PALABRAS


No las palabras vacías,
engañosas, distractivas;
las que envenenan,
o las que envuelven.
No las disfrazadas 
ni las malintencionadas.
Tampoco las lisonjeras,
los falsos halagos
ni las vanas promesas.
No la mentira a la carta,
el “sí” que es un no,
o el “te quiero” sin ganas.

Sí la Palabra.
De carne y vida,
de sangre latiendo
con fuerza, 
por las venas del mundo.
Palabra hecha gesto,
hecha obra, 
hecha entraña
Palabra de Dios,
convertida, 
en nosotros, en eco
que retumba 
en cada rincón de la tierra.
Palabra crucificada
por alzarse contra lo injusto,
lo abusivo, lo indigno.
Palabra eterna,
por amor,
resucitada.

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