SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES

2 de Agosto – El perdón de Asís…
Hoy, 2 de Agosto, toda la Familia Franciscana estamos de fiesta, celebramos Nuestra Señora de los Ángeles o de la Porciúncula.

Según una antigua tradición, que se remonta al 1216, en la Porciúncula, bajo el amparo de la Madre de Dios, el mismo Cristo,  apareciéndose a Francisco, le concedió la extraordinaria indulgencia del Perdón de Asís.
Un día del verano de 1216, el Pobrecillo partió para Perusa, acompañado del hermano Maseo. La noche anterior Cristo y su Madre,  rodeados de espíritus celestiales, se le habían aparecido en la capilla de Santa María de los Ángeles:
- Francisco -le dijo el Señor-,  pídeme lo que quieras para gloria de Dios y salvación de los hombres.
- Señor -respondió el Santo-, os ruego por intercesión de la  Virgen aquí presente, abogada del género humano, concedáis una indulgencia a cuantos visitaren esta iglesia.
La Virgen se inclinó ante su Hijo en señal de que apoyaba el ruego, el cual fue oído. Jesucristo ordenó luego a Francisco se dirigiese a  Perusa, para obtener allí del Papa el favor deseado. Ya en presencia de Honorio III, Francisco le habló así:
- Hace poco que reparé para vuestra Santidad una iglesia dedicada a la bienaventurada Virgen María, Madre de Dios. Ahora vengo a solicitar en beneficio de  quienes la visitaren en el aniversario de su dedicación, una indulgencia que puedan ganar sin necesidad de pagar ofrenda alguna.
-  Quien pide una indulgencia -observó el Papa-, conviene que algo ofrezca para merecerla… ¿Y de cuántos años ha de ser esa que pides?  ¿De un año?… ¿De tres?…
- ¿Qué son tres años, santísimo Padre?
- ¿Quieres seis años?… ¿Hasta siete?
- No quiero años, sino almas.
-  ¿Almas?… ¿Qué quieres decir con eso?
- Quiero decir que cuantos visiten aquella iglesia, confesados y absueltos, queden libres de toda culpa y pena incurridas por sus pecados.
- Es excesivo lo que pides, y muy contrario a las usanzas de la Curia romana.
- Por eso,  santísimo Padre, no lo pido por impulso propio, sino de parte de nuestro Señor Jesucristo.
- ¡Pues bien, concedido! En el nombre del Señor, hágase conforme a tu deseo.
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“Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti entre las mujeres, hija y esclava del altísimo y sumo Rey, el Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros ante tu santísimo amado Hijo,  Señor y maestro”.
San Francisco
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