
Yo oraba con una enferma de coronavirus, hospitalizada desde hace varias semanas, y le decía al Señor en voz alta: “Señor, Dios de la vida y de la enfermedad, cuida a Delia, dale tu paz y tu gracia, para vivir este momento como una oportunidad de descanso y de agradecimiento por tanto como le has regalado en la vida…” y ella también participó orando: “Te doy gracias, Señor, por esta enfermedad”…
Me estremeció su oración como un disparo inesperado. En aquella habitación ella solita, con paz, con el dolor profundo del peso de la vida, más que de la enfermedad, la lucha y el trabajo, vuelve la mirada a Dios y le da gracias, vive estos días como una oportunidad y pide para su familia un despertar al regalo de la vida.
Miguel Márquez, carmelita.
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