Jesús, camina con nosotros. Alegrarnos y gozarnos con Cristo resucitado…
Una alegría que nos invita a que no se turbe nuestro corazón (Jn. 14,1). Nuestras vidas pueden estar atravesadas por historias rotas, el vacío de quién se fue, la desesperanza de no encontrar salida a la situación actual. Jesús resucitado sigue siendo el horizonte de esperanza, es Él el camino de humanización que sana las heridas y suscita gestos de solidaridad y compañía.
El es la Verdad que ilumina una nueva forma de vernos, reconstruirnos, ver de forma diferente al otro; es la Vida que nos devuelve el sentido y la alegría de vivir, de comenzar de nuevo, de decirnos: “no somos de la muerte, sino de la vida” de una vida compartida, de un corazón de puertas abiertas y del consuelo para el que lo necesita… así irradiamos la paz y la esperanza que El nos da.
E Ignaciana
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