Jesús va en camino. Así fue su vida pública, en el camino. En el camino y acompañado por mucha gente, como se nos dice en el Evangelio.
Hoy muestra a los seguidores lo que significa ser un discípulo. El seguimiento tiene que ver con decir sí a una llamada. Ser discípulo de Jesús implica una decisión que deja huella en nuestra vida para siempre.
Jesús les habla de la familia, como en diversas ocasiones en el Evangelio. Jesús claro que quería a su familia y la valoraba, pero todos sabemos que si uno no es capaz de salir de detrás de las faldas de su madre o de su padre, nunca se convertirá en una persona madura. Lo que realmente nos da identidad como cristianos no es donde hayamos nacido o la familia de la que venimos, sino el seguimiento de Jesús.
Recordáis cuando a Jesús le anuncian: Tu familia te está buscando. Y el dice, ¿Quién es mi familia? Señalando a sus discípulos, añadió…Aquí tenéis a mi madre y a mis hermanos. Pues mi hermano, mi hermana y mi madre son los que hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Jesús añade algo más. Si sólo pensamos en nosotros mismos y en nuestras cosas, en ganar dinero, en hacer lo que nos apetece, siendo rácanos con Dios y con la vida, lo tenemos complicado para ser discípulos de Jesús.

Jesús va en camino. Así fue su vida pública, en el camino. En el camino y acompañado por mucha gente, como se nos dice en el Evangelio.
Hoy muestra a los seguidores lo que significa ser un discípulo. El seguimiento tiene que ver con decir sí a una llamada. Ser discípulo de Jesús implica una decisión que deja huella en nuestra vida para siempre.
Jesús les habla de la familia, como en diversas ocasiones en el Evangelio. Jesús claro que quería a su familia y la valoraba, pero todos sabemos que si uno no es capaz de salir de detrás de las faldas de su madre o de su padre, nunca se convertirá en una persona madura. Lo que realmente nos da identidad como cristianos no es donde hayamos nacido o la familia de la que venimos, sino el seguimiento de Jesús.
Recordáis cuando a Jesús le anuncian: Tu familia te está buscando. Y el dice, ¿Quién es mi familia? Señalando a sus discípulos, añadió…Aquí tenéis a mi madre y a mis hermanos. Pues mi hermano, mi hermana y mi madre son los que hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Jesús añade algo más. Si sólo pensamos en nosotros mismos y en nuestras cosas, en ganar dinero, en hacer lo que nos apetece, siendo rácanos con Dios y con la vida, lo tenemos complicado para ser discípulos de Jesús.
Pero Jesús en su charla con sus seguidores va más allá. Lo pone más claro y con un lenguaje más fuerte: “Quien no cargue con su cruz, no puede ser mi discípulo”. En la vida hay decisiones que tomar, conflictos que enfrentar, frustraciones que enjugar, riesgos y penas, junto a muchas otras cosas. El seguidor de Jesús sabe que esto existe en la vida y no le da la espalda, sino que los carga y se compromete con ellos. Si no estamos dispuestos a sobrellevar los sufrimientos y desconsuelos por el Reino de Dios, no podemos ser discípulos de Jesús.
Vida Religiosa
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