ACOMPÁÑAME EN MI CAMINAR
Dios Padre Bueno, guíame,
acompáñame en mi caminar,
hacia la felicidad plena contigo.
No dejes Señor
que me detenga
en el camino emprendido.
Enséñame a seguir esperando
aunque no vea resultados;
a seguir trabajando
con paciencia
a pesar de los fracasos.
En el camino de la conversión
he de ir desprendiéndome
de todo lo que me pesa
y me hace fatigoso el caminar.
Pero creo, Señor,
que Tú conoces mis anhelos
y no dejarás
mi vida infecunda.
Creo y espero porque amo
y necesito ser amado.
Y yo sé Señor
que Tú me amas.
Amén.
Hermanas clarisas de Huesca
LATINOAMÉRICA ENFRENTA SU MAYOR CRISIS EN DÉCADAS

Cuando en España avanzamos en la «nueva normalidad», lloramos a las víctimas de la pandemia y esperamos el alta de los que siguen hospitalizados, en Latinoamérica la realidad continúa siendo muy preocupante
¿Cómo sustituir la principal comida diaria en las escuelas a 85 millones de niños? ¿Cómo confiar en las medidas de algunos gobiernos corruptos y autoritarios que promulgan leyes para que policías y soldados pueden vulnerar derechos con total impunidad?
¿Cómo afrontar la distancia social viviendo hacinados en los asentamientos de Quito o Tegucigalpa? ¿Cómo lograr el aislamiento de las comunidades indígenas del Amazonas sin desatenderlas sanitariamente? ¿Cómo tratar a los contagiados con una infraestructura sanitaria tan básica en la que palabras como UCI o respirador suenan a ciencia ficción? ¿Cómo adoptar medidas de higiene cuando 37 millones de personas no tienen agua potable? ¿Cómo sobrevivir al confinamiento cuando 140 millones viven de la economía informal y buscan su sustento diario en las calles de ciudades como Lima o Guatemala? ¿Cómo sustituir la principal comida diaria en las escuelas a 85 millones de niños? ¿Cómo confiar en las medidas de algunos gobiernos corruptos y autoritarios que promulgan leyes para que policías y soldados pueden vulnerar derechos con total impunidad?
La crisis del coronavirus no es solo una emergencia sanitaria; Latinoamérica se enfrenta a la mayor crisis económica de las últimas décadas. Según datos de la Comisión Económica para America Latina y Caribe, la recesión va a provocar que 30 millones de personas bajen al nivel de la pobreza absoluta, se incremente el desempleo, se acentúe la desigualdad de género y se dé un importante paso atrás en la sostenibilidad ambiental.
Parecería que el modelo de la globalización se ha agotado: el acaparamiento de tierras para exportar productos que ahora nadie comprará, las remesas de emigrantes que no llegarán, el sector turístico que no recibirá visitas, etc. El colapso está siendo tan brutal que en muchos países se oye ya el grito «prefiero morir por el coronavirus que morir de hambre».
Hay que preparase para una recuperación de la salud y el bienestar de todos los pueblos latinoamericanos y de nuestra «casa común», y que esto sea el centro de todas las políticas y la guía que oriente la solidaridad con los más desfavorecidos.
Poblaciones vulnerables
En todo el continente americano hay un flujo importante de personas como consecuencia de los conflictos armados, sociales y políticos. Solo en Colombia se calculan ocho millones de desplazados internos y casi dos millones de migrantes venezolanos. Ellos son uno de los grupos más afectados por la pandemia. Discriminados por la población de los lugares de acogida, carecen de lo más esencial: atención sanitaria, alimentos, trabajo y techo.
Las comunidades indígenas, ya en situación de vulnerabilidad a causa de enfermedades congénitas, desnutrición y carencia de agua potable, van a sufrir la crisis sanitaria y alimentaria de manera grave. La mayoría de los gobiernos, que deberían estar protegiéndoles, están dando facilidades a las industrias extractivas, hidroeléctricas y de agricultura y ganadería extensiva, en detrimento del medio ambiente y del respeto a sus derechos
Permanecer al lado de los más golpeados
Manos Unidas es una ONG de desarrollo y no debe cambiar radicalmente su forma de trabajar, pero tampoco podemos desatender las peticiones de ayuda humanitaria que nos llegan para apoyar a los colectivos más golpeadospor la pandemia: migrantes y refugiados, indígenas, campesinos sin tierra, personas mayores, víctimas de la represión, de la violencia de género y menores de edad que sufren violencia sexual.
En este actuar estamos priorizando la agricultura familiar que garantice el acceso a alimentos a un coste razonable, para lo cual tenemosque facilitar semillas de ciclo corto, como el maíz o el frijol. Nuestro trabajo de los últimos años en seguridad alimentaria y economía solidaria están resultando cruciales en este momento para muchas comunidades.
Finalmente, tendremos que apoyar la participación de nuestras contrapartes en la sociedad civil organizada, para que incidan en la defensa de los derechos y necesidades de la población más vulnerable.
Juan de Munátegui/Manos Unidas
BAJO TU AMPARO NOS ACOGEMOS
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita! Amén
M Nieves
MI SALVACIÓN ES PARA TODOS LOS PUEBLOS
Dice el Señor, que me formó desde el vientre como siervo suyo para reunir a Israel:«Eres mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer a los supervivientes de Israel. Y te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».
Pueblo de Dios
FRENTE AL ESPEJO. LOS DE FUERA

