Un indigente evangelizador enterrado como "príncipe" en el
Vaticano
Un canónigo de la
Basílica de San Pedro se dio cuenta de que Willy no estaba en la calle como
siempre; preguntó a otros mendigos, averiguó que estaba en la morgue y lo hizo
enterrar en el cementerio teutónico
Ary Waldir Ramos Díaz
El Papa Francisco ha dicho
que sueña "una Iglesia pobre para los pobres”, pero jamás en la historia
un hombre sin techo había tenido el honor de ser enterrado en el suelo santo
del Vaticano y mucho menos al lado de príncipes y nobles europeos del norte.
Willy
Herteleer, indigente de origen flamenco de más de ochenta años, fue enterrado
el pasado 9 de enero en el Camposanto Teutónico, ubicado cerca de la nueva Aula
de audiencias del Vaticano con la autorización del Papa Francisco.
El
holandés mendigaba desde hacía décadas en los alrededores de la Basílica de San
Pedro. Willy, como se le conocía en las calles de Roma, había llegado hace más
de tres décadas a la Ciudad Eterna cargado de sueños como otros viajeros, pero perdió su trabajo y pasó a vivir en la
calle.
La
muerte de Willy no sería noticia si no fuera porque fue enterrado en ese
camposanto, originalmente destinado a los peregrinos ilustres del norte de
Europa y que a lo largo de los siglos se volvió un lugar destinado a nobles,
diplomáticos y artistas, la mayoría teutónicos, que morían en Roma.
Un hombre con una fuerza que provenía de la comunión con Dios
Willy
era conocido por su fervor religioso y visitaba casi todos los días la Iglesia
de Santa Ana, ubicada en uno de los ingresos de la ciudad del Vaticano, donde
iba a misa. “Mi medicina es la comunión”, decía Herteleer.
Monseñor
Americo Ciani, canónigo de la Basílica Vaticana, lo recuerda como una persona con una fuerza moral
auténtica debido a su “cercanía con Dios” a través de la eucarística.“Preguntaba a las personas hacía cuánto no se
confesaban, hay que reconciliarse con Dios”, añadió el prelado.
Herteleer
falleció a inicios de diciembre en el hospital romano Santo Spirito y el 9 de
enero fue la ceremonia en el cementerio teutónico, presidida por monseñor
Amerigo Ciani, acompañado por los canónigos de la basílica.
De
hecho, monseñor Ciani, que tiene como hobby la pintura y que le había retratado
en dos ocasiones, fue quien se dio cuenta
de que el mendigo evangelizador ya no estaba en la calle como siempre. Así,
pidió noticias entres los mendigos de la zona y al conocer que estaba en la
morgue lo hizo enterrar en el Vaticano.
Willy
había recibido hace algunos meses la oportunidad de entrar a una casa de reposo
debido a su edad y estado, pero en cambio prefirió volver a la zona del
Vaticano para evangelizar a otros mendigos que viven en la calle. De esta
manera, volvió a dormir con otros indigentes en los diversos pórticos de los
edificios del Vaticano en vía de la Conciliación.
El
cementerio donde ha sido enterrado Willy es la más antigua fundación nacional
alemana en Roma. El Camposanto está rodeado por un alto muro y, a primera
vista, no llama la atención, pero se trata de una parcela cargada de historia.
La
autorización del Papa de enterrar en el cementerio Teutónico a Willy rompe con
una tradición de siglos. Según los estatutos, los que tenían derecho a la
sepultura eran los miembros de la Archicofradía, los miembros de muchas casas
religiosas de origen alemán y de otros dos colegios alemanes en Roma: el de
Santa María del Anima y el Germánico.
Los
visitantes, además de buscar a famosos del mundo eclesiástico, artístico,
político o diplomático, ahora tendrán la oportunidad de ver la
tumba de un hombre como Willy, anónimo para los ojos del mundo y príncipe para
Jesús.
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