Sábado, 11 de octubre de 2025. Lc 11, 27-28

MEJOR, DICHOSOS LOS QUE ESCUCHAN LA PALABRA DE DIOS Y LA CUMPLEN

 

"Mientras Jesús hablaba a las gentes, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. Pero él repuso: Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen". La frase y el pensamiento de la mujer, que interviene en este pasaje evangélico, es típicamente judío y oriental. La felicidad y gloria de la mujer se funda en los hijos (cfr. Prov.23,24ss). Ahora bien, Jesús valora de otro modo la gloria de la mujer y del hombre: por el conocimiento y práctica de la Palabra de Dios. Esta es precisamente la gloria de María, que, después de escuchar por medio del arcángel Gabriel la llamada de Dios, dijo: "hágase en mí según tu Palabra". Además, su prima Santa Isabel, le dijo "dichosa tú que has creído". Santa María es la perfecta oyente de la Palabra. Ella es la modelo eminente de los que han escuchado la palabra de Dios y la han puesto en práctica. Santa María no fue una privilegiada. Como tantos testigos de la fe hizo su propio itinerario. Y no siempre comprendió. Se adentró en el silencio que lleva más allá del solo raciocinio, para allí dejarse sorprender por Dios. Ella llega al silencio donde nacen los compromisos. Acoge la Palabra y la sigue. María va descubriendo, poco a poco, la revelación de Dios en los acontecimientos de su vida. La vida misma es una catequesis para Santa María, pedagoga de Jesús, que se deja iniciar por él a esta nueva vida de fe. Una fe que se ha hecho vida, agradecimiento, oración, sacramento. Si estamos atentos a las diferentes etapas de su vida, comprendemos al autor de la carta a los Hebreos cuando afirma: "Sin fe es imposible agradar a Dios" (Heb.11,6). En una palabra, la Virgen se somete a un discernimiento para que la fe alumbre su peregrinación.

 

Domingo, 12 de octubre de 2025. Lc 17, 11,29

"VINIERON A SU ENCUENTRO DIEZ LEPROSOS"

 

Hoy es domingo, el día del Señor. Unos extranjeros agradecen al Señor al verse curados de la lepra. Así aparece en la primera lectura (2Re.5,14-17) aparece Naamán de Siria que, al ser curado en las aguas del Jordán, exclama: "Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel...en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor". En el Evangelio de hoy (Lc.17,11-19) se recoge la curación de diez leprosos por parte de Jesús. Yendo Jesús camino de Jerusalén, "pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Al verlos, les dijo: Id a presentaros a los sacerdotes. Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: ¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado". Desde lejos los diez leprosos piden a Jesús compasión. Jesús, al verlos, sin demorar nada, les manda que se presenten a los sacerdotes. Los leprosos mientras iban de camino quedaron limpios. Uno de ellos, al ver que estaba curado, vuelve para dar gracias a Jesús, su Salvador. Esta persona, ya no camina como un leproso. En primer lugar alaba a Dios a grandes gritos. Luego se postra ante Jesús, para darle gracias. Jesús muestra su extrañeza, porque de los diez curados, solo un samaritano ha vuelto para agradecer el don de la salud. Si estamos atentos, vamos constatando que la gratitud va desapareciendo del 'paisaje afectivo' de la vida actual. Urge reavivar en nuestras comunidades cristianas el agradecimiento y la alabanza a Dios. ¡Cuántas veces tendríamos que volver al Señor para darle gracias! La gratitud es un sentimiento profundamente arraigado en la persona humana. Desde pequeños nos han enseñado a dar gracias. Los diez leprosos han sido curados. Pero solo uno vuelve glorificando a Dios. Solo él escucha de Jesús: 'Tu fe te ha salvado'. Solo él queda sanado de raíz. Señor Jesús, desde la fe vamos descubriendo que toda nuestra existencia es un don tuyo.

 

Lunes, 13 de octubre de 2025. Lc 11, 29-32

"PIDE UN SIGNO, PERO...".

