En algunas tradiciones religiosas es costumbre no comer carne el Miércoles de Ceniza. Comienza la cuaresma y comienzan las privaciones y los ayunos. Esto tiene una riqueza pero también un límite.
La riqueza es la disposición de la persona a comenzar un camino de penitencia y búsqueda de Dios; el límite, caer en una costumbre o “tradición”, vacía de sentido. De este modo, se vuelve a repetir aquel...lo que denunciaban los profetas: “hacen ayuno de carne pero descuidan al migrante y al necesitado que está al lado de ustedes” (Cfr. Is 58,5-11).
La cuaresma es un tiempo fuerte de preparación para vivir el misterio pascual. El ayuno, la oración y la limosna son los medios que la Iglesia invita a vivir para dejarse alcanzar por la gracia buscada. Ojalá no perdamos de vista el verdadero sentido, nublado muchas veces por la inercia de los años. Que el Señor nos regale la creatividad para que los que verdaderamente hagan penitencia y ayuno sean nuestros egoísmos, nuestras búsquedas de omnipotencia y soberbia, dejando que nuestros corazones reconciliados protejan al débil, consuelen al desolado y acompañen al enfermo.
E Ignaciana
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