"Renuévame por dentro" ( salmo 50)
Todos estamos
familiarizados con la imagen de un camino. Y todos tenemos la experiencia de lo
que significa caminar con otro. La cuaresma es un camino, en el que
experimentamos que Dios camina junto a nosotros. Nos acercamos a este salmo con
la fuerte sensación de que Dios y el hombre están como amasados el uno en el
otro. Se necesitan, se desean, se buscan. Aunque sean distintos. Forman una
alianza entrañable.
“Misericordia, Dios mío,
por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi
delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi
pecado: contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces. Oh Dios,
crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me
arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la
alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor me abrirás los
labios, y mi boca proclamará tu alabanza.”
Dile al Señor con
sinceridad y sencillez cómo estás por dentro. Manifiéstale tu deseo de limpieza,
de gozo. Acoge a Dios, que te envuelve con su bondad, con su compasión y
misericordia. Ponte ante él como barro en manos del alfarero, y pídele que te
cree de nuevo, no desde la nada, sino desde ti mismo, que te muestre su rostro,
que te regale su Espíritu.
Toda palabra de Dios es
para la vida. Este salmo nos invita a vivir la vida, la nuestra, la de cada
día, sabiendo que detrás está siempre la presencia discreta, pero necesaria,
silenciosa, pero gozosa de Dios
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