En aquel tiempo, "la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás". Algunos contemporáneos de Jesús le piden que realice un signo portentoso. Los milagros admiran, pero no convierten el corazón. Jesús siempre se niega a realizar tales signos. Quien no se convierte al escuchar la palabra de Dios no lo va a hacer, aunque resucite un muerto. A sus contemporáneos (Jesús les califica como generación malvada) que no le aceptan, Jesús opone los paganos que aceptaron en el pasado la sabiduría de Salomón y la predicación de Jonás. En Jesús se nos revela, por tanto, alguien que es más grande que Salomón o Jonás. Realmente puede creer el que conoce a Jesús, el que se abre de corazón a Dios, el que se deja cambiar por él. No le pidamos a Jesús milagros para creer, pidámosle que nos abra el corazón, que nos ayude a ver el tesoro de su Reino. No hemos de preguntar por ningún otro signo sino escuchar la predicación de Jesús y convertirnos. Así lo hicieron los habitantes de Nínive ante la palabra de Jonás. La salvación de Dios se ha abierto al mundo entero. En efecto, la salvación que anuncia Jesús es católica y universal.

 

Martes, 14 de octubre de 2025. Lc 11, 37-41

"DAD LIMOSNA DE LO DE DENTRO..."

 

Por aquel entonces, "cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer en su casa. Él entró y se puso a la mesa. Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo". Jesús acepta la invitación a comer en casa de un fariseo, pues se siente enviado para todos, a fin de ofrecerles el mensaje del Reino. El fariseo se muestra sorprendido, al ver que Jesús no observó las prescripciones sobre las abluciones que había que hacer antes de empezar a comer. Al darse cuenta de ello, Jesús centra su diatriba contra los fariseos en la diferencia que existe entre la pureza exterior y la interior del corazón. Ellos cuidan la higiene exterior, pero no la interior del corazón. La práctica de la caridad es la que hace limpio el corazón. Una vez más, Jesús reprocha a los fariseos el cuidado de las apariencias, de los aspectos externos de la vida religiosa, de un modo especial cuando no se corresponden con una actitud interior que les dé vida. Por eso les llama necios. Centran su interés en lo secundario. Lo que importa de veras es cuidar la salud de nuestro corazón. Es decir, velar por la pureza de nuestro interior. En la dinámica del Reino es decisiva la misericordia no los sacrificios de un culto vacío. En consecuencia, lo básico es la rectitud de vida de la persona, la de su forma de pensar y de los criterios que la rigen.

 

Miércoles, 15 de octubre de 2025. Mt 11, 25-30

"APRENDED DE MÍ"

 

Por aquel entonces, Jesús exclamó: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera". Un buen día, Jesús prorrumpió en una oración de acción de gracias al Padre, por su éxito con la gente sencilla en Galilea y por su fracaso entre los maestros de la ley, los escribas y los fariseos. Jesús se siente gozoso por ello. La gente sencilla se está abriendo al mensaje de Jesús con un corazón limpio. El Padre les está revelando su amor a través de Jesús. Sin embargo, los 'sabios y entendidos' no entienden nada. Tienen su propia visión docta de Dios y de la religión. Son tan autosuficientes que creen saberlo todo. A continuación, Jesús hace tres llamadas a los sencillos. En primer lugar les dice: 'Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados'. Esta invitación está dirigida a todos los que sienten la religión como un peso y a los que viven agobiados por normas y doctrinas que les impiden captar la alegría de la salvación. Si se encuentran con Jesús experimentarán un alivio: 'Yo os aliviaré'. La segunda llamada es a cambiar de yugo. Abandonar el de los sabios y entendidos, que es pesado y cargar con el de Jesús, que hace la vida más llevadera. Jesús exige lo esencial: el amor que libera y hace vivir. En tercer lugar, Jesús nos llama a aprender de él que es manso y humilde de corazón. Jesús no complica la vida, la hace más simple y humilde. No oprime, ayuda a vivir de manera más digna y humana. Hoy celebramos la fiesta de Santa Teresa de Jesús. Recordemos estas palabras suyas: "Vuestra soy, para Vos nací. ¿Qué mandáis hacer de mí? Dadme muerte, dadme vida, dad salud o enfermedad...Que a todo diré que sí. ¿Qué mandáis hacer de mí?". ¡Qué identificación tan perfecta con la persona y la suerte del Señor Jesús!

 

Jueves, 16 de octubre de 2025. Lc 11, 47-54

"¡AY DE VOSOTROS, MAESTROS DE LA LEY...!

