“SUS LÁGRIMAS Y SUS MIEDOS
SON LOS NUESTROS, COMO TAMBIÉN SU ESPERANZA”
Qaraqosh es casi una ciudad fantasma. Más del 90% de los más de cuarenta mil
habitantes, casi todos cristianos de la Iglesia siro-católica, han huido en los
últimos dos días ante la ofensiva de los insurgentes sunitas dirigida por los
yihadistas del Estado Islámico de Iraq y del Levante (ISIL), que han sometido
la zona urbana lanzando misiles y granadas.
Entre los pocos que quedan en la ciudad se encuentran el arzobispo de Mosul de
los Sirios, Yohanna Petros Moshe, algunos sacerdotes y algunos jóvenes de su
iglesia, que han decidido no huir.
En los dos últimos días, han llegado a la ciudad armas y nuevos contingentes
para reforzar las milicias kurdas peshmerga que se resisten al
avance de los insurgentes sunitas.
La impresión es que se está preparando el terreno para un enfrentamiento
directo. Ayer, el arzobispo Moshé intentó mediar entre las fuerzas de oposición
con la intención de preservar la ciudad de Qaraqosh de la destrucción.
Por el momento, el intento no tuvo éxito. Los insurgentes suníes piden a las
milicias kurdas que se retiren. Los peshmerga kurdos no tienen
ninguna intención de permitir que los insurgentes se acerquen a las fronteras
del Kurdistán iraquí.
En esta dramática situación, desde Qaraqosh el arzobispo Moshe a través de
Fides quiere hacer un llamamiento humanitario urgente a la comunidad
internacional:
“Ante la tragedia por la que atraviesa nuestro pueblo hago un llamamiento a
la conciencia de los líderes políticos de todo el mundo, a las organizaciones
internacionales y a todos los hombres de buena voluntad; es necesario
intervenir de inmediato para poner fin al deterioro de la situación, trabajando
no sólo a nivel de ayudas humanitarias, sino también política y
diplomáticamente.
Cada hora, cada día perdido, hace que se corra el peligro de llegar a una
situación irrecuperable. No podemos dejar pasar días y semanas en la pasividad.
La falta de acción se convierte en complicidad con el crimen y en abuso de
poder. El mundo no puede hacer la vista gorda ante la tragedia de todo un
pueblo que huye de sus casas en unas pocas horas, llevándose consigo sólo la
ropa que tiene puesta”.
El arzobispo siro-católico de Mosul describe en pocas palabras emocionadas las
condiciones especiales de los cristianos en el recrudecimiento de los conflictos
sectarios que están poniendo en riesgo la supervivencia misma de Iraq:
“Qaraqosh y las otras ciudades de la llanura de Nínive ha sido durante mucho
tiempo lugares de paz y convivencia. Nosotros, los cristianos estamos
desarmados, y como cristianos, no hemos alimentado ningún conflicto ni problema
con los suníes, chiíes, kurdos u otras realidades que conforman el país de
Iraq. Sólo queremos vivir en paz, trabajando con todo el mundo y en el respeto
hacia todos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario