Tiempo de pocas palabras


Nos asaltan. En canciones y en poemas. En periódicos y revistas. También en esta web, claro, pero es la paradoja. Nos asaltan las palabras, las declaraciones bonitas, los buenos deseos… Y así nuestro mundo, a veces, entre tanta palabrería, se pierde la Palabra. Entre tanto tópico perdemos la verdadera ilusión. Entre tanto galimatías perdemos lo evidente.Entre tanto deseo perdemos la acción.
«El charlatán es temido en su ciudad, el deslenguado se hace odioso» (Eclo 9, 18)

Tal vez en nuestro mundo hay tanta tontería, tanta palabra hueca, tanta frase hecha… que hace falta gente que con lo que dice transmita algo nuevo. Hay tantas frases ‘tópicas’, con letra de canción o de poemanew age, sobre el amor, la paz, la vida, el llanto… Bonitos deseos que lo mismo pronuncia el rey en un discurso navideño, el cantante en su balada, la modelo entrevistada, el adolescente en pleno ataque metafísico después de leer el último libro de Paulo Coelho, o la reina de las tertulias televisivas… Al final las palabras, de tanto usarlas, pierden su fuerza. Los nombres pierden su fondo. Los verbos ya no se vuelven fuego, sino sólo juego. Por eso, piénsalo bien antes de hablar, porque si no mataremos las palabras y su increíble poder humanizador.

¿Cuáles son las últimas palabras que te dejaron huella? ¿Dónde oyes, normalmente, palabras que te llegan y te ayudan?
«Atiende, Job, escúchame, calla, que yo hablaré. Si tienes algo que decir, respóndeme; habla, pues deseo darte la razón. De lo contrario, escúchame. Calla y te enseñaré la sabiduría». (Jb 33, 21-33)
Porque a veces las palabras, con decirlo todo, se pueden utilizar de más. A veces el silencio es mejor que demasiados lemas preciosos y sugerentes. No conviene tener demasiado a menudo en los labios la palabra de perdón si uno no está dispuesto a perdonar. Porque hablar es gratis. «Hay que…» es una mala forma de comenzar una frase. Es mejor hacer. Sin pretender salvar uno solo a la humanidad, que de eso se encarga Dios, pero sí intentando construir el Reino de Dios en lo que puedas. No hablar mucho de ‘los pobres’, sino amar a personas reales que necesitan ser amadas. No corear frases de solidaridad, sino comprometerte en causas reales y escuchar las voces ocultas. No criticar todo desde atalayas de razón que a uno siempre le dejan libre, sino buscar formas precisas de transformación.

¿Tienes espacios de silencio de calidad en tu día a día? ¿Dónde podrías buscar ese silencio

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