 

En el Evangelio de hoy se recogen la repulsa de fariseos y maestros de la Ley por parte de Jesús. Les dijo el Señor: "Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, después que vuestros padres los mataron! Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron, y vosotros les edificáis sepulcros. Por algo dijo la sabiduría de Dios: Les enviaré profetas y apóstoles; a algunos los perseguirán y matarán... ¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con llave del saber; vosotros, ¡que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar...”! El evangelista sitúa estas denuncias de Jesús contra los fariseos y contra los maestros de la Ley en el marco de una comida en casa de un fariseo. La construcción de los monumentos a los viejos profetas es una de tantas obras externas, que no indica un corazón recto. Si realmente estimasen internamente a los profetas, no matarían a Jesús y a sus discípulos. Este construir hipócritamente, sin veneración interior, equivale a enterrar y matar a los profetas, como hicieron los padres. Este rechazo de los profetas alcanza su punto culminante en la muerte de Jesús, el auténtico heredero de la tradición profética de Israel. Jesús critica también a los doctores y maestros de la ley. Estamos ante los teólogos de Israel, cuyo poder cultural era una barrera que impedía a la masa del pueblo participar en el conocimiento de la ley. Teniendo las llaves de la ciencia hubieran podido interpretar las palabras de la Escritura, preparando al pueblo para la venida del Mesías. Por el contrario, rechazaron la persona de Jesús y han impedido que el pueblo aceptase el mensaje del Reino. Además, al interpretar tan rígidamente la ley, la han convertido en un peso insoportable para el pueblo, mientras que ellos encontraban justificaciones o escapatorias para considerarse dispensados de cumplirla. Señor Jesús, que bebamos del agua fresca de la Palabra de Dios, para que esta sea la luz que ilumine los pasos de nuestra vida.  

 

Viernes, 17 de octubre de 2025. Lc 12, 1-7

CUIDADO CON LA LEVADURA DE LOS FARISEOS"

 

Al dirigirse a sus discípulos, Jesús les advierte: "Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse...A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A este tenéis que temer, os lo digo yo...". Jesús advierte a sus discípulos contra la levadura de los fariseos que es precisamente la hipocresía. Ello supone no sólo hablar con sinceridad, sino proclamar públicamente la verdad del Evangelio. La predicación de la alegría del Evangelio ha de ser para todo el mundo. Esto ocurrirá después de la resurrección de Jesús y del envío del Espíritu Santo. la Palabra ha de ser proclamada con valentía ante los hombres y mujeres de toda raza y cultura. Los hombres no pueden dar más que la muerte corporal. No ocurre así con Dios que tiene también poder para echar al infierno. Esta muerte definitiva es la que hay que temer de verdad. El temor de Dios no es el miedo sino la aceptación obediente de su palabra, que nos permite abordar con confianza los temores humanos y las persecuciones. Nuestro Dios es providente; cuida de nosotros en cada circunstancia. El saber que estamos en manos del Señor nos permitirá afrontar las dificultades de la vida con serenidad y sin miedo. ¿Cuál debe ser, pues, nuestra reacción ante los sinsabores y dificultades de la vida? No debe ser el temor, sino la confianza en el amor de Dios que cuida incluso de los pájaros más pequeños. Señor, yo creo en tu providencia amorosa, pero aumenta mi fe.

 

Sábado, día 18 de octubre de 2025. Lc 10, 1-9

"PONEOS EN CAMINO"

 

En el Evangelio de hoy (Lc.10,1-9) se recoge una importante exhortación de Jesús dirigida a un grupo de 72 discípulos a los que envía para que colaboren con él en el proyecto del reino de Dios. Jesús les decía: "La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed de lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: Está cerca de vosotros el reino de Dios". Estas palabras de Jesús constituyen un punto de referencia básico para todo discípulo de Jesús a la hora de emprender la tarea evangelizadora. Jesús es el que toma la iniciativa: 'Poneos en camino'. La Iglesia está marcada por el envío de Jesús. Ella está llamada a salir de sí misma, para anunciar a todos la alegría del Evangelio. En efecto, "la Iglesia no está ahí para ella misma, sino para la humanidad" (Benedicto XVI). Ha de vencer la tentación de replegarse sobre sus propios intereses, a fin de ser transmisora del mensaje salvador de la Buena Noticia. Jesús envía a sus discípulos por las aldeas de Galilea como 'corderos en medio de lobos'. Nunca ha sido fácil la tarea evangelizadora. En una convivencia atravesada por tantos intereses, rivalidades y enfrentamientos, ¿puede significar todavía algo vivir 'como corderos'? Para llevar a cabo de este modo el anuncia del Evangelio, es necesario recordar dos indicaciones de Jesús. Al entrar en una casa, los discípulos han de comunicar: "Paz a esta casa". La paz es señal de la presencia del reino de Dios. La comunidad cristiana está llamada a ser fermento de paz en medio de un mundo enfrentado por tantos intereses. Hemos de recorrer el camino de la fe ligeros de equipaje. Necesitamos revisar con humildad qué nivel de vida, qué comportamientos, qué palabra y qué actitud nos identifican mejor con los últimos. Ser en medio del mundo, al estilo de Jesús, sacramento de la misericordia del Padre. 

