PREFIERO LO QUE NO ES NORMAL




Imagina cualquier tarde de esas en que hay un partido de fútbol de rivalidad y dimensión "planetaria" (hay como quince al año de esos al menos). A nadie le extraña que esa tarde, con el super partido de fútbol, las calles se queden desiertas y lo normal sea ir a los bares a ver la tele. Me pregunto por qué a todo el mundo le gusta el 'furgol' con la de deportes que hay. Estaría bien un poco de variedad.

Demasiada gente emplea horas y horas en enterarse de la vida de famosos, famosillos y famosetes, pero no tienen ni cinco minutos para escuchar un problema de las personas con las que viven, trabajan o se divierten. Pues yo prefiero que, por favor, me dejen seguir desconociendo a esos desconocidos que se empeñan en ser famosos. Me interesan más las vidas de los que me rodean.

Parece lógico que todos queramos tener la casa más cara, el coche más potente, la tele más grande y el móvil más pequeño. En consecuencia valoramos a la gente por lo que tiene: por su inventario de pertenencias. Su valor es directamente su fortuna. Pero yo prefiero medir a la gente por lo que es capaz de dar, por lo que es capaz de superar, por lo que es capaz de conseguir por sí misma. Supongo que es normal que subconscientemente juzguemos a las personas por su aspecto, y las cataloguemos en nuestro casillero de tipos y tipejos. Las estadísticas no fallan: si un señor es de ese color "seguro que es un tal y tal. Al menos 99% de posibilidades". Pero a mi me gusta mirar a la cara a las personas. Una a una. Saber cómo piensan, ver cómo actúan, y esperar para catalogar.

A nadie le extraña que con el paso del tiempo, la vida te separe de algunas personas y, poco a poco, pierdes los amigos que no ves. Pero yo creo que la amistad no tiene calendario, y que la vida también te une a las personas a las que quieres, y con las que deseas compartir aunque no puedas. Lo normal es que después de hacer un favor a alguien, y un segundo favor, y el tercero... llega un momento en que te canses y esperes algo a cambio. Los favores se pueden contar, pero el amor no lleva cuentas, y me gustaría aprender a dar sin hacer cuentas y recibir sin hacer cuentas.

Si todo eso es normal, prefiero lo que no es normal.



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