LOS FRANCISCANOS FIELES CUSTODIOS DEL SANTO SEPULCRO


Los franciscanos, enviados en 1217 por San Francisco de Asís, fueron los únicos en asegurar durante siglos una presencia cristiana permanente en Tierra Santa. Los peregrinos los conocen sobre todo como los custodios del Santo Sepulcro. Forman parte del paisaje de Jerusalén desde hace 800 años.

Esta basílica, considerada como el santuario más sagrado de la cristiandad, se construyó en el lugar en que Jesús fue crucificado y sepultado, según la creencia. Centenares de miles de personas van allí cada año.

Los franciscanos también tienen la custodia de la iglesia de la Natividad en Belén.

Pero su acción no se limita a esa función simbólica en Tierra Santa. Instalados en el convento San Salvador de la Ciudad Vieja de Jerusalén, los franciscanos dirigen escuelas a las que acudan unos 10.000 alumnos, la mitad de ellos musulmanes.

El hermano Paulo, un joven seminarista brasileño, da clases pero también se entrena al básquet con sus alumnos palestinos de la escuela Tierra Santa, lindera al convento. Los hermanos administran también centenares de departamentos en la Ciudad Vieja, hogares para peregrinos, y toda una serie de obras caritativas de una comunidad cristiana que no deja de perder vigor.

De los 40.000 habitantes de la Ciudad Vieja unos 6.000 son cristianos y la mitad católicos, tres veces menos que hace 70 años.

El hermano Mario Tangorra, de 94 años, no se imagina terminar su vida en otra parte. “Cuando la inquietud se apodera de mí, me es suficiente con contemplar el campanario del Santo Sepulcro para tener un sentimiento de paz”.



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