 

Domingo, 19 de octubre de 2025. Lc 18, 1-8

"OS DIGO QUE LES HARÁ JUSTICIA SIN TARDAR".

 

Hoy es domingo, el día del Señor. Las diversas lecturas bíblicas, que conforman la mesa de la Palabra, nos hablan de la oración perseverante. En la primera lectura (Éx. 17,8-13) se nos presenta a la persona de Moisés con las manos alzadas, un signo gráfico del orante. Su oración perseverante hace posible la victoria del Pueblo de Dios. El salmista nos transmite su experiencia al respecto: "El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra" (Sal.120). Para hablar de la importancia de orar con perseverancia, Jesús propuso esta parábola a sus discípulos: "Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: Hazme justicia frente a mi adversario. Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: ...le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara. Y el Señor añadió: Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?". La parábola del juez inicuo es breve y se entiende bien. Aparecen en ella dos personajes que viven en la misma ciudad. El juez carece de dos actitudes consideradas básicas en Israel para ser humano: No teme a Dios ni le importan las personas. La viuda representa en la tradición bíblica a la gente indefensa, sin apoyo social. Los más pobres de los pobres. A la viuda solo le vale presionar, moverse una y otra vez para reclamar sus derechos. Toda su vida se resume en esta petición dirigida al juez: "Hazme justicia frente a mi adversario". Al comienzo, el juez no reacciona. Luego reflexiona y decide actuar. No lo hace movido a compasión ni por justicia. Sencillamente para evitarse molestias y para que las cosas no vayan a más. Si un juez tan canalla termina haciendo justicia a esta viuda, Dios, que es Padre compasivo, atento a los más indefensos, ¿no hará justicia a sus elegidos, que le gritan día y noche? Antes que nada esta parábola encierra un mensaje de confianza. Los pobres no están abandonados a su suerte. Dios no es sordo a sus gritos. Preguntémonos: ¿Es nuestra oración un grito a Dios pidiendo justicia para los pobres del mundo o la hemos sustituido por otra, llena de nuestro propio yo?  ¿Cómo no somos capaces de escuchar con más fuerza las exigencias de justicia que llegan hasta su corazón de Padre? ¿Confiamos en la misericordia y en la compasión de nuestro Dios? ¿Oramos con perseverancia?

 

 Lunes, 20 de octubre de 2025. Lc, 12-13-21

"GUARDAOS DE TODA CLASE DE CODICIA"

 

Por aquel entonces, dijo alguien del público a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia. Él le contestó: Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre todos? Y dijo a la gente: Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes. Y les propuso una parábola: Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha...Pero Dios le dijo: Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será? Asís será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios". Ante una grave situación socio-económica que vivían sus paisanos, donde los campesinos se quedaban sin tierras y los terratenientes construían silos y graneros, Jesús habló con claridad en la parábola del rico necio. Éste al verse sorprendido por una cosecha que superaba todas sus expectativas, sólo se pregunta: ¿Qué haré? Decide derribar los graneros y construir otros más grandes, para almacenar la cosecha y disfrutar él solo de la cosecha. De modo inesperado interviene Dios y muere aquella noche sin disfrutar de sus bienes. Por eso Dios le llama necio y hace esta pregunta: "Lo que has acumulado, ¿de quién será?". En un mundo tan materializado como el nuestro, cuántas veces se cumple esta realidad. Nos olvidamos de los más necesitados, sólo pensamos en amontonar bienes. Esto nos va cerrando en nosotros mismos y nos hace inhumanos. ¿Qué significa ser ricos ante Dios? El Señor Jesús nos dice que al final de nuestros días nos examinarán del amor. Cada vez que cumplimos las obras de misericordia con los que están a nuestro lado, lo estamos haciéndolo con el mismo Señor Jesús. En este sentido el amor a los más necesitados, es la fuente de la verdadera riqueza ante Dios. Aprovechemos la oportunidad que Dios nos ofrece en este mundo, para enriquecernos con la práctica generosa de la caridad. 

