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ILUMÍNAME


Porque hay mañanas en las que siguen las sombras de la noche
Porque a veces las nubes no se mueven de mi cielo.
Porque tengo vendas en los ojos que ni yo quiero quitar.
Porque cierro puertas y ventanas.
Y me empeño en que el flexo sustituya al sol.
Porque sin Ti, mi horizonte se estrecha
Y mi suelo se quiebra.
Porque sí. Porque te necesito.
Ilumíname.

Oscar Cala sj

 

QUE NO ME QUEDE MIRANDO, SEÑOR

 

A tu cielo, cuando bien sé,
que Tú me quieres mirando a la tierra.
Sin descuidar la viña que has plantado
Esa viña que es vigorosa
y, de la cual, Tú eres su amo
y yo, en la medida de mis fuerzas, simple siervo.
Que no me quede mirando, Señor
cómo te marchas de nosotros
y sí pensando qué puedo hacer por tu Reino
En dónde y cómo proclamar tu mensaje
De qué forma ser un heraldo del Evangelio.
Sí, Señor; te confieso
que miro demasiado a las nubes
y olvido que, es en la tierra,
donde he de sembrar y llevar tu santo nombre.
Que es en los hombres, y no en los ángeles,
donde he de poner mi pensamientos y mis afanes.
Que no me quede mirando, Señor,
la luz que destellan las estrellas
cuando, bien lo sé, que Tú me necesitas
como antorcha viva en medio de tu pueblo
Que no me quede mirando, Señor, hacia lo alto
para buscar justificaciones
y alejarme de las dificultades del duro asfalto.
Pero, una cosa te pido, Señor:
Tú, sígueme mirando
Sigue de cerca la pista de mi camino
Para que, mi lenguaje, sea el amor
Para que, tantas serpientes que acechan,
las pueda aniquilar con la fuerza de la fe
con el timón de la esperanza
con el auxilio de tu Palabra.
Aunque, al cielo te vayas, Señor,
condúceme con la fuerza de tu Espíritu
para que, en un mundo ruidoso,
pueda gritar que eres la salvación,
la vida, la alegría el horizonte del mañana
Haz, oh Señor, que tu ascenso al cielo
sea razón y fuerza
para seguir trabajando por tu Reino
aquí y hoy en la tierra.
Amén.
Javier Leoz
Fiesta de la Ascensión del Señor

AYUDANOS


Ayúdanos, Señor
A no hacer del amor, una carta de poesía
A no servir el amor, en pequeñas dosis
A no ofrecer el amor, a según quién y cómo
Ayúdanos, Señor
A ver en los hermanos, tu rostro
A volcarnos por amor, aunque recibamos abrojos
A ser siervos, antes que dueños
A ser vasallos, antes que reyes
Ayúdanos, Señor
A pedir la fuerza de lo alto, para vivir en el llano
A buscar el cielo, sin perder el vértice de la tierra
A vivir en la tierra, sin perder el ancho cielo
Ayúdanos, Señor
A conocerte, amando sin esperar nada a cambio
A revelarte, por el amor que sembramos
A anunciarte, con el amor que regalamos
Ayúdanos, Señor
A seguir tus huellas, por las sendas del amor
A seguir tus Palabras, con palabras de amor
A meditar tus acciones, con acciones de amor
A fortalecer nuestra fe, con el compromiso en el amor
Ayúdanos, Señor
A ir al fondo de todo
Porque, en el fondo de ese todo,
Hay una fuente de amor.
Y, esa fuente de amor y de ternura,
Eres Tú, Señor.
Amen

DANOS LA FRATERNIDAD


Hoy, te pedimos, Señor, lo más precioso:
que nos veamos en nuestras verdaderas caras,
para que no nos creamos importantes,
y hagamos sitio en nuestro corazón
para nuestros hermanos y para Ti.

Te pedimos, Señor, lo más decisivo:
que no nos pongamos a nosotros mismos
en el centro de nuestro corazón;
que sintamos deseos de los demás
y que sintamos deseos de Ti.

Te pedimos que no andemos llenos
de nosotros mismos ni de nuestros sueños;
te pedimos que tampoco nuestros ideales y proyectos,
se conviertan para nosotros en lo absoluto y máximo
que nos impida reconocer los rostros ajenos
y escuchar sus llamadas.

Dios y Padre nuestro, te alabamos con tu Hijo Jesús,
sencillo y de corazón humilde,
porque escondiste su salvación a los sabios y entendidos
y la revelaste a la gente sencilla;
Sí, Padre, bendito seas por haberte parecido bien así.

Pero nosotros, Señor, enseguida queremos hacernos grandes
y hasta copiamos los gestos de los grandes de este mundo;
ponemos los rostros muy graves y andamos agobiados
como si la marcha del mundo colgara de nuestros hombros.

Danos, Señor, el gusto de ser compañeros y hermanos de todos,
el gusto de vivir una vida compartida,
de recibir agradecidos para poder dar gratuitamente.

Danos la capacidad de ver la riqueza escondida de la gente
que vive a nuestro lado,
y la pobreza para dar sin esperar nada a cambio.
De este modo, libres de ambiciones,
podremos abrazar verdaderamente al mundo
y entregarnos sencillamente a la tarea de discernir
los signos de los tiempos... siguiéndote Seño por los caminos
de la vida viviendo y proclamando tu Evangelio.

R de Luz

UN SIGNO


¿Qué más signo, Señor,
nos hace falta?
Los pobres, en su hambre,
señalan el amor como camino.
Los niños, en sus juegos,
eligen lo sencillo como escuela.
Los profetas, gritando,
reclaman tu verdad y tu justicia.
Las víctimas de guerras
aspiran a la paz como horizonte.
Los presos de un espejo
envuelven en sonrisas la tristeza.
Los ídolos de barro
sepultan bajo fango la belleza.
Los que se hacen preguntas
intuyen tu palabra en el silencio.
Los muertos, en su sueño,
piden la eternidad como respuesta.
¿Qué más signo, Señor,
necesitamos,
para volver
el tiempo sementera,
para apostar la vida al evangelio,
para buscar la tierra prometida,
para elegir tu senda?