Entre los que no están dentro de la Iglesia en el sentido estricto, que no participan o no se sienten incluidos, se encuentran los que sí sienten curiosidad. Existe un grupo numerosísimo de personas que ven en la Historia y la religión, material de interés para crecer desde un punto de vista personal.
Es una visión interesante en la que el diálogo se da por supuesto y que ayuda a construir relatos de gran profundidad. A los curiosos hay que abrirles las puertas (más si cabe) de nuestras comunidades. No tener miedo a exponerse es el primer paso para que el diálogo sincero cale. Pero también hay que dejar que sean ellos quienes hablen de nuestras historias. Que desde fuera, con otra perspectiva, quizá menos apasionada o menos partidaria, hablen de nosotros con la libertad de quien no gana ni pierde nada con ello.
Para ello, los que somos 'de dentro', tenemos que aprender muchas cosas que pueden ayudar a este proceso de diálogo. Para empezar, asumir que el tiempo en que nuestra cosmovisión era hegemónica ya terminó. Es decir, no podemos –ni siquiera aunque queramos– establecer el intercambio desde la idea de que nosotros tenemos la completa verdad y la razón. Empezar así solo puede espantar a quien busca las razones de su existencia en lugares por los que nunca ha transitado. Tenemos que recuperar la humildad de saber que somos ya una minoría y que necesitamos de otras visiones para enriquecernos entre todos. No hay más camino, aunque nos resistamos a él.
También tenemos que hacernos cargo de que, durante este diálogo, habrá veces que no se nos entienda, que se nos entienda y no se nos acepte y que, incluso, a veces se diga de nosotros cosas que no nos gusten. Esto forma parte intrínsecamente necesaria de la conversación en la frontera.
Cuando todo esto ocurra, entonces también tendremos que aprender dos cosas: la primera, a seguir dialogando, a seguir intercambiando pareceres, a seguir tratando de explicarnos mejor. A veces para convencer, a veces simplemente para que se nos entienda; otras como oportunidad para repensar nuestras estructuras y presencias. Cuando el proceso comienza ya no es admisible una vuelta a la seguridad de la tribu. Eso hablaría peor de nosotros que cualquier otra cosa. Además, los curiosos seguirán ahí. Y, o sacian su curiosidad con la fuente de la misma, u otros hablarán por nosotros.
Lo segundo que tendremos que aprender cuando comience el diálogo es a responder. Y para ello nos tendremos que situar en el mismo punto que con los que desconocen: tendremos que separar el grano de la paja. Quizá, algunas de nuestras actitudes o tradiciones ya no sirven. Quizá el «siempre se ha hecho así» se ha convertido ya no en una reivindicación de la Tradición, sino en un lastre: el papel de la mujer, la diversidad sexual en nuestras comunidades, nuevas fórmulas pastorales… Todo esto exige que ya no se haga más «así». Quizá la verdadera Tradición de la Iglesia es vivir en territorio comanche adaptándose al medio y dando una Palabra de esperanza desde el Evangelio.
Los curiosos que no se sienten parte de nuestra tradición están buscando alguien con quien comparar opiniones y creencias. Respuestas a las preguntas que el mundo no les puede dar, porque el mundo muchas veces se ha quedado sin respuestas de profundidad. Un mundo en que los modos de producción y de consumo ya no llenan a los corazones inquietos. Y ahí es donde nosotros tenemos una respuesta.
LEER SIEMPRE ENRIQUECE
Leer es quizás la forma más emocionante de viajar. Te permite adentrarte en la intimidad de otro hombre, explorar su alma y comprobar que casi todos compartimos la misma fragilidad.
Rafael Narvona
SABER CRECER EN LA DIFERENCIA
'No juzguéis...' Saber ponerse en el lugar del otro, entender y comprender sus circunstancias, aplicar el beneficio de la duda, preguntar en vez de sentenciar, aceptar más y etiquetar menos, saber crecer con la diferencia y la discrepancia...
BNdiaria
TIEMPO DE MILAGROS