 

Martes, 21 de octubre de 2025. Lc 12, 35-38

TENED CEÑIDA VUESTRA CINTURA

 

En aquel tiempo, "dijo Jesús a sus discípulos: Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo. Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos". Con estas palabras Jesús invita a sus discípulos a la vigilancia y a la fidelidad. Jesús quiere que tengamos una actitud atenta y vigilante en nuestra vida. El cristiano no ha de ser descuidado. Cada uno de nosotros somos tentados, somos seducidos por los encantos del mundo y atraídos por los más fácil. Para expresar todo esto, Jesús utiliza la imagen de la cintura ceñida y la lámpara encendida. La cintura ceñida hace referencia a la salida de Egipto. Si estamos atentos, el se ceñirá, nos sentará a la mesa y nos irá sirviendo. Se alude al gesto que Jesús realizó durante la última cena. La lámpara encendida simboliza la Palabra de Dios que ilumina nuestra vida creyente. Cuando fuimos bautizados pusieron en nuestras manos una vela encendida. Cuando Dios nos llame, dichosos nosotros si nos encuentra con la lámpara encendida de la fe.

 

Miércoles, 22 de octubre de 2025. Lc 12, 39-48

"ESTAD PREPARADOS"

 

Por aquel entonces, Jesús dijo a sus discípulos: "Comprended que si supiera el dueño de la casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. Pedro le preguntó: Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos? El Señor le respondió: ¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes...". Cada uno de nosotros tiene el riesgo de caer en una vida superficial, mecánica, rutinaria, masificada. Si somos fieles oyentes de la Palabra, nos damos cuenta que en varias ocasiones Jesús nos hace una llamada clara a la vigilancia, a estar despiertos. Lejos de Jesús el querer despertar en sus discípulos unos sentimientos de temor. Jesús desea que vivamos la vida de fe animada por una actitud vigilante. Ello nos librará del sinsentido que está presente en muchas personas que peregrinan por este mundo sin meta ni objetivo alguno. Si vivimos de este modo, la fe es como una luz que inspira nuestros criterios de actuación, como una fuerza que impulsa nuestro compromiso de construir una sociedad más humana y más justa. Se trata de una fe animada por la caridad y por el horizonte de una auténtica esperanza. Todos deseamos comportarnos como un administrador fiel y solícito mientras caminamos en este mundo. Señor Jesús, necesitamos de tu ayuda para vivir a fondo nuestra propia vocación de discípulos tuyos. Que vayamos venciendo, día a día, la tentación del desaliento y del amoldarnos al ambiente en que vivimos. 

 

Jueves 23 de octubre de 2025. Lc 12, 49-53

"¡Y OJALÁ ESTUVIERA ARDIENDO!"

 

Refiriéndose a las exigencias de la fe, Jesús dijo a sus discípulos: "He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división". Jesús, con su persona y todo lo que dijo e hizo por nuestra salvación, es como una bandera discutida ante la que es necesario decidirse: a favor o en contra. No cabe la neutralidad. Jesús nos habla de un fuego. ¿Qué significa este fuego? No se trata simplemente del fuego del entusiasmo, de la ardiente entrega a la causa del reino de Dios, sino del fuego de la lucha. Es decir, Jesús desea que empiece esta lucha. El fuego de la lucha ha de recaer primero sobre Jesús. Su venida al mundo trae el sufrimiento para sí y para los suyos. Ahora bien, el nos precede en el camino del dolor y de la lucha. El bautismo que le aguarda se refiere de modo simbólico a toda la pasión y agonía de Jesús. "En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra". En realidad, Jesús no ha venido a traer la paz en el sentido material de la palabra, en cuanto que excluye el padecimiento en la tierra. La lucha adquiere caracteres fuertes dentro del seno de la familia. Todo encuentro con el Señor suscita la respuesta de la fe que crea la división entre los hombres y mujeres. Es en el seno de la comunidad cristiana donde el seguimiento de Jesús es causa de división dentro de la familia.

