Mártir muy querido en Cataluña (España), en el lugar de su martirio se levanta un impresionante monasterio
San Cucufato, o San
Cucufate (Sant Cugat, en catalán). Según una tradición antiquísima, documentada
ya en el siglo IV, San Cucufato y San Félix eran misioneros (posiblemente
diáconos) de la Iglesia de Cartago (Túnez) que llegaron a Barcelona a finales
del siglo III para proclamar la buena nueva del evangelio. San Cucufato
desarrolló su labor evangélica en Barcelona y alrededores y falleció mártir en
el Castrum Octavianum (hoy Sant Cugat del Vallés) en el 304.
Era de origen africano, y
nació de padres nobles y cristianos en la población de Scila. Enviado, con su
hermano Félix, a Cesarea de la Mauritania para aprender las letras humanas,
hizo allí grandes progresos, no sólo en el estudio, sino más aún en el
espíritu. Mas, como ambos se sintieran animados de un intenso deseo del
martirio, teniendo noticias de que había estallado una sangrienta persecución
contra los cristianos, partieron para España y desembarcaron en Barcelona.
Al
entender, pues, que el prefecto Daciano, atravesando las Galias, se dirigía a
España, mientras Félix se dirigió a Gerona, Cucufate decidió esperarlo en
Barcelona, mientras se preparaba con especiales oraciones para el martirio. Al
mismo tiempo se dedicó al oficio de mercader, procurando ejercitar la caridad
con los hermanos cristianos. Llegado, pues, Daciano a Barcelona, como
entretanto se había dado a conocer Cucufate por su eximia caridad con los
pobres y necesitados y por sus obras de celo, fue bien pronto delatado.
Persiste la ejemplaridad del martirio como
modelo para todo cristiano de nuestros días.
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