No sé si creo en un dios demasiado milagrero. Tal vez soy demasiado conformista, o mi fe es demasiado racional. Tal vez me falta ambición creyente. Pero los milagros, para mí, son todo y nada. Me explico. En tiempos de Jesús llamaron milagros a cosas extraordinarias (que entonces no tenían explicación, y muchas de ellas tal vez hoy sí). Es verdad, hay cosas asombrosas en la vida. Pero entiendo que a mucha gente le repatee pensar en los milagros como intervenciones arbitrarias de un Dios que, cuando quiere, cambia las dinámicas de su creación porque sí. O entiendo que haya gente inquieta, que ante ese Dios que sólo deja la opción de “callarse y acoger el misterio”, porque sus designios son tan inescrutables, prefiera prescindir de lo divino. Entiendo que haya gente para quien la afirmación de que algunas cosas absurdas pasan es que "así lo ha querido Dios” le deje indignada con ese Dios…
Por eso me cuesta aceptar esa actuación intempestiva de Dios. A veces, cuando nosotros insistimos en los milagros (por ejemplo, para probar la santidad, como si le exigiésemos a Dios una garantía), me viene a la cabeza la desesperación de Jesús contra aquellos que pedían signos para poner a prueba a Dios… Y es que, de alguna manera, milagros son cosas mucho más cotidianas y al tiempo admirables. El milagro eres tú cuando amas a otra persona sin exigirle nada. Somos nosotros, cuando perdonamos, mucho más allá de la lógica o de una justicia contable. El milagro soy yo, y tú, que, con todas nuestras pequeñeces, sin embargo podemos proclamar a un Dios bueno, podemos crear caminos para ser recorridos por hombres cansados.
El milagro eres tú, y soy yo, cuando, aun en las circunstancias más adversas somos capaces de sonreír con una semilla de esperanza. Eres tú, y soy yo, cuando acariciamos la vida. Hoy es milagro compartir sin cálculo (que los cestos ya están llenos de panes y peces, pero a muchos no les llegan). Es milagro nuestra capacidad de abstraer, admirar, pensar, avanzar y querer. Es milagro nuestra imaginación que nos permite descubrir nuevos horizontes. Lo es, en fin, la capacidad de entregarse sin condiciones, sin marcha atrás, sin tacañerías, a los otros. Es milagro, al final, decir en voz alta las bienaventuranzas, y sentir que esa verdad te quema y te apasiona. Y cuando miro en torno, y percibo esos milagros, entonces intuyo, agradecido, a Dios.
NO HAY QUE USAR MUCHAS PALABRAS
Para rezar no hay que usar muchas palabras. Un silencio que deja sitio, un silencio que hace que escuchemos más y mejor. Las palabras justas que salgan del corazón. No se trata de convencer a Dios, Él ya esta convencido... nos ama.
BNdiaria
LA VERDAD NOS HACE LIBRES

Frente a la violencia, dignidad. Frente al insulto, ideas. Frente al acoso, ni caso. Frente a la infamia, la verdad. Frente al troleo, indiferencia.
jmolaizola
COMPADECERSE

Splankhnizomai. Esta palabra griega, tan difícil de pronunciar significa “conmoverse en las entrañas” y se suele traducir por “compadecerse”. Es la palabra griega con que los santos Evangelios nos hablan del movimiento interior de nuestro Señor cuando veía a las multitudes “como ovejas sin pastor” (Mt 9,36), o ante el joven atacado por un espíritu inmundo(Mc 9,22), o la viuda que perdía a su único hijo (Lc 7,13). Las entrañas de Cristo se conmueven, se revuelven ante el sufrimiento humano. Y actúa por su salvación.
Cristo tiene un corazón compasivo, que sufre con y por nosotros. Esta cualidad de su Sagrado Corazón, que podemos contemplar efectiva durante su paso por esta tierra, permanece después de su resurrección y su glorificación. Cristo Glorificado, que vive y reina eternamente, sigue teniendo ese corazón humano que se conmueve, que sufre por nosotros, que se entrega por nosotros y nos restaura. En Él confiamos. (foto: jijake1977 via Wunderstock (license)
Espiritualidad Ignaciana
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