UN DÍA DECIDIMOS SUBIR A TU BARCA


Un día decidimos subir a tu barca,
confiarte el timón.
Desde entonces
navegamos por la vida
y escuchamos sonidos diversos,
el ruido del trueno 
que anuncia la tormenta,
los cantos de sirena 
que prometen paraísos imposibles,
el bramido de un mar poderoso
que nos recuerda nuestra fragilidad,
las conversaciones al atardecer
con distintos compañeros de viaje,
los nombres de lugares 
que aún no hemos visitado,
y los de aquellos sitios 
a los que no volveremos.
A veces nos sentimos tentados
de abandonar el barco,
de cambiar de ruta,
de refugiarnos en la seguridad
de la tierra firme.
Pero, Señor, 
¿a quién iremos…
si solo tú puedes ayudarnos 
a poner proa 
hacia la tierra del amor
y la justicia?

José María Rodríguez Olaizola

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