No tengáis miedo. Por tercera vez lo pide Jesús: Su palabra es radical; ¡qué bueno si la dejamos entrar en nuestro corazón! Cuando en medio de la crisis oímos que lo peor está todavía por llegar y nos entra el pánico, es el momento de recordar que somos importantes para Dios, que valemos más que muchos pajarillos a los que él cuida.
Cuando nuestras seguridades se resquebrajan y ya no hacemos pie, es hora de decir amén, de apoyarnos como niños en los brazos amorosos del Padre, de descargar en él lo que nos agobia. Jesús es el corazón de nuestro corazón. Esta presencia confiada en el Señor es la que han vivido, y viven, tantos testigos; ellos han conocido el amor y se han atrevido a amar, han experimentado la libertad y han liberado; nos sorprende, sobrecoge, conmueve su actitud.
La fe no crea hombres cobardes, sino personas resueltas y audaces. Cuando vemos que la presencia del Señor nos pacifica, cuando aceptamos sobre nosotros su mirada de amor, entonces podremos curar a los demás con la ternura, el afecto, la alegría, el saludo, el abrazo; podremos decir a los demás: No tengáis miedo. Así se fortalecen las personas,
Cipecar
No hay comentarios:
Publicar un comentario