DOMINGO 28 de agosto de 2022 INVITA A LOS POBRES Y VIVIRÁS CON DICHA


 

EN LOS ÚLTIMOS PUESTOS


 

VIVIR A LA INTEMPERIE


En nuestro mundo se  multiplican los mecanismos de defensa. La seguridad es un valor. Y digo yo, ¿a fuerza de vivir en espacios seguros, en lugares 'limpios', en burbujas cómodas, no estaremos olvidando el sabor del riesgo, de la lucha, de la tormenta, del viento que te zarandea, pero te hace sentir rabiosamente vivo? ¿Tanta quietud y serenidad no puede hacerme olvidar que el Reino se construye en las tormentas?

 

MARTES 23 de agosto de 2022 LO QUE ES DE DIOS , VERDADERAMENTE ES GENUINO, AUTÉNTICO, Y NACE COMO UNA FUENTE DESDE EL INTERIOR

EVANGELIO DE SAN MATEO 23,23-26

HAY QUE FRENAR


 Qué barbaridad. Parece que el tiempo no se estira lo suficiente. No llego, no puedo, no alcanzo, no lo consigo… Ahora clases, luego actividades, grupos, citas, voluntariado, partidillo, gimnasio, mi programa favorito, un cafetín, estudiar, charlar, preparar algo que tengo pendiente, escribir una carta debida desde hace tiempo, leer… A veces la vida va a cámara rápida. Creo que con tal inflación de obligaciones lo que gano en eficacia lo pierdo en calidad de vida y de relaciones, y a veces dudo de si al fin estoy viviendo en la superficie de las cosas por incapacidad de parar.

CRUZANDO FRONTERAS

QUE TU LUZ ALUMBRE MI CAMINO

DE TURISTAS Y GUÍAS


Un turista es una persona pegada a un mapa, cuyo campo de visión oscila entre sus manos (donde tiene el mapa) y el horizonte en el que quiere moverse. Sin el mapa no es nadie, pero el mapa, aquella pequeña cosa, es un seguro de vida, le hace encontrar el camino que tiene que recorrer, le confirma si su meta es lejana o cercana, le asegura si va en dirección correcta o le alerta si va en la contraria.

Algunos turistas tienen la suerte de tener un guía y, especialmente si es un amigo, entonces todo cambia. Te fías de esa persona que conoce los caminos, te pones en sus manos sin dudar de que te llevará a los mejores sitios, a los más interesantes, a donde tú querrías ir. Te fías de su experiencia. Él ya ha recorrido el camino primero y por eso tú ahora le sigues. Pero cuando llegas a los sitios, ahí, tú vuelves a tener el papel principal, el guía te explica, te da datos, pero la experiencia de ver las cosas, de descubrir los detalles y grabarlos en la retina, eso solo lo puedes hacer tú.

Cuando vuelves a un sitio donde ya ha estado antes eres un poco menos turista. Aquello no es tu casa, pero empiezas a sentirse en ella; ya no te guía el mapa, y tal vez tampoco el amigo, sino el recuerdo de los sitios familiares, por los que has pasado y en los que disfrutaste, allí donde te ocurrió algo. Pero no te quedas ahí; te aventuras a descubrir nuevos lugares, nuevas rutas, has perdido el miedo a extraviarte, porque sabes que al final todos los caminos llevan a Roma.

Y entonces llega ese último momento, en el cual de turista te acabas convirtiendo en guía, y ahora eres tú el mapa andante de amigos o familiares que quieren conocer aquel sitio del que tanto les has hablado. Y como guía disfrutas contando aquello que ves, y lo haces desde tu perspectiva, desde tus emociones, pasiones... no puedes dejar de transmitir aquello que llevas dentro, para que el otro pueda empezar a gustarlo a su propia manera.

Y digo yo, ¿No será que en el camino del seguimiento de Jesús somos a veces turistas y a veces guías?

DEL PERDÓN A LA "PEREGRINACIÓN PENITENCIAL"


 

El Papa besa la mano de una anciana indígena durante la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto

Todo viaje papal puede (también) contarse en imágenes. Esto es quizás aún más cierto esta vez, tan fuerte fue el valor simbólico de los eventos y reuniones, comenzando por la del pasado lunes en Maskwacis, que tuvo su conexión ideal con la que concluyó en Iqaluit, con los jóvenes y ancianos inuit. El Papa rezando en silencio en su silla de ruedas en el cementerio de la comunidad de Ermineskin. 

