27 de octubre Sábado XXIX



Lucas 13,1-9 Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.
Dos hechos de la vida son interpretados por Cristo, sacando de ellos una lección para el camino de la fe de sus seguidores.. Aquellos que perecieron no eran peores que los que quedaron con vida. Que dado lo caduco y frágiles que somos, todos tenemos que convertirnos, Jesús así lo piensa que ante Dios todos los hombres necesitamos convertirnos a sus caminos.
También apunta a esta actitud de vigilancia la parábola de la higuera que al amo le parecía que ocupaba terreno en balde. Esta parábola de la higuera, referida a la predicación de Jesús a Israel, ilustra las oportunidades que Dios concede para la conversión. A pesar de la urgencia de la invitación a la conversión y a dar frutos, vivimos todavía en el tiempo de la paciencia de Dios (Rm 3,25-26). Jesús confía todavía en que la respuesta final de Israel a su misión sea positiva.

En el Bautismo nos son infundidas las virtudes teologales: la fe, la esperanza y el amor. Nos son regaladas. Aquí se encierra la esencia de nuestra vida: creer en Dios, esperar en Dios, amar a Dios. Es un regalo de Dios que lo tenemos dentro de nosotros. ¡Dios es paciente con nosotros! Hagamos fructificar este hermoso regalo de Dios.
27 de octubre
Sábado XXIX
Lucas 13,1-9 Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.
Dos hechos de la vida son interpretados por Cristo, sacando de ellos una lección para el camino de la fe de sus seguidores.. Aquellos que perecieron no eran peores que los que quedaron con vida. Que dado lo caduco y frágiles que somos, todos tenemos que convertirnos, Jesús así lo piensa que ante Dios todos los hombres necesitamos convertirnos a sus caminos.
También apunta a esta actitud de vigilancia la parábola de la higuera que al amo le parecía que ocupaba terreno en balde. Esta parábola de la higuera, referida a la predicación de Jesús a Israel, ilustra las oportunidades que Dios concede para la conversión. A pesar de la urgencia de la invitación a la conversión y a dar frutos, vivimos todavía en el tiempo de la paciencia de Dios (Rm 3,25-26). Jesús confía todavía en que la respuesta final de Israel a su misión sea positiva.

En el Bautismo nos son infundidas las virtudes teologales: la fe, la esperanza y el amor. Nos son regaladas. Aquí se encierra la esencia de nuestra vida: creer en Dios, esperar en Dios, amar a Dios. Es un regalo de Dios que lo tenemos dentro de nosotros. ¡Dios es paciente con nosotros! Hagamos fructificar este hermoso regalo de Dios.

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