¿Qué corona es esa
que te adorna,
que por joyas tiene
espinas?
¿Qué trono de árbol
te tiene clavado?
¿Qué corte te
acompaña, poblada
de plañideras y
fracasados?
¿Dónde está tu poder?
¿Por qué no hay manto
real
que envuelva tu
desnudez?
¿Dónde está tu pueblo?
Me corona el dolor de
los inocentes.
Me retiene un amor
invencible.
Me acompañan los
desheredados,
los frágiles, los de
corazón justo,
todo aquel que se
sabe fuerte en la debilidad.
Mi poder no compra ni
pisa,
no mata ni obliga,
tan solo ama.
Me viste la dignidad
de la justicia
y cubre mi desnudez
la misericordia.
Míos son quienes dan
sin medida,
quienes miran en
torno con ojos limpios,
los que tienen coraje
para luchar
y paciencia para
esperar.
Y, si me entiendes,
vendrás conmigo.
J
osé María Rodríguez Olaizola, sj
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