"TU MADRE Y TUS HERMANOS TE BUSCAN"


Otra vez Jesús es capaz de desconcertarnos. Está rodeado de gente, es, al menos en apariencia, honrado por todos menos por su familia, que acude a buscarlo porque parece haber perdido la razón. Jesús, ante el anuncio de que su madre y sus hermanos le esperaban afuera, da una respuesta que parece despreciar a su familia, a su propia madre, colocándola detrás de los que le escuchan.
Un aparente rechazo que implica una mayor alabanza. ¿Quién ha escuchado la Palabra de Dios y la ha cumplido tan al pie de la letra que la ha encarnado, que la ha hecho hombre?
Cuando Jesús dice que mejor los que escuchan la Palabra y la cumplen, tiene que estar pensando que es su madre la que ha escuchado y ha cumplido la Palabra; la que ha entregado toda su vida al servicio de la Palabra. María ha arriesgado todo al aceptar ser la Madre del Hijo de Dios, confiando plenamente que Dios no la dejaría de lado, que siempre estaría con ella. Y esta confianza se mantendrá firme incluso en el momento de la cruz. Tal vez sin entender del todo lo que estaba pasando, sin entender que su hijo, en lugar de formar una familia se marchara por el mundo adelante a predicar.
La familia de Jesús, el clan entero, cree que ha perdido la razón y parece que nos extraña esa actitud. ¿Qué pensaríamos si un hijo nuestro abandonara trabajo, familia y casa para dedicarse en solitario a predicar el amor, el servicio a un Dios que está lejos del que conocemos, del que nos predican los “rabinos” y “sabios” de turno? ¿Qué piensan padres, hermanos, parientes y amigos cuando una mujer o un hombre, jóvenes y con éxito, abandonan todo para entregarse a Dios? ¿Acaso no dudan -¿dudamos?- de que esté en sus cabales?

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