VIERNES, 26 DE Abril de 2024. Mt 5,13-16
FIESTA DE SAN ISIDORO
Hoy celebramos la
fiesta de san Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia. Discípulo y sucesor de su
hermano Leandro en la sede de Sevilla. Una persona muy erudita, convocó y
presidió varios concilios. Se esforzó con celo y sabiduría por la fe católica.
La primera lectura de la fiesta de este día nos habla del comportamiento de san
Pablo en Corinto y de la verdadera sabiduría. Lo que se nos dice en este trozo
de la primera carta a los Corintios, se puede aplicar a la persona y a la obra
de san Isidoro. Este santo sí era consciente de que su palabra y su predicación
no debían consistir en sabios y persuasivos discursos, sino más bien en una
demostración del poder del Espíritu. La fe del pueblo fiel debe fundarse
"no en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios". No se trata de
una sabiduría de este mundo, sino "de una sabiduría divina, misteriosa,
escondida; una sabiduría que Dios destinó para nuestra gloria antes de los
siglos". Necesitamos pedir al Espíritu Santo el don de la sabiduría. Ésta
consiste en la atracción hacia el bien y hacia la verdad. El sabio es realmente
el que obra el bien y dice la verdad. Es el que sabe integrar en su persona la
práctica del bien y la proclamación y vivencia según la verdad. El mundo y la
Iglesia necesitan en estos momentos personas que vivan a fondo estas exigencias
de la sabiduría.
En el evangelio
correspondiente a la fiesta de san Isidoro, Jesús utiliza las comparaciones de
la sal y de la luz, para describir el comportamiento de sus discípulos. Jesús
nos dice: "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvirtúa,
¿con qué se salará? Para nada vale ya, sino para tirarla fuera y que la pisen
los hombres". La sal sirve para salar. Cuando desempeña esta misión
desaparece. Hacer las cosas con mucha humildad. Si somos de verdad sal,
entonces podremos ser también luz. Por eso Jesús nombra primero la sal. Si no
somos tan humildes como la sal, seremos meros escaparates, pura apariencia. Nos
dice Jesús: "Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad
situada en la cima de un monte". Uniendo ambas imágenes, podemos hablar de
'la sal de la sabiduría'. Estamos ante una expresión clásica referida al
conocimiento sabroso de las cosas. La liturgia suele emplearla aplicándola a
los doctores de la Iglesia, como en este día a san Isidoro. Todo discípulo de
Jesús, llamado a evangelizar, debe hacerlo con sabor y con luminosidad. Los
discípulos son la sal que purifica y da sabor. Son a la vez la luz que se
expande, alumbra, ayuda a caminar sin tropiezos. Ven Espíritu Santo e infunde
en nuestros corazones la sal de la sabiduría, para que animados por Ti podamos
dar sabor y luminosidad a nuestro mundo.