, porque evidentemente la humanidad solo estará a salvo cuando cada persona de este planeta esté sana y salva.