CADA DÍA SU AFÁN

LO QUE LE ESTÁ PASANDO A NUESTRA CASA
El primer capítulo de la encíclica Laudato si, que el Papa Francisco ha dedicado a promover el respeto al mundo creado, está dedicado a considerar lo que que le está pasando a nuestra casa común.
En primer lugar, constata la contaminación que afea y destruye a la naturaleza, a causa del vertido irresponsable de nuestras basuras y de esta manía del despilfarro de de los restos de un sonsumo desorbitado ue lleva a lo que el Papa ha denunciado muchas veces como la cutura del descarte.
Por muy discutidos que sean los datos que hoy se barajan, el Papa ha decidido tomarse en serio los que nos advierten del  cambio del clima, debido precisamente a la intercvención del ser humano. Pero más importante todavía es leer que considera la naturaleza creada como un bien común a toda la humanidad (LS 20-26).
Entre los problemas mencionados por la encíclica se subraya la escasez de agua. La contaminacion hace peligroso su consumo, sobre todo para los más pobres de la tierra. Por otra parte, algunas empresas multinacionales están procediendo a privatizar su distribución. La encíclica proclama que el acceso al agua es un derecho humano (LS 27-31).
Otro bloque de problemas atañe a la pérdida de biodiversidad. Se pierden muchos ejemplares de la  flora y de la fauna que hasta hace poco poblaban el planeta. Todos podemos observar el daño y la disminución de los bosques. Los océanos se han convertido en un vertedero y están dañándose irremediablemente las barreras de coral (LS 32-42).
Además, se piensa que el mayor signo del progreso es el aumento del cemento y del asfalto. Pero esa capa dura impide respirar a la tierra, disminuye las zonas húmedas y genera un notable deterioro de la calidad de la vida humana, aumentando así la degradación social.
Una vez más denuncia el Papa la inequidad o desigualdad social. Es evidente la persistencia del hambre en el mundo. Pero puede paliarse si se reduce el desperdicio de alimentos, y se rechazan los programas que se ocultan bajo el engañoso título de la “salud reproductiva” (LS 48-53).
Ante este panorama, llama la atención tres fenómenos realmente escandalosos: la ostentosa debilidad de las reacciones, tanto  políticas como financieras; la continuidad de los hábitos dañinos para el planeta;  y la persistencia de las guerras que dañan la vida humana y la vida misma de la tierra (LS 53-59).
Junto a esa irresponsabilidad colectiva, se levanta la clamorosa diversidad de opiniones sobre el estado de la casa común. Muchos desconfían hoy del mito del progreso. Pero es necesario un diálogo sincero entre la técnica y la ética (LS 60).
Ante el deterioro del planeta, la Iglesia no propone una palabra definitiva, sino un debate honesto. “Lo cierto es que el actual sistema mundial es insostenible”. Es cierto que la esperanza nos dice que siempre hay una salida, pero es preciso y urgente reorientar el rumbo de nuestras actividades (LS 61).
                                                                         José-Román Flecha Andrés



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