Niña con el mundo en
el alma.
Sutil, discreta,
oyente,
capaz de correr
riesgos.
Chiquilla de la
espera,
que afronta la
batalla
y vence al miedo.
Señora del
Magnifícat,
que canta la grandeza
velada en lo pequeño.
Y ya muy pronto,
Madre.
hogar de las primeras
enseñanzas,
discípula del hijo
hecho Maestro.
Valiente en la
tormenta,
con él crucificada
abriéndote al
Misterio.
Refugio de los pobres
que muestran,
indefensos,
su desconsuelo
cuando duele la vida,
cuando falta el
sustento.
Aún hoy sigues
hablando,
atravesando el tiempo
mostrándonos la senda
que torna cada
'Hágase'
en un nuevo comienzo.
José María Rodríguez Olaizola, sj
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