Francisco, a Sor Lucía: "Vos, continúa haciendo lío, no te canses, los pobres son lo más importante, eso es el Evangelio"
"Prefiero los conventos que se abren para acoger a los pobres, que los que se convierten en Hoteles"
Le dije: "Sí, Santidad, pero la Iglesia no nos lo pone fácil, hoy es muy difícil ser cristiano en la Iglesia católica". Él no lo dudó, largó una carcajada cómplice y me dijo: "-Te voy a responder como aquel que dijo:`¿Señora, a mí me lo dice?´
Al llegar donde estábamos nosotras, Francisco nos abrazó a ambas. Parece que el tiempo se detuvo y que estaba para nosotras. Le explicamos lo que nos traía a Roma y nuestro deseo de vivir siempre en comunión con la Iglesia viviendo el Evangelio al lado de los más pobres, siendo una Comunidad Contemplativa al Servicio del Reino. Él escuchaba y me dijo: "Ah, vos sos la monja que hace lío".
Le expliqué los proyectos que tenemos entre manos desde la Comunidad, la Fundación, el trabajo contra la pobreza infantil, las 1300 familias de la Plataforma de alimentos, el Albergue, los pisos. Él escuchaba atentamente. Le hablé del compromiso de los voluntarios. Y cuando le dije: "-Hemos acogido refugiados y vamos a acoger más". Él con un gesto de preocupación nos cogió del brazo y nos dijo: "Este es el gran drama que tenemos hoy. Acójanlos, abran las puertas, no dejen de acoger a los más pobres, prefiero los conventos que se abren para acoger a los pobres, que los que se cierran en sí mismos o los que se convierten en Hoteles."
Le dije: "Sí, Santidad, pero la Iglesia no nos lo pone fácil, hoy es muy difícil ser cristiano en la Iglesia católica". El no lo dudó, largó una carcajada cómplice y me dijo: "-Te voy a responder como aquel que dijo:`¿Señora, a mí me lo dice?´.
Reímos los tres y me dijo: "- Vos, continúa haciendo lío, no te canses, los pobres son lo más importante, eso es el Evangelio. Hacé lío".
Luego bendijo a mi priora y en ella a las monjas de la comunidad. Sor Juana Mari, flotaba. Finalmente me bendijo a mí y conmigo a la Fundación Rosa Oriol, a todo el equipo que me ayuda y a los más pobres, tal como se lo había pedido.
Nos regaló una sonrisa y un nuevo abrazo y continuó con una bendición.
Nos quedamos con mucha paz. Pedro de alguna manera nos confirmaba en la fe, una fe que nos pone al servicio de los más pobres y que nos hace dar lo contemplado, animando el servicio a los preferidos del Reino.
Con su gesto y su acogida, con su bendición animaba nuestra caridad que es la que nos hace entender que le corazón de Dios tiene unas dimensiones infinitas en la que entramos todos y que lo único importante es amar y servir, amar como somos amados por el Dios de la vida, que lo único que desea es que todos sus hijos vivan con dignidad.
Francisco, con su bondad y con su gran humanidad, es un signo de la bondad y la ternura de Dios, que en Jesús ha puesto su tienda entre nosotros y que camina con su pueblo animando nuestro paso hacia la libertad plena para todos.
Gracias Francisco, tu bondad nos anima, tu fe nos confirma, tu caridad nos ayuda a avanzar en la línea del Evangelio, que es la del amor que se hace servicio.
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