VOCACION


A veces hay que ser árbol y dar sombra al caminante cansado. 
Hay que ser agua, que alivie la sed de respuestas, 
y fuego que arrase lo injusto, lo indigno, lo hueco.
Hay que ser roca que abrace los cimientos de lo duradero, 
tierra que acoja las posibilidades de la semilla, y océano, 
donde podamos zambullirnos, para renacer llenos de libertad y de esperanza. 
Hay que ser canción que alivie los vacíos, 
y silencio habitado, que venza a la cháchara. 
Unas veces hay que ser hogar al que regresar, 
y otras veces, puerta que se abre a la tormenta. 
Dios es el árbol y el agua, la roca, la tierra y el mar. 
Dios es canto y silencio, hogar que acoge 
y puerta que nos conduce a nuevas historias. 
Pero hacen falta guías que consagren sus días a buscar ese tesoro. 
Hay quien se dedica a sembrar, encender, 
forjar, regar, compartir y acompañar. 
Hay trovadores que cantan con palabras prestadas, 
cauces de agua ajena que trae vida verdadera. 
Hay maestros con muchas preguntas y pocas respuestas, 
que ayudan a otros a descubrir el Misterio. 
Soñadores de un bien posible, que convierten su amor en puente, 
para acercar a hermano con hermano, para unir al ser humano con Dios. 

Apóstoles, con pies de barro y corazón de fuego. 
Que nunca nos falten.

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