RUBÉN CUZ | “No hay ningún partido que
responda exactamente a los principios morales de la Iglesia”. Así lo manifiesta
Juan Carlos Jiménez, profesor de sociología de la Universidad CEU San Pablo. Y
es que, según los expertos consultados por Vida Nueva, el mensaje
cristiano parece haberse diluido en los programas electorales. A decir verdad,
y como bien explicó el cardenal Tarancón en la homilía de
los Jerónimos, la Iglesia no debe significarse con ninguna
formación. Una Iglesia sin colores debe caminar sola, pero ahora lo hace más
que nunca.
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EDITORIAL: Profetas frente a los cantos de
sirena
El Partido Popular ha echado a un lado el
humanismo cristiano con el que se identifica según sus estatutos: “El PP
se define como una formación política de centro reformista al servicio de los
intereses generales de España que se compromete con una clara vocación
europeísta inspirada en los valores de la libertad, la democracia, la
tolerancia y el humanismo cristiano de tradición occidental”. Mientras, en
el PSOE ha perdido fuerza el grupo de Cristianos Socialistas y figuras de gran
importancia años atrás como José Bono. Por su parte, la “nueva política”, es
decir, Podemos y Ciudadanos, evita significarse. Los primeros tienen su
caladero de votos en la izquierda, con tendencia al laicismo, y los segundos
quieren ocupar el centro del tablero en una sociedad cada vez más secularizada.
La religión ya no interesa… Y en esta nueva realidad
los obispos no tienen claro si hay que salir a hablar sobre los comicios o no.
Menos de un mes resta para el 20-D y la Conferencia Episcopal Española aun
no se ha pronunciado sobre la llamada a las urnas como en anteriores
citas. “No sabemos si será bueno…”, reconoce un prelado a este semanario.
Pero, ¿qué significa votar en cristiano? José
María Pardo, profesor de Teología Moral de la Universidad de Navarra, mantiene
que no se trata de llevar el distintivo de un partido, sino de “trabajar bien,
ser honrado, ayudar a los demás, pensar en el bien común, llamar a cada
cosa por su nombre, buscar unir, sembrar paz y alegría”. Sin embargo, la
clase política evita significarse con la Iglesia por miedo a ser señalados por
algunos sectores de la población
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