PREGONEROS Y PROFETAS


Cuando pase el mensajero 
que no me encuentre dormido, 
afanado en otras metas, indiferente a su voz. 

Que no sea su relato semilla 
que el viento barre o luz que a nadie ilumina. 
Cuando pase el mensajero que 
no le vuelva la cara para esquivar su propuesta. 

Se presentará en un libro, en un verso, 
o será estrofa de un canto que me envuelva. 
Vendrá, tal vez, en un amigo, 
en un hombre roto, o en el pan partido. 

Le abriré la casa, pondré en juego el corazón 
y escucharé, con avidez, sus palabras. 
Y entonces me cambiará la vida.

(José María Rodríguez Olaizola)

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