 

Viernes, 24 de octubre de 2025. Lc 12, 54-59

SABER DISCERNIR

 

Dirigiéndose a la gente, les decía Jesús: "Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: Chaparrón tenemos, y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: Va a hacer bochorno, y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpreta el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo...". En esta circunstancia, Jesús se dirige a la gente en general. Los discípulos ya han conocido los signos del tiempo y se han decidido por Jesús. La Iglesia, afirma el Concilio Vaticano II, "solo desea una cosa: continuar, bajo la guía del Espíritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, par servir y no para ser servido" (GS.n.3.). Ahora bien, "para cumplir esta misión, continúa enseñando el Concilio, es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas. Es necesario, para ello, conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza" (GS.n.4). El Concilio nos invita a todos a conocer e interpretar los signos de los tiempos. Jesús se lamenta de que aquellos contemporáneos suyos no supieran interpretar el momento presente. El conocimiento de lo que sucede a nuestro alrededor nos ayudará para hacer una lectura creyente del momento actual y así poder actuar en consecuencia.

 

Sábado, 25 de octubre de 2025. Lc 13, 1-9

LLAMADA INSISTENTE A LA CONVERSIÓN

 

Después de una insistente llamada a la conversión, en el Evangelio de hoy se recoge la siguiente  parábola de la higuera estéril: "Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: Señor, déjala todavía este año; y yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas". Dios actúa en la historia. Pero no lo hace como una causa mundana, más poderosa que las demás, para castigar las malas acciones de los pecadores, ni para premiar la buenas acciones de los justos. Dios actúa para ofrecernos a todos la salvación para la que nos ha creado. Si no aceptamos el camino de la conversión, todos pereceremos. La parábola de la higuera estéril tiene como finalidad provocar en nosotros la gracia de la conversión. El relato es breve y claro. Un propietario tiene plantada en medio de su viña una higuera. Durante varios años ha venido a buscar fruto en ella. Sin embargo, la higuera viene defraudando sus expectativas. Allí sigue, estéril en medio de la viña. El dueño toma la iniciativa de cortarla. "¿Para qué va a ocupar un terreno en balde?". Contra toda sensatez, el viñador propone hacer todo lo posible para salvarla. Sostenida por el amor, la confianza y la solicitud de su cuidador, la higuera queda invitada a dar fruto. Jesús compara la vida estéril de una persona con una 'higuera que no da fruto'. El terminar viviendo una vida estéril es un riesgo que nos amenaza a todos. Los expertos nos dicen que en nuestra vieja Europa nos estamos instalando en 'la cultura de la intrascendencia'. Desde su paciente espera, Dios, al estilo del cuidador de la viña, sigue aguardando nuestra conversión a una vida cristiana activa y fecunda. No defraudemos la paciencia misericordiosa de nuestro Dios.

 

Domingo, 26 de octubre de 2025. Lc 18, 9-14

"¡OH DIOS!, TEN COMPASIÓN DE ESTE PECADOR"

 

Hoy es domingo, el día del Señor. La oración está muy presente en la Palabra de este domingo. En la primera lectura, tomada del libro del Eclesiástico (Eclo.35,12-14.16-18), se pone de manifiesto la misericordia de Dios hacia el oprimido, escuchando sus súplicas. En efecto, "La oración del humilde atraviesa las nubes, y no para hasta alcanzar su destino".En este misma línea, el salmista (Sal.33) nos asegura que "si el afligido invoca al Señor, él lo escucha". El Evangelio describe dos formas de orar que responden a dos formas de ser. Dos personas suben al templo a orar. Uno era fariseo y el otro publicano: "El fariseo, erguido, oraba así en su interior ¡Oh Dios, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo. El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; solo se golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido". Estamos en el año santo de la misericordia. A la luz de esta parábola, recordemos cómo el publicano no ha podido presentar a Dios ningún mérito, pero ha hecho lo más importante: acogerse a su misericordia. Vuelve a casa transformado, justificado por Dios. Pos su parte, el fariseo ha decepcionado a Dios. Sale del templo como entró: sin conocer la mirada compasiva de Dios. En nuestra oración es necesario que nos acojamos a la misericordia de Dios. Hemos de reconocer con sinceridad nuestro pecado y así gozaremos de la misericordia de Dios, siempre dispuesto al perdón. En este domingo celebramos "la jornada mundial de la evangelización de los pueblos" (Domund). El Apóstol, tal como nos relata la segunda lectura (2Tim. 4,6-8.16-18), hace como un resumen de la tarea evangelizadora llevada a cabo durante su vida. Sintió la protección del Señor y espera el ya próximo encuentro definitivo con el Señor. Todos nosotros, al estilo de Pablo,  estamos llamados a participar en esta nueva etapa de evangelización. 

