"LA CUARESMA ES UN CAMINO DE ESPERANZA..."


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Una multitud volvió a recibir al Papa Francisco en una soleada plaza de San Pedro. Bergoglio, como en otras ocasiones, se distrajo saludando, bendiciendo, e incluso subiendo al papamóvil a dos niños. La experiencia de comunión que se vive en las audiencias generales da buena cuenta del significado de este Pontificado, abierto, solidario, alegre, esperanzado. Y en camino, como la Cuaresma que hoy comenzamos.

"La Cuaresma es un camino de esperanza", apuntó el Papa, quien destacó cómo este tiempo de preparación para la Pascua, estos 40 días, sirve para "caminar hacia Jesús Resucitado". "El Señor nos llama desde nuestras tinieblas, y vamos en camino hacia él, que es la luz".

Se trata de "un periodo de penitencia y mortificación", pero no sólo, porque "el fin es resucitar con Cristo y renovar nuestra identidad bautismal. Renacer nuevamente desde lo alto, del amor de Dios. Por eso, la Cuaresma es, por su naturaleza, tiempo de esperanza", recordó.

El símbolo bíblico de esta Cuaresma se observa en la experiencia del Éxodo del pueblo de Israel. "El punto de partida es la condición de esclavitud en Egipto, la opresión, los trabajos forzados.... pero el Señor no abandona a su pueblo ni ha olvidado su promesa. Llama a Moisés, quien con brazo potente guía a su pueblo desde Egipto a la tierra de su libertad".


Durante el camino de la esclavitud a la libertad, "el Señor da a los israelitas la ley, para enseñar a amarle", recordó Francisco. La Biblia, añadió, "muestra que el Éxodo está muy trabajado. Simbólicamente dura 40 años, que era el tiempo de vida de una generación, que ante las pruebas del camino es siempre tentada... Aunque todos conocemos las tentaciones de volver atrás, todos, ¿no es cierto?".

Sin embargo, "el Señor permanece fiel, y les lleva a la Tierra Prometida", de modo que "todo ese camino se completa en la esperanza de alcanzar la Tierra Prometida. Por eso es un éxodo, una huída de la esclavitud a la libertad". Al tiempo, "estos 40 días son para nosotros una huída de la esclavitud del pecado a la libertad del encuentro con Jesús resucitado".

Y es que, explicó el Papa, "todo tiene sentido en el diseño de salvación de Dios, que quiere la vida y no la muerte de todos". También para Jesús "la Pascua es su Éxodo, con el que ha abierto la vía para alcanzar la vida plena, eterna y santa".

"Jesús ha debido humillarse y hacerse obediente hasta la muerte, vertiendo su sangre para librarnos de la esclavitud del pecado. Es el beneficio que recibimos de él, que debe corresponderse con nuestra acogida libre y sincera. Pero no podemos decir que ya está todo hecho, y nosotros no tenemos nada que hacer, que entraremos en el Paraíso en carroza, no, esto no es así", advirtió el Papa, pues "nuestra salvación es una historia de amor, pero requiere nuestro amor, nuestra participación en su amor".

"La Cuaresma vive de esta dinámica. Jesús nos precede con su Éxodo", añadió Bergoglio, quien explicó que "atravesamos el desierto gracias a él. Con tentaciones, somos tentados, debemos afrontar la tentación y superarla", porque Jesús "es la luz que vence a las tinieblas, y nos alimenta como la pequeña llama que nos fue dada el día del Bautismo".


"La Cuaresma es signo sacramental de nuestra conversión. El camino de la Cuaresma siempre es un camión de conversión, es signo de nuestro camino de la esclavitud a la libertad, siempre renovada. Un camino en el que hay que empeñarse, pero es un camino lleno de esperanza", terminó Francisco, quien añadió que "el Exodo cuaresmal es el camino en el que la esperanza toma forma. Y ahí la fatiga de atravesar el desierto, las tentaciones, las pruebas, todo esto va a crear una esperanza fuerte, que nos salva. Como María, que incluso ante la muerte de su hijo sigue creyendo"

"Con corazón abierto a este horizonte, entramos hoy en la Cuaresma, sintiéndonos parte del pueblo santo de Dios iniciamos con alegría, hoy, este camino de esperanza", finalizó.
En su saludo en castellano, Francisco recordó que "Jesús nos abre el camino al cielo a través de su pasión, muerte y resurrección. Él ha debido humillarse y hacerse obediente hasta la muerte, vertiendo su sangre para librarnos de la esclavitud del pecado", y exhortó a los fieles a "caminar en esperanza y con empeño en este camino de amor, que Dios nos propone. Que nuestro esfuerzo forje una esperanza sólida, como la de María, que continuó a creer y a esperar incluso cuando se encontraba junto a la cruz de su Hijo".

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