¿QUÉ PASA EN HAITÍ?


 Varias personas me hicieron esta pregunta después de que el Papa rezara así sobre Haití en el Urbi et Orbi del pasado 4 de abril «…al querido pueblo haitiano se dirige en este día mi pensamiento y mi aliento, para que no se vea abrumado por las dificultades, sino que mire al futuro con confianza y esperanza. Y yo diría que mi pensamiento se dirige especialmente a vosotros, queridas hermanas y hermanos haitianos. Os tengo presentes, estoy cerca de vosotros y quisiera que vuestros problemas se resolvieran definitivamente. Rezo por esto, queridos hermanos y hermanas haitianas».

¿Qué pasa…? Una situación política inestable y muy cuestionable, en un país con una dictadura de bandas (así lo denunciaba la Conferencia Episcopal de Haití, CHE, en su carta del 13 de abril del 2021) ¡más de 70!, bien armadas y sin casi nada que perder: roban, asesinan, secuestran, extorsionan... Una tierra con una economía muy frágil donde gran parte de la población vive al día, y en la que la inseguridad alimentaria sigue creciendo. La población protesta, manifestaciones que suelen convertirse en batallas en las calles.

¿Qué pasa en Haití? Que se tensa y se tensa más la cuerda. El pasado 11 de abril, 10 personas fueron secuestradas mientras iban de camino al nombramiento de un nuevo párroco: 5 sacerdotes, 2 religiosas y 3 miembros de la familia del mismo (en el grupo, dos personas de nacionalidad francesa). Durante la Semana Santa, mientras los miembros de una iglesia llevaban a cabo una retransmisión en directo de la celebración, secuestraron a otras 4 personas, todos lo pudimos ver. Pero también son frecuentes las personas asesinadas por resistirse al secuestro.

EL pasado 15 de abril, la CEH nos invitaba a una jornada de parón en todas las obras relacionadas con la Iglesia Católica por la liberación del grupo secuestrado, así como el fin de estos actos. Esta semana, se nos ha vuelto a convocar, esta vez durante tres días. Parón de las actividades y llamamiento a la oración.

El pueblo haitiano es un pueblo de fe, un pueblo que confía en Dios. Ojalá Él mueva los corazones de los gobernantes para que se encuentren soluciones a la difícil situación de violencia que vivimos. Y ojalá llegue su voz a otras partes de la tierra, para que lo que pasa en Haití, no pase.

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