 

Lunes, 27 de octubre de 2025. Lc 13, 10-17

"LA GENTE SE ALEGRABA DE LOS MILAGROS QUE HACÍA"

 

En el Evangelio que se proclama hoy en la Eucaristía (Lc.13,10-17) se nos relata la curación de una mujer que desde hacía dieciocho estaba encorvada por causa de un espíritu. Era sábado y Jesús estaba enseñando en la sinagoga. Al verla, "Jesús la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorifica a Dios". El jefe de la sinagoga se indignó, porque Jesús había curado en sábado a la mujer y dijo a la gente que los demás días de la semana son los indicados para traer a los enfermos para que los curen. Pero el Señor, dirigiéndose a él le dijo: "Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado? Ante estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía".  En este relato de curación se recogen algunas circunstancias: Jesús es el que toma iniciativa. Llama en voz alta a la enferma para atraer la atención de todos sobre el caso. Le habla primero, luego le impone las manos y se opera la curación. La mujer glorificaba a Dios. La reacción del jefe de la sinagoga aparece muy bien reseñada: no se atreve a hablar directamente contra Jesús y se queja a la gente. Jesús califica de hipócritas a los escribas y fariseos, cuyo espíritu de apariencias exteriores y vaciedad interior transmitían a muchos. Sin embargo la gente sencilla y honrada se alegraba de las curaciones que hacía Jesús. Señor Jesús danos la sencillez de corazón para descubrir tu compasión y misericordia con los más necesitados y alegrarnos de ello.

 

Martes, 28 de octubre de 2025. Lc 6, 12-19

"ESCOGIÓ A DOCE DE ELLOS Y LOS NOMBRÓ APÓSTOLES"

 

Por aquel entonces, Jesús subió a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Al hacerse de día, "llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos". Al comienzo del relato del Evangelio de hoy, el evangelista nos ofrece un dato muy interesante: Jesús subió a la montaña para rezar y pasó la noche orando a Dios. Antes de un acontecimiento tan importante como la elección de los Doce, Jesús ora  largo y tendido al Padre. Por la mañana toma la decisión de elegir de entre sus discípulos a Doce. El evangelista nos ofrece el nombre de cada uno de ellos. Entre los Doce aparece Simón, apodado el Celotes y Judas el de Santiago. Hoy celebramos la fiesta de estos dos apóstoles. Un apóstol es un hombre que recibe una misión o mandato de tipo religioso o profano determinado por el mandante. En este caso se trata de una misión religiosa. Después de la elección de los Doce, Jesús bajó del monte y se paró en un llano donde le aguardaban los discípulos y una gran muchedumbre de gente, procedente de diversos lugares. Esta gente sentía necesidad de escuchar al Maestro y de ser curados por Él de sus diferentes dolencias. Jesús cumple siempre su palabra. En el discurso de Nazaret se había manifestado como ungido por el Espíritu para anunciar la Buena Noticia a los pobres, proclamar la liberación de los cautivos y dar la vista a los ciegos... Esto es lo que hace en el llano. En este año santo de la Misericordia, recordamos cómo Jesús es realmente el rostro visible de la misericordia del Padre. Es este rostro visible con sus palabras y con sus gestos sanadores. Acudamos al Señor Jesús como nuestro Maestro y nuestro Sanador.

 

Miércoles, 29 de octubre de 2025. Lc 13, 22-30

"SEÑOR, ¿SERÁN POCOS LOS QUE SE SALVEN?"

