Dame un trozo de paz,
Señor, un trozo
de alegría pequeña,
unas migajas
luminosas de amor.
Hoy he llegado
hasta tu puerta al
fin cansado y pobre
para pedirte luz,
para pedirte
tu limosna de paz, de
dicha grande
de que estamos tan
faltos, (tan mendigo
yo mismo de amor y
convivencia
al lado de otros
pobres
que lo ignoran u
olvidan que lo son
y que ahora suplican
en mi verso).
Dame un trozo de
sorpresa muy frágil.
Un cestillo de paz y
de querencia
para volver de nuevo
por mis pasos
e irles repartiendo a
los hombres
pan y amor y alegría
para poder buscarte.
Valentín Arteaga
No hay comentarios:
Publicar un comentario