El Papa besa la pancarta roja con los nombres de los niños que murieron en las escuelas residenciales y luego se coloca, sin ayuda de un bastón, delante del jefe indígena "Águila dorada", que se coloca un tocado en la cabeza en señal de respeto y reconocimiento de la autoridad. De nuevo, ese gesto de devolver los mocasines rojos, símbolo del dolor de tantos chicos indígenas, que le habían regalado en el Vaticano hace cuatro meses. La imagen de Francisco absorto en la meditación a orillas del lago Ste. Anne, un lugar que une a los pueblos indígenas y a los fieles católicos en la devoción. Una instantánea con sabor evangélico que nos devuelve a las fuentes de la fe y que, como destacó en su homilía, nos hace imaginar otro lago, a miles de kilómetros de distancia, el de Galilea indisolublemente unido a la vida y la predicación de Jesús.

Incluso un gesto "ordinario" como la bendición de una imagen sagrada adquiere aquí un valor "extraordinario". Cuando el Papa, en la Iglesia del Sagrado Corazón de los Pueblos Originarios, bendice la estatua de Kateri Tekakwitha, la primera mujer indígena norteamericana proclamada santa, nos está diciendo de hecho que la levadura del Evangelio puede, o más bien debe, crecer y fecundar a los pueblos que encuentra sin anular su identidad y su patrimonio cultural y espiritual, porque la fe se anuncia, no se impone. Luego hay un gesto que no llegó a los titulares, pero que da testimonio no sólo del significado profundo de este viaje, sino de uno de los principios rectores del ministerio petrino: "la revolución de la ternura". El jueves, al final de la Misa en el Santuario de Santa Ana de Beaupré, una madre llevó a su hijo, que sufría una grave malformación, al Papa para que lo bendijera. Fue un momento muy dulce con el Papa, que no sólo bendijo al bebé, sino que lo sostuvo en sus brazos junto a la madre. También en esta ocasión, como en tantas otras durante el viaje, la silla de ruedas no impidió su cercanía a la gente. Por el contrario, esta condición de fragilidad hizo -si cabe- al Papa aún más cercano a los que sufren.

Francisco nunca se mantuvo alejado del dolor de las personas que conoció. Para escuchar, para escuchar con el corazón -ha testificado muchas veces- hay que estar cerca del prójimo. Una actitud que se vio muy bien en el encuentro de ayer con los antiguos alumnos de la escuela residencial de Iqaluit, "al borde del mundo". Francisco se sentó entre ellos en una fila de sillas en forma de círculo, colocándose así "como un igual". Habiendo llegado a sólo trescientos kilómetros del Círculo Polar Ártico, reafirmó concretamente con este gesto que el pastor debe oler a las ovejas, especialmente a las más lejanas y heridas.

Un viaje, por tanto, en el que los gestos y las palabras, los discursos y las acciones concretas se entrelazaron armoniosamente, como los hilos de las bandas de colores de las túnicas de los indígenas. El gesto, parafraseando al conocido mediático Marshall McLuhan (canadiense y católico), se convirtió así en un mensaje. Un mensaje de amor y reconciliación.

Vatican NEWS
 

JUEVES 4 de agosto 2022, "DEJO QUE EL ESPÍRITU SERENE MI VIDA"


 

EVANGELIO DE SAN MATEO 16, 13-23

¿QUÉ BIEN SE ESTÁ AQUÍ!

¿Cuándo fue la última vez que, cerca de alguien o en algún lugar en particular, te sentiste 'tan bien'? Me gusta escuchar a los jóvenes que están a gusto en un lugar, que les agrada estar en un sitio en particular, o «¡este lugar mola!»

Es curioso, pero todo el tiempo estamos relacionándonos con otras personas, yendo de un lugar a otro, pero pocas veces nos detenemos a pensar, ¿Dónde y con quién me siento verdaderamente a gusto? ¿Dónde y con quién me siento en paz? ¿Dónde y con quién me siento libre? ¿Dónde y con quién me siento seguro, amado y perdonado?

No con todas las personas y no en todos los lugares nos sentimos bien. Hay personas que tienen ese don maravilloso de crearte unas 'condiciones' tales, que te permiten ahondar en la propia interioridad y conectar mejor con los demás. Son seres humanos sin ninguna cualidad extraordinaria aparente, pero poseen ese don precioso de permitirte que seas tú mismo porque ellos lo son.

Son personas que parecen estar totalmente dispuestas a permanecer cerca de ti, aun cuando lo que tengas para mostrar no sea otra cosa que el 'chiquero' que todos llevamos dentro. Son personas que te esponjan el alma, te acarician el corazón, y te enriquecen el espíritu. Necesitamos más de esas personas. Desgraciadamente, muchos lugares eclesiales no son lo acogedores que deberían ser, ni las personas que tienen por oficio de animar a los demás parecen estar prestando bien ese servicio.

Necesitamos convertirnos, tú y yo, en personas con capacidad para contener, acompañar, ayudar, colaborar con los demás para que descubran la belleza que anida en ellas. Ayudar a que el otro esté a gusto consigo mismo. Estoy convencido de que nadie comienza un camino de maduración, un despertar espiritual, si no se acepta primero como es y como está. Solo entonces emprenderá un camino de transformación espiritual.