SÁBADO, 27 DE JULIO DE 2021. MT 13, 24-30.
TRIGO, CIZAÑA, PACIENCIA.
Por aquel
entonces, Jesús propuso otra parábola al gentío: "El Reino de los Cielos
se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los
hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó.
Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña.
Entonces fueron los criados a decirle al amo: Señor, ¿no sembraste buena
semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña? Él les dijo: Un enemigo lo ha
hecho. Los criados le preguntan: ¿Quieres que vayamos a arrancarla? Pero él
respondió: No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo.
Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los
segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el
trigo almacenadlo en mi granero". La parábola de la cizaña está tomada de
la agricultura. El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena
semilla en su tierra. Aprovechándose del silencio de la noche, cuando no había
peligro de ser descubierto, su enemigo sembró cizaña encima del trigo. Cuando
nace, el tallo y las hojas de la cizaña se parecen tanto a los de la espiga de
trigo, que solo los muy peritos lo pueden distinguirlos. Solo cuando la cizaña
comienza a echar espigas se la puede distinguir claramente de la espiga del
trigo. Los criados, al advertir las espigas de la cizaña mezcladas entre las
del trigo, acuden alarmados al señor, quien sospecha en seguida una vil
venganza del enemigo. Tal como señala la parábola, los criados se muestran
prestos para arrancar la cizaña, pero se opone el señor, temeroso de que juntamente
con ella arranquen también el trigo. La parábola nos advierte que existe un
enemigo que desea sembrar cizaña. Hemos de estar atentos. Además, no sembremos
cizaña con nuestras palabras y con nuestras obras. Por lado, en nuestra
relación con los demás, imitemos la paciencia del amo que esperó hasta el
final.