LO QUE SOMOS ANTE DIOS

“Dichoso el siervo que no se tiene por mejor cuando es engrandecido y ensalzado por los hombres que cuando es tenido por vil, simple y despreciable, porque cuanto es el hombre ante Dios, tanto es y no más. ¡Ay del aquel que ha sido colocado en lo alto por los demás y no quiere bajar por su voluntad! Y dichoso aquel siervo que no es colocado en lo alto por su voluntad y siempre desea estar a los pies de los demás” (Adm 19) 

Para Francisco el punto de referencia sobre la propia verdad es Dios: cuanto es ante Dios, tanto es uno y no más. Desde esta perspectiva adquiere una gran libertad. La verdad sobre mí mismo no depende de las adulaciones ni de las críticas de los demás, de las que a menudo tendemos a ser presa fácil. Tampoco depende de las propias necesidades de considerarse perfecto o de autodesvalorizarse, detrás de las cuales tantas veces nos escondemos o defendemos y que nos meten en tantas mentiras. 

“Lo que somos ante Dios, tanto somos y no más”, y así nos colocamos en el lugar mejor, el sitio justo y adecuado, también para mirar al otro, cuya verdad es mucho más grande de lo que yo pienso o siento ante él. Su verdad más honda habita en el corazón del Dios Padre de las misericordias.

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