 

De camino hacia Jerusalén, Jesús recorría los pueblos enseñando. "Uno le preguntó: Señor, ¿serán pocos los que se salven? Jesús les dijo: Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: Señor, ábrenos; y él os replicará: No sé quiénes sois. Entonces comenzaréis a decir: Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas. Pero él os replicará: No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados...". Durante su marcha hacia Jerusalén, Jesús aprovecha la oportunidad para enseñar a la gente. Un desconocido interrumpe su marcha y le pregunta por el número de los que se salvarán. Jesús no responde directamente a esta pregunta planteada de modo cuantitativo. Lo importante no es saber cuántos se salvarán. Lo decisivo consiste en vivir de modo lúcido y acoger activamente la salvación que Dios nos ofrece. Se trata, pues, de esforzarnos en entrar por la puerta estrecha. La acogida de la salvación conlleva esforzarnos, luchar, seguir de cerca al Señor Jesús y entrar en la dinámica del Reino. El mismo Señor Jesús había dicho de sí mismo: "Yo soy la puerta; si uno entra por mí será salvo" (Jn.10,9). En el seguimiento de Jesús no todo vale; no todo da igual. Jesús cumplió hasta el extremo al voluntad del Padre. En consecuencia, nosotros hemos de responder al amor del Padre con fidelidad. No hemos de confundir esto con un rigorismo legalista. Se nos pide un amor radical a Dios y a los hermanos. Jesús nos exhorta al esfuerzo y la renuncia personal como actitud indispensable para salvar la vida. No nos llevemos a engaño. No hay grandeza sin desprendimiento; no hay libertad sin sacrificio; no hay vida sin sacrificio. No se puede confundir felicidad con facilidad como nos dice la cultura permisiva. Ayúdanos, Señor, con tu gracia para entrar de verdad por la puerta estrecha. 

 

Jueves, 30 de octubre de 2025.  Lc 13, 31-35

"¡JERUSALÉN, JERUSALÉN, QUE MATAS A LOS PROFETAS..!.

 

Se acercaron unos fariseos para decir a Jesús: "Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte. Él contestó: Id a decirle a ese zorro: Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término. Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: Bendito el que viene en nombre del Señor". Unos fariseos informan a Jesús de que Herodes desea matarle y le invitan a marcharse de allí. El territorio sobre el que tenía jurisdicción Herodes era Galilea y Perea. Jesús les contesta que no se deja engañar por nadie y que tiene un plan bien definido. La expresión 'hoy y mañana' es un modo de expresar que le queda todavía algún tiempo para llevar a cabo su ministerio. Mientras 'pasado mañana', el tercer día, alude a su muerte y pasión. No cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. A continuación, Jesús expresa el lamento sobre Jerusalén. La repetición del nombre de Jerusalén indica afecto y amor despreciado. El mensaje de Jesús será también rechazado como el de los profetas. Y aunque se producirá la entrada triunfal en Jerusalén, la casa (=templo) de Israel será destruida. Al hacer el anuncio de la destrucción del templo, Jesús entronca con la predicación profética, donde también se habla de esta misma catástrofe por no haber respetado el pueblo la alianza. En las palabras de este lamento de Jesús se pone de manifiesto el amor y la ternura de Jesús hacia los habitantes de la ciudad santa, y la trágica suerte que les aguarda. Señor Jesús, en este momento de tanto materialismo y de tanta indiferencia religiosa, danos la gracia de seguir acogiéndote como nuestro único Salvador.

 

Lunes, 31 de octubre de 2025. Lc 14, 1-6

"¿ES LÍCITO CURAR LOS SÁBADOS, O NO?"

"Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando. Había allí, delante de él, un hombre enfermo de hidropesía, y tomando la palabra, dijo a los maestros de la ley y a los fariseos: ¿Es lícito curar los sábados, o no ? Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: ¿A quién de vosotros se le cae al pozo el asno o el buey y no lo saca enseguida en día de sábado? Y no pudieron replicar a esto". En el marco de una comida en casa de un fariseo, y en día de sábado, Jesús cura a un hombre enfermo de hidropesía. En varias ocasiones, Jesús acepta la invitación de algún fariseo, para comer. Con todo, los fariseos acechaban a Jesús, para cogerle en alguna falta. En su actuación, Jesús pone de manifiesto que para él el sábado era un día especial de liberación y de misericordia. No en vano en las tradiciones de Israel el sábado representaba el recuerdo de los grandes dones de Dios a la humanidad y a Israel: la creación y la liberación de Egipto. Por el contrario, entre los fariseos, pensaban que era más importante respetar el descanso del sábado que curar a un enfermo. Además, ante los casos de curaciones realizadas por Jesús, olvidan que el amor al prójimo era uno de los mandamientos que resumía la Ley y los Profetas. Señor Jesús, que cada día practiquemos el amor al prójimo como tú nos enseñaste curando y sanando.       

 

         

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario