EL PAN DE LA PALABRA



Viernes, día 20 de junio de 2025. Mt 6, 19-23

"DONDE ESTÁ TU TESORO, ALLÍ ESTÁ TU CORAZÓN".

 

En aquel tiempo, "dijo Jesús a sus discípulos: No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban. Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y los roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; pero si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Si, pues, la luz que hay en ti está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!". Con este relato da comienzo una nueva sección en el cuerpo central del sermón de la montaña. Las tres sentencias con que se abre esta nueva sección tratan de advertir, desde diversas perspectivas, acerca del peligro que suponen para el discípulo las riquezas. Más en concreto, la referencia a las riquezas es evidente en la primera sentencia. Se habla de 'atesorar en la tierra'. En la tercera se nos advierte de 'servir al dinero'. En cambio, en la segunda se compara al ojo sano con el ojo malo. Esta expresión se refiere a la envidia. Libres de la envidia, los hombres tendrá una nueva luz. Las personas no deben dejarse atrapar por las riquezas de este mundo. El auténtico tesoro no está en lo que podemos acumular aquí en la tierra, sino en lo que acumulemos en el cielo. En esto sí que hemos de poner nuestro corazón. El discípulo, como cualquier siervo, sólo puede tener un señor. Es necesario elegir entre